Elizabeth es una mujer de veinte años con condiciones de vida precarias, luchando por sugir en una sociedad empeñada a darle la cara difícil de la moneda, trabaja y estudia en la universidad, tiene ua familia numerosa, su madre y sus hermanos, su padre los abandono cuando eran pequeños, por ende su madre siempre fue su apoyo.
Las cosas comienzan a ponerse mas difíciles para Elizabeth cuando una tarde normal de su dia a dia es secuestrada por unos traficantes, luego es llevada a una gran subasta realizada solo para los grandes magnates de la alta sociedad, con ella siendo la pieza principal de dicho evento. Su comprador resulta ser un hombre alto, de cuerpo fornido, quien promete liberarla luego de que esta le pague el costo de su compra con intereses incluidos, mientras el será su dueño.
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CAPITULO 19
Una semana ya había transcurrido desde que comenzó sus clases universitarias, Elizabeth tuvo que comenzar a desarrollar una rutina matutina de esperar escuchar la puerta de la entrada cerrarse, para luego ella salir a sus clases, de esa forma evitaba ver a Frederick, ya no quería volver a sentir ese dolor en su pecho, o sentir la furia que emana de su interior al verlo con Rebecca, no quería pensar más en él, así que decidió evitarlo lo más posible. Salía sin desayunar para poder llegar a tiempo a la primera hora, debido a que no podía quedarse en las residencias, debía recorrer un largo camino para llegar hasta allá, por suerte Frederick le designo un coche con chofer, además en el paquete venían dos guardas espaldas enormes que la seguían a cualquier parte, sin darle descanso alguno, incluso dentro de las instalaciones de la universidad.
Aparte de todo, la situación en la universidad era un poco incomoda, ya que ella ingreso a mitad de curso y no conoce a nadie allí, para colmo pareciera que la evitan a toda costa, algo que ha convertido esa semana en todo un desastre para poder adaptarse. Llego a la universidad y como de costumbre, todos hablaban mientras la miraban, parecía que le estuvieran rezando un rosario, ¿Qué pensaran ellos de ella, y por qué la evitar tanto?, llega al aula y se sienta, los guardias se sientan a su espalda.
- psss- comenzó a escuchar – pssss – comienza a buscar quien hace así – por aquí – dice en susurros, voltea a su derecha, una chica rubia de ojos canela, sentada tres puestos separada de ella - ¿tienes el libro de texto? – le dice y Elizabeth le asiente con la cabeza – ¿podemos compartirlo? –hace un gesto de súplica, Elizabeth le vuelve a asentir – Gracias – le dice sonriendo, se levanta de su puesto y se acerca a Elizabeth, enseguida los guardias se ponen alertas - ¿puedes, decirles que no soy peligrosa?- los señala de forma discreta
- oh, claro – a veces olvidaba que estaban allí tras ella y no podía ver lo que ellos hacían – está bien chicos, solo compartiremos el libro – les dice sonriendo, en esa semana pudo notar que no eran malos chicos, aunque no tenían permitido platicar con ella, más que lo necesario.
- Gracias, me salvaste – dice la mujer sentándose a su lado – siempre trato de traer mis libros, pero anoche estuve en una fiesta, me quedé en casa de una amiga y no pude ir a buscarlo – le dice y la mira – soy Francesca – le extiende la mano - ¿Cómo te llamas?
- Elizabeth – le estrecha la mano y sonríe
- Vaya, tu voz es pequeña y muy bonita- dice la mujer sorprendida – pensé que solo tenías un cuerpo pequeño y delicado, pero tu voz también lo es – se emociona – dan ganas de abrazarte
- Últimamente me lo dicen mucho – ríe – aunque no sé por qué motivo no he podido hacer alguna amistad aquí – se encoje de hombros – todos parecen querer mantenerse al margen de mí.
- ¿Puedo ser sincera contigo Elizabeth? – le dice mirándola.
- Sí, claro – le responde
- ¿Cómo te sentirías si en una universidad de altos estándares y reglamento estricto ingresa a mitad de curso que es algo casi imposible, una chica que no solo va siempre con dos grandes hombres, si no que además fue vista por el campus en su primer día caminando con Frederick Rutterford uno de los empresarios más influyentes en esta ciudad? – la mira
- Ya entiendo, creo que era algo obvio que no quisieran hablarme – se encoge de hombros
- Pero tranquila – ríe – por lo que veo eres una gran chica, así que dentro de nada todos verán que no eres como parece – sonríe y la mira- en este momento que he hablado contigo me pareces una chica muy sencilla, no eres nada de lo que aparentas – sonríe – así que puedes considerarme tu primera amiga en este lugar.
- Gracias – su mirada se ilumino y mostro una gran sonrisa.
Desde entonces comenzó su amistad con Francesca, todos en el campus al ver la forma tan casual en la que su amiga la trataba, comenzaron a relajarse un poco más a su alrededor, hasta poder saludarla sin obstáculo alguno, luego de dos meses ya se sentía como pez en el agua, podía ir y venir sin ser vista de forma extraña, sin duda su amistad había sido lo mejor que le sucedió desde hace tiempo, también mantenía su amistad con Samanta así que ya tenía dos personas con las cuales compartir.
- Debemos comenzar el proyecto, para eso hay que reunirnos en algún lugar – dice Francesca - ¿puedes venir a mi casa?
- No creo que pueda – le responde apenada
- ¿Por qué? – le pregunta
- Frederick se molesta si no llego a casa a tiempo – le dice
- ¿Por qué ese hombre manda sobre tus acciones?, que ya no estás muy grande Elizabeth – le dice con voz de tedio
- Sí, pero – no sabía cómo explicarle su situación con Frederick – él es, mi cuidador.
- ¿cuidador? – le dice confundida
- Si, mmmm- no sabía cómo darle un sentido – en realidad, mi familia es de bajos recursos, Frederick se ofreció a ayudarme a costear mis estudios, a cambio debo seguir sus reglas – técnicamente no era del todo mentira.
- Mmmmm, entonces él es tu Sugar – dice riendo – vaya Elizabeth sí que eres atrevida, quien te viera.
- ¡No!, no – le dice rápido – él y yo, no tenemos esa clase de relación – le dice – es más como si fuera un acosador, que me quiere tener controlada día y noche – le explica, aunque siente algo mal en sus palabras, es lo que más se asemeja a su situación.
- Vaya, debe ser fuerte vivir de esa manera – dice Francesca – en ese caso, si tú no puedes ir a mi casa y no puedes reunirte fuera – dice pensando - ¿puedo ir yo a tu casa?
- Tendría que preguntar – le dice apenada.
- Bien, entonces hazlo y acordamos un día – sonríe
Al día siguiente, muy temprano por la mañana salió de su habitación antes de que el hombre se marchara, en muy escasas ocasiones se dirigían la palabra, solo para temas necesarios entre ellos.
- ¿Podría venir una amiga aquí? – le dice de una
- ¿Qué? – le dice mirándola mientras tomaba una taza de café
- Necesitamos comenzar el proyecto – le comienza a decir – tu no quieres dejar que salga a otros lugares y tenemos que reunirnos para trabajar - Frederick la escuchaba con atención – entonces, se me ocurrió que quizás podría venir ella aquí.
- Necesito el nombre de esa chica – le dice.
- Francesca – responde
- ¿Apellido? – la mira seriamente
- Dubois – le responde
- Bien – se levanta y se coloca el saco – te avisare más tarde si tu amiga puede venir aquí – sale del lugar.
- Podías haber respondido ahora – dice en voz baja, tomo sus cosas y salió hacia la universidad.
- ¿Y? - le dice Francesca apenas la saluda
- ¿Qué? – responde
- ¿Qué te dijo? – comienzan a sacar los cuadernos - ¿podemos trabajar en tu casa?
- Oh, me dijo que me avisaría en el transcurso del día – miran hacia el frente, el profesor acababa de entrar al aula.
- Entonces ¿hay que esperar? – le dice susurrando
- Sí, me pregunto tu nombre y dijo que lo pensaría – le responde
- Vaya, pero que tedioso es – responde
- Él es de esa forma para todo – sonríe – es agobiante en muchos sentidos.
A mitad de la tarde, recibe un mensaje de texto de Frederick confirmando que Francesca podía ir de visita a su casa. A partir de ese momento comenzaron a ir muy a diario a hacer los trabajos y el proyecto, hasta llegar al punto en que Francesca se podía quedar a dormir allí, Frederick se topó con la chica en alguna que otra ocasión, limitándose solo a saludar por mera cortesía.
Una noche Elizabeth se despertó asustada por una extraña pesadilla, su cuerpo se sentía con una extraña sensación de miedo recorriendo todo su cuerpo, un escalofrió y la respiración agitada, al cabo de unos minutos logro calmarse, vio a su lado en la cama buscando a su amiga, pero esta no se encontraba allí, se levanta, toca la puerta del baño, al no tener repuesta, entra y se da cuenta que tampoco estaba, comenzó a sentir un olor a incienso proveniente de afuera de la habitación, sale y comienza a seguir la intensidad del aroma, mientras se fija si logra dar con su amiga, luego de revisar, se percató que el olor era más intenso en la habitación de Frederick, sea lo que sea, no podía entrar allí, así que solo seguiría buscando a su amiga.
- Oh, te ves delicioso – escucho la voz de Francesca en la habitación de Frederick, sin pensarlo abrió la puerta.
- ¿Francesca, que haces? – Frederick estaba dormido y su amiga se encontraba sobre el hombre, besándolo y con sus senos al descubierto.