Aprendiendo A Convivir Bajo La Luna Del Destino — Trillizos Alfa —

Pasé la mañana tratando de encontrar las palabras correctas. No era fácil tener que dar esta noticia, pero sabía que debía ser honesta con mis amigos y con Alex. Llegar al arcade me llenó de una mezcla de nostalgia y tristeza, sabiendo que sería una de las últimas veces que compartiríamos estos momentos.

Entré y los vi allí, todos esperándome con expresiones preocupadas. Alex se acercó primero, tomándome de la mano.

- ¿Estás bien? — se escuchaba preocupado.

Respiré hondo y asentí, tratando de mantener la compostura. Nos sentamos en una de las mesas del fondo, lejos del bullicio de los juegos y las risas.

- Chicos, gracias por venir. Sé que esto es un poco repentino y extraño, pero... hay algo que debo decirles. — empecé, sintiendo cómo las lágrimas amenazaban con brotar.

- Lo que sea que necesites, estamos aquí para ti —dijo Emma, dándome un apretón en el hombro.

Miré a cada uno de ellos, buscando fuerza en sus miradas. Finalmente, solté el aire que había estado conteniendo y les conté todo.

- Mi madre... está enferma. Tiene cáncer. Hace unos meses comenzaron los tratamientos, pero no están funcionando como esperaban. Y ahora... ahora no tiene mucho tiempo. — las palabras salieron atropelladas, cargadas de dolor y miedo.

Un silencio pesado cayó sobre la mesa. Vi cómo las expresiones de mis amigos cambiaban de sorpresa a tristeza y preocupación. Sophie fue la primera en reaccionar, estirando su mano para tomar la mía.

- Any, lo siento tanto... — dijo Sophia, con lágrimas en los ojos.

- No puedo imaginar por lo que estás pasando — dijo Lucas, su voz quebrada por la emoción.

- ¿Hay algo que podamos hacer? — preguntó Max, con una seriedad inusual en su rostro.

Negué con la cabeza, agradecida por su apoyo.

- Voy a quedarme con mis padres. Necesitan mi ayuda, y no puedo dejarlos solos en este momento. Significa que... que, no volveré con ustedes. Me quedaré en mi antigua ciudad. — las palabras finales salieron en un susurro.

- ¿Qué? Pero, Any, no puedes simplemente irte. Te necesitamos — dijo Emma, con lágrimas corriendo por su rostro.

- Lo sé, Emm, y los extrañaré más de lo que pueden imaginar. Pero esto es algo que debo hacer. Mi familia me necesita, y no puedo abandonar a mi madre ahora. — respondí, intentando mantenerme firme.

Alex me miraba, su rostro lleno de tristeza. Sabía cuánto significaba para él, pero también entendía mi decisión.

- Te apoyamos, Any. Siempre estaremos aquí para ti, sin importar dónde estés. Eres parte de nuestra familia también. — dijo, abrazándome con fuerza.

- Gracias, chicos. En verdad no saben cuánto significa esto para mí. — susurré, sintiendo cómo el peso de la decisión se aligeraba un poco con su apoyo.

Pasamos el resto de la tarde juntos, riendo y recordando buenos momentos, tratando de aferrarnos a cada segundo que teníamos. Al final del día, nos despedimos con promesas de mantenernos en contacto y de que esta no sería una despedida definitiva.

Alex me acompañó hasta la estación para tomar el tren. Nos sentamos un poco alejados de la gente.

- Sabes que cuentas conmigo, ¿No? Llámame si ocurre algo — asentí y bajé la mirada — Any... Está bien, todo estará bien — lágrimas comenzaban a caer.

- Te voy a extrañar, a todos y... Y no sabes cuánto lamento tener que irme así, yo realmente quería seguir con ustedes, graduarme con mis amigos, ir contigo al baile... — él tomó suavemente mi mentón.

- El baile será hasta inicios de diciembre, si para entonces puedes, iremos juntos al baile, como pareja — sonreí, pero luego desvíe la mirada.

- Tenemos que hablar sobre eso.

- ¿Pasa algo?

- No deseo atarte a una relación a distancia, no mereces algo así, además, no estamos acostumbrados a estar tan lejos del otro, eso solo lo hará más doloroso.

- Anya... Quieres que... ¿Terminemos? — asentí despacio.

- Es lo mejor Alex, te quiero y por eso lo hago, porque no podría hacerte esperar por mi cuando no sé si pueda regresar por tanto tiempo como estos últimos dos años... — él apartó la mirada, parecía dolido, como si estuviera reteniendo su tristeza, asintió y tomó mi mano.

- Lo entiendo y yo también te quiero, por eso debemos dejarnos ir, tú ahora tienes muchas cosas en qué preocuparte y cuidar, no puedo sumarte más carga — acarició mi mejilla y sonreí levemente.

- Gracias por entenderlo — nos acercamos lentamente hasta unirnos en un beso lento, lleno de sentimientos, nos separamos al escuchar la llamada de abordaje a mi tren.

- Es hora, vamos.

Así, fuimos tomados de la mano hasta que subí.

Mientras iba de regreso a casa, supe que había tomado la decisión correcta. Mis amigos me habían dado la fuerza que necesitaba para enfrentar lo que venía, y aunque el camino sería difícil, no estaría sola.

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^^^Continuará...^^^