⚠️ Continuación de: Tú, sólo tú... |Trilogía: En las buenas y en las malas #1 ⚠️
🚨 Advertencia 🚨
Si no has leído el primer libro de está Trilogía, te invito a hacerlo para que puedas seguir el hilo de la historia.
Sin más que decir, te dejó con la sinopsis...
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Sinopsis:
No todo matrimonio casi perfecto, empieza como tal.
Sobre todo, si en el primer encuentro uno de los dos, vomita sobre el otro.
¿O tal vez si?
NovelToon tiene autorización de Maria Solis para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.
Capítulo 17
Alemania.
La cena de caridad se haría el sábado en la noche, Tina había viajado el viernes en la noche, aunque eran unas pocas horas de diferencia, siempre el jet lag la afectaban mucho, así que para estar perfectamente para la cena, había llegado la madrugada del sábado.
La revista les daba vuelo, hotel con comida incluida cuando tenían que viajar y como trataban de economizar, la revista buscaba los precios más accesibles y, por lo tanto, la habitación de Tina era pequeña, pero acogedora. No le sorprendía ver preferencia que tenía el señor Figueroa con Yolanda y los demás. En los Ángeles, ellas habían tenido una mejor habitación gracias a Yolanda y en esta ocasión, entendía todas las quedas que Andrea daba cada vez que salía de viaje.
Dejando su maleta en la cama, se sentó en la misma, ya que la habitación solo tenía un medio baño y la cama únicamente. Para las comidas, debía bajar al lobby para comer con los demás huéspedes.
Aun así, más que hambre, el sueño pudieron más. Mirando su reloj, eran las 8 a.m. y la cena sería a las 8:00 p.m en la mansión del futbolista.
Dejándose caer de espaldas a la cama, la castaña contempló el techo lleno de grietas. ¿Cómo sería hospedarse en un hotel de Dion?
Sus mejillas se sonrojaron al recordar su cercanía, su perfume, su aliento cálido sobre el suyo.
Concéntrate Tina.
Había evitado tener contacto con él, por muy mínimo que fuese y cuando creía tener éxito, su viaje a Alemania había hecho que sus deseos de besarlo pudieran con ella y estaba segura que en sus ojos, también había deseo.
Le resultó tierno y también triste que Dion pensara que se iba o que él había hecho algo mal. Le dolió el corazón escucharlo pedir que jurara que no lo dejaría.
Te deseo...
—¡Aj! —se dio toques en el rostro —No pienses en eso. —se quejó y con eso, se obligó a dormir
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La cena de caridad se haría luego de una pequeña subasta, donde las personas más importantes e influyentes de Alemania comprarían artículos que se habían donado para la causa y lo recaudado se daría a fundaciones que ayudaban a los niños de África a tener una mejor calidad de vida.
Para acudir al evento, debías comprar boleto, pagar tu platillo, todo era pagado porque se donaría. Sin embargo, para fortuna de Tina, ella llevaba un pase que aclaraba que pertenecía a la revista Vanity y junto a otros reporteros, no podrían participar de la cena o la subasta a menos que se pagara. Por lo tanto, ella ya había ido cenada aunque escucho el rumor de que a los reporteros les darían de cenar luego del evento. Algo que agradecía, si bien, ceno antes de llegar, a veces esos eventos duraban mucho.
Lo que Tina tenía que obtener esta noche era algunas entrevistas con los presentes. Preguntarles su expectativa del evento, su opinión sobre la subasta, la comida, etc. Y si podía, hablar con el futbolista sería un plus, ya que si bien, iba a documentar todo, era bien sabido que no todos los reporteros presentes podrían hablar con el futbolista que si bien, era el anfitrión, estaría tan ocupado como para responder algunas preguntas.
La mansión era elegante, bien diseñada por los mejores decoradores de interiores de Alemania. Tina recorrió cada parte de ella, al menos hasta donde los guardias de seguridad le permitían. Tomaba notas y cuando entrevistaba, usaba su grabadora para no perder detalle de nada.
—La subasta empezará dentro de poco. —anunció la encargada de la organización del evento
Todos los presentes debían ir a una habitación más grande donde podrían sentarse mientras los reporteros se quedarían detrás de las sillas para los invitados para poder tomar notas de todo lo que verían.
Aparte de Tina, había muchos reporteros de medios locales y solo un hombre Ruso y una mujer de Bélgica.
—Empecemos la subasta... —anunció el martillero
Tina empezó a anotar todos los objetos que estaban dando a subastar y una pequeña reseña de quien resultaba ganador de cada pieza.
—Lindo... —balbuceo al ver unos aretes en forma de gota color rojo, tal vez granate o rubí.
Era el único par de un juego de joyería que incluía collar y pulsera que un distinguido joyero alemán había creado, pero cuyas piezas restantes se habían perdido en un asalto a su joyería. Nunca se dio con las demás piezas, los aretes fueron lo único que quedo de ese juego.
—¿Le gustan los aretes, señorita Buller?
Un escalofrío recorrió el cuerpo de la castaña cuando el aliento y perfume de un hombre rozaron su cuello. Un hombre que conocía bien.
Mirando sobre su hombro, Tina se encontró con los radiantes ojos color miel de Dion Park.
—Dion... —balbuceo —¿Qué...
—Un segundo. —él la interrumpió y levantó su paleta
—5 mil euros para el número 22
Tina miro la mano del peli negro, con la paleta número 22.
—¿Qué haces? —preguntó y alzó los ojos a él
—Comprando... Apoyando a la causa.
Ella sacudió la cabeza.
—No que haces comprando, ¿qué haces aquí en Alemania?
—Era un invitado al evento, ¿no te lo dije? —preguntó un tanto extrañado
—No lo hiciste. —entre cerro los ojos
—Supongo que era porque no... Espera. —levantó la mano nuevamente
—40 mil euros para el número 22
—¿Qué haces? —le riño la castaña
Dion la miró con seriedad.
—Comprando un bonito... —Tina le cubrió la boca con la mano
—Ven.
Agradeciendo que la habitación estuviera a oscuras, sacó al peli negro de ahí. Dion levantó la mano nuevamente antes de ser arrastrado por la castaña fuera de la habitación.
Cuando salieron, Tina busco gente fuera, pero solo estaba los guardias de seguridad.
—¿Por qué no me dijiste que venías a Alemania?
—Porque fue de último momento que me invitaron. —explicó el oji miel con una sonrisa
—No me mientas. Sabías que estaría aquí... ¿Acaso me seguiste?
Dion, la observó unos segundos.
—Bastian se hospeda en mis hoteles, así que por eso me invito a venir. No pensaba hacerlo porque no quería viajar pero... Al escuchar que vendrías... Supuse que era una coincidencia. Sin embargo, aquí estamos, ¿no es gracioso?
Tina suspiró y rodó los ojos.
—Dime la verdad, ¿qué haces aquí?
Dion, observó el pasillo, pocos guardias así que la tomó de la mano y la llevo consigo al jardín.
—No podemos estar aquí... —siseo la castaña cuando salieron a la oscuridad de la noche —Nos podemos meter en problemas.
—No lo haremos.
Dion la llevó hasta el límite de la mansión, cruzaron la piscina y llegaron a una pequeña habitación al fondo del jardín. Sin mirar dentro, abrió la puerta y entraron.
—¡Nos van a...
Dion se dio la vuelta y aprisiono el cuerpo de la castaña entre la puerta y su cuerpo. Tina dejó de respirar.
—¿Quieres saber que hago aquí? —preguntó, logrando sonrojar a la oji aceituna —Estoy aquí porque no soporto tenerte lejos de mi, dormir en habitaciones separadas ya es suficiente tortura desde que dormí abrazado a ti hace semanas y supe lo que era la gloria —confesó —No soporto más este castigo, no soporto el deseo de tocarte y que te alejes de mí, llamarte para almorzar juntos pero me ignoras y no me respondes. —murmuró cerca de los labios de su esposa —Escuchar que vendrías y estarías a kilómetros de mi, me preocupo porque no soportó imaginar que otro te toque y yo no pueda decir una maldita palabra.
—¿De nuevo tus celos..?
Dion sacudió la cabeza y pego su frente con la de ella.
—Te dije que era un celoso empedernido, ¿lo olvidas? Pero también te dije que lo sucedido en Los Ángeles no se volvería a repetir.
—¿Cómo piensas hacer eso? —preguntó ella, luchando por mirarlo a los ojos y no a sus labios
—Dejame estar cerca de ti y cuando otros te miren, veas que soy el único que sabe como hacerlo.
—¿Cómo..? —balbuceo —... ¿Deberías mirarme?
—Con devoción.
Tina jadeó cuando los labios de Dion Park terminaron estrellándose contra los suyos. El suspiro de placer que dio, estremecieron al peli negro de alegría. Su esposa lo deseaba como él a ella.
El cuerpo del oji miel oprimieron a la castaña contra la puerta, sacándole un jadeo de placer cuando una de sus piernas se coló por en medio de las de ella, levantando levemente el vestido de la castaña.
—Dion... —Tina le tomó del rostro para mirarlo mejor —No más mentiras, no más celos, no más machismo... No más...
Él la interrumpió con un beso.
—Soy tuyo, en cuerpo y alma Tina, lo que tú desees, te lo daré. —sentenció él junto a sus labios —Solo si me prometes que te abrirás más a mi... Que me contaras todo de ti.
Tina tragó saliva con fuerza, pero asintió, lentamente.
—Dame... Tiempo... Prometo que... Te diré...
Dion la tomó del rostro y la beso con ardor.
—El que desees.
Tina le correspondió el beso y rodeo su cuello con los brazos cuando esté beso el suyo con deleite.
—¿Realmente te invitaron a venir? —preguntó la castaña
Dion, sacudió la cabeza.
—Le compré a alguien más el boleto por el doble de su valor.
Tina lo empujó y miro con asombro.
—Esos boletos estaban cari...
—Tú lo vales —argumento el oji miel mientras la tomaba de la cintura y la llevaba al escritorio que había en la habitación
—¿Pero si conoces a Bastian? —preguntó cuando él la sentó en la mesa
—Si, solo que los boletos estaban agotados.
Tina río y le rodeo la cintura con las piernas, logrando que el peli negro gruñera de placer.
—Estás loco.
—Por ti... —Dion la recostó en la madera —Este es el momento justo para decir que debemos regresar, que si no, nos van a descubrir.
—Sí, sería lo más sensato. —Tina sonrió —¿Eso es lo que quiere señor Park?
Dion gruñó y la tomó de la cintura para abrirle las piernas y pegarla a su creciente erección.
—¿Te parece que eso es lo que quiero señora Park?
Tina se arqueó levemente al sentirlo listo para poseerla y ella lo deseaba ya. Dion deslizó las manos por sus piernas, suaves, tersas, con esa sensación tendría suficiente para un orgasmo, la deseaba con fuerza, con ardor. Cuando su mano llego a su centro húmedo y caliente, la sintió tensarse. Bajo su jumpsuits de licra para sentir al fin su braga mojada por la excitación.
—Prométeme una cosa... —dijo, mientras hundía lentamente un dedo en su interior
—¿Mmmh? —Tina se mordió el labio inferior y lo miró con deseo
—Nada de jumpsuits cuando estemos juntos... Por si surge una urgencia.
Tina río con fuerza, pero sus jadeos rápidamente tomaron protagonismo cuando el peli negro metió un dedo más y la empezó atormentar con fuerza.
—¡Ah! ¡Dion! —exclamó
Verla retorcerse de placer mientras pronunciaba su nombre elevaron el ego del peli negro.
Con los ojos cerrarlos, la trigueña disfrutaba del placer que le estaban proporcionando, sin embargo, gruño en protesta cuando aquellos dedos la abandonaron y pronto, el aliento de Dion ocuparon lugar.
Ella se apoyo con los codos y le miró con asombro.
—Dion... No... ¡Ah! —sollozo —Oh... Dion...
La lengua del señor Park, obraban magia en ella, estremeciendo cada fibra de su ser.
—¡Oh! Sí... Amor... ¡AH! —se dejó caer nuevamente en la mesa, mientras apretaba sus pechos sobre el vestido —Oh... Sí... Sí...
El señor Park, gozaba con cada jadeo, cada caricia que la castaña le daba hasta que pronto se estremeció y se dejó llevar por el orgasmo.
—¡DION! —sollozo la castaña
Este se levantó y la beso con ardor.
—Te amo... —jadeo él
Tina apretó los labios.
—Yo...
—No me respondas aún... —le sonrió este
—No. —Tina le tomó del rostro —Te amo, Dion Park... Te amo con...
Dion la beso nuevamente, levantándola y abrazándola con fuerza.
—No sabes como me has hecho feliz mi amor.
Tina sonrió y las lágrimas bañaron sus mejillas.
—No llores... —Dion la tomó del rostro y beso sus ojos —No quiero verte llorar por mi culpa.
—Es de felicidad.
Dion beso su frente.
—Prometo hacerte muy feliz... Ven, tenemos que irnos o todos van a sospechar.
—¿Qué hay de... —balbuceo —tu... Bueno... Tu erección... —comento con las mejillas rojas
Dion sonrió.
—Tranquila, prometo que luego me desquito contigo. —le guiño el ojo
Tina se arregló el vestido y le miró.
—¿Me veo bien?
—Bien exquisita.
—¡Dion!
—Si, si amor, estas hermosa. —sonrió
Ambos salieron de la habitación y regresaron a la casa principal.