Ella una divorciada de 40 años...
Él un rock star de 26... una pareja que no debía formarse, pero aun así... ambos luchan por su amor y la crítica publica.
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capítulo 18
Rous se quedó abrazada a Liam por unos minutos. El peso de la confesión seguía ahí, como una sombra a medio disipar, pero ya no le aplastaba el pecho. Ahora sentía algo distinto… alivio. Y miedo, claro. Pero también un pequeño destello de esperanza que no se atrevía a nombrar en voz alta.
Liam se apartó apenas para mirarla. Tenía los ojos un poco enrojecidos, pero no había rastro de reproche en ellos. Solo una ternura desarmante.
—No quiero irme esta noche —dijo de pronto, como si le costara contenerlo.
Rous parpadeó.
—¿Qué?
—No quiero irme. No puedo —repitió, más firme—. Después de todo esto… después de lo que me dijiste, de lo que sentimos… no quiero alejarme. No esta vez.
Ella lo miró, sin saber qué responder al principio. Era demasiado. Demasiado rápido, demasiado nuevo. Pero una parte de ella… una parte que llevaba años guardando silencio, le decía que lo dejara quedarse.
—Está bien —susurró—. Quédate.
Liam sonrió apenas. No dijo nada más. Simplemente volvió a abrazarla.
Se quedaron en silencio un rato. La televisión seguía encendida, pero el volumen estaba tan bajo que ni prestaban atención. Afuera, la ciudad seguía con su ritmo, indiferente a lo que pasaba dentro de ese departamento.
—¿Quieres agua? —preguntó Rous al cabo de un rato, tratando de no pensar demasiado.
—Solo si tú tomas algo también —respondió él, acariciándole la mano sin dejar de verla.
—Ok…
Se levantó y fue a la cocina, tratando de poner en orden sus pensamientos. Sirvió dos vasos, uno con agua y otro con jugo, y volvió al sofá. Liam los aceptó en silencio.
—¿Sabes? —dijo después de un sorbo—. No sé si estoy haciendo lo correcto diciendo todo esto tan de golpe. Pero no quiero volver a guardarme lo que siento. Me cansé de tener miedo.
Rous lo miró desde el otro extremo del sofá, con las piernas recogidas. Asintió, comprendiendo demasiado bien lo que él decía.
—Yo también estoy harta de callar —admitió—. Me acostumbré a lidiar con todo sola. A no esperar nada de nadie. Y ahora no sé cómo bajar la guardia.
—Entonces aprendamos juntos —propuso él con una sonrisa tranquila—. Podemos empezar de nuevo. No tenemos que hacer todo bien desde el primer día.
Ella lo miró con los ojos entrecerrados, como si buscara alguna trampa en sus palabras. Pero no encontró nada. Solo verdad.
—¿Qué es esto, Liam? —preguntó, alzando un poco la voz, no de forma agresiva, sino como quien quiere entender—. ¿Qué estamos haciendo?
—No lo sé exactamente. Pero sí sé que te amo —dijo él sin rodeos—. Y que quiero estar aquí. Que quiero intentarlo. Que no quiero perderte otra vez.
Rous sintió un nudo en la garganta. No lo veía venir. Ni el “te amo”, ni la forma en que lo dijo, tan directo, tan sincero.
—¿Por qué ahora? ¿Por qué tú… justo cuando empiezo a entenderme sola?
—Porque tal vez ya era hora —respondió él—. Porque quizás los dos necesitábamos estar listos. Y sé que puede sonar a excusa, pero no lo es. Solo… no me dejes, Rous. No de nuevo. No podría soportarlo otra vez.
Ella cerró los ojos. Sintió cómo las palabras se le clavaban en el pecho. No de dolor, sino de esa manera en la que algo que quieres mucho te desarma por completo.
—Yo también te amo, Liam —dijo al fin, bajito, como si le costara aceptar lo obvio—. Te amo. Y eso me da tanto miedo como me da ganas de abrazarte.
Él no respondió. Solo se acercó y la besó. Esta vez sin ansiedad, sin urgencia. Un beso tranquilo, sincero, que decía mucho más de lo que cualquiera de los dos se atrevía a poner en palabras.
Después de eso, se quedaron abrazados. Rous apoyó la cabeza en su pecho, escuchando su respiración. Liam le acariciaba el cabello con movimientos suaves, casi automáticos.
—¿Sabes que no he dejado de pensar en ti en todo este tiempo? —dijo él de pronto—. No importaba con quién saliera, con quién hablara… Siempre volvía a ti.
—¿Y qué te detenía? —preguntó ella sin moverse.
—Pensaba que no querías saber nada de mí. Que era tarde. Que ya habías cerrado esa puerta.
Rous suspiró.
—Pensé lo mismo. Y sí, lo intenté… cerrar la puerta. Pero siempre quedaba una rendija. Y ahí estabas tú.
Él sonrió.
—Podemos construir algo nuevo. No tiene que ser perfecto. Solo real. Sin mentiras, sin promesas vacías.
—Y con pañales, vómito matutino y una niña que todavía no sabe que va a ser hermana mayor —agregó ella con una sonrisa nerviosa.
Liam rió, genuinamente.
—Sí, eso también. Pero vale la pena.
Rous lo miró, más tranquila.
—Sí. Creo que sí.
Se besaron otra vez, y fue como sacarse el peso de encima. No estaban fingiendo. No estaban actuando. Solo eran ellos, redescubriéndose en medio del caos.
Y sin decir nada más, se levantaron del sofá. Él la tomó de la mano, como solía hacerlo hace años, y caminaron hacia el dormitorio. No había prisa. No había necesidad de explicaciones.
Esa noche, se entregaron uno al otro como dos personas que llevaban mucho tiempo extrañándose. No fue perfecto, no fue una película. Fue real. Torpe a veces. Dulce. Doloroso. Necesario.
Después, exhaustos, se quedaron abrazados en la cama.
—¿Vamos a poder con esto? —preguntó ella, con la voz apenas audible.
—No tengo idea —admitió él—. Pero estoy dispuesto a intentarlo cada día. Contigo.
—Yo también.
—¿Entonces estamos en esto juntos?
—Sí. Juntos.
Se miraron un momento más, y luego Rous apagó la luz.
Esa noche, entre respiraciones lentas y corazones agitados, hicieron una promesa silenciosa: luchar por su amor, por ese bebé inesperado y por todo lo que la vida aún tenía guardado para ellos.
No sabían qué les esperaba al otro lado del miedo. Pero lo enfrentarían como siempre debieron hacerlo: juntos.
Gracias 😊
me pareció una gran historia, me alegro que Rous se haya atrevido a algo por su felicidad
se arriesgó a ser feliz e hizo un lado el qué dirán.
me hubiera gustado ser tan valiente como ella
y me trajo grandes recuerdos y mucha nostalgia junto con muchas lágrimas
pensé que no lograrían estar juntos y eso me hizo sentir un nudo en la garganta
pero lo bueno es que Rous se atrevió a ser feliz y hacer a un lado el que dirán?
y me trajo grandes recuerdos y mucha nostalgia junto con muchas lágrimas
pensé que no lograrían estar juntos y eso me hizo sentir un nudo en la garganta
pero lo bueno es que Rous se atrevió a ser feliz y hacer a un lado el que dirán?
todo para que su hija esté bien
pero ella se merece ser feliz
la gente siempre va a hablar y nunca van a estar contentos
a que la que critiquen por ser mayor que él.
pero sería algo bonito que se enamorara y que se sintiera viva otra vez.
que disfrute mientras pueda
aunque la realidad la va a golpear más fuerte que nunca
por todas las críticas que va a recibir
tengo 39 años y soy madre soltera,me volví Rous,con miedos y definitivamente sería ella en todo el sentido de la palabra,cuando Hiba leyendo pensaba en como reaccionaria yo,y terminaba siendo Rous haciéndolo por mi,pensando en como lo haría yo,llore y me martirice al pensar en el dolor de Valentina al saber la relación de su madre y en si, amé todo de la historia
soy Rous,con todo y sus miedos y locuras 🫶
aun con miedos y desconfianza al no entender bien lo que sigue,pero segura de que formara parte de todo
y eso es una nueva familia con bebé incluido 😀
ya hubiera yo querido que el padre de mi hijo al menos me hubiera dado para pañales o mínimo algún día me hubiera acompañado a las revisiones de la ginecóloga 🥲yo desde que le di la prueba de embarazo me mandó al diablo y me dijo "que vas hacer"jajaja como si yo sola me lo hubiera hecho 🥲
"vivir"
sin miedos
sin complejos
sin importar el que dirán
y sobre todo disfrutar lo vivido sin remordimientos
/Kiss//Kiss//Kiss/
Felicidades Autora.