De la novela " Los hijos que me dió la vida", tuvimos la oportunidad de conocer la historia de David Montes, en "Amor a diez mil metros de altura"el hermano mayor de tres hermanos, ellos tuvieron que vivir una terrible perdida, pero gracias al amor incondicional de Alejandra, su segunda madre y Fernando, quienes cumplieron el rol de padres, ellos salieron adelante, ahora es el turno de Duvan y Dominic.
Se verán enfrentados a dos hermosas chicas, con personalidades totalmente opuestas, pero que poco a poco, van a demostrar, que la teoría de que los polos opuestos se atraen, es cierta, acompáñame en esta increíble historia.
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CAPITULO 18
Dominic Montés
Conduje a casa después de terminar mi jornada laboral, mi hermano me avisó que estaría con mamá, quizás esté haciendo uso de sus consejos, sé que le van a ayudar, al llegar hice todo como de costumbre, pero está vez fui al baño y tomé una ducha, ya estaba terminando cuando a lo lejos escuché él sonido del citófono, enredé mi toalla en la cintura como pude y corrí a responder la llamada.
📞-¿Hola?-- dije.
📞- Hola señor Montés, tuve un pequeño percance -- dijo el conserje al otro lado de la línea.
📞- cuénteme de que se trata -- Indague.
📞- Sucede que vino una señorita, preguntó por usted, y cuando fui a tomar el teléfono para anunciarla, corrió al ascensor y subió, yo... yo creo que ya debe estar por llegar allá, pero no sé preocupe, ya voy a llamar a la policía-- comentó el.
📞- ¿y como es aquella mujer?--
📞- Bajita, delgada, cabello castaño claro, y tiene sus brazos tatuados -- ahí supe de quién se trataba, en ese momento el ascensor abrió sus puertas y ella ingresó.
📞- No se preocupe, no llame a la policía, sé quien es esa mujer -- dije mirándola a los ojos, colgué la llamada y me crucé de brazos.
-¿y entonces?, ¿te vas a quedar ahí parada sin decir una sola palabra?-- ella metió la mano en su cartera y de ahí saco varios billetes.
- Yo no soy una prostituta -- lanzo el puñado de billetes a mis pies, yo me reí-- ¿de qué te ríes?, ¿te parece gracioso dejar esa cantidad como "propina"?-- me dijo con ira.
- ¿ah sí?, y lo qué tú me hiciste ¿cómo lo podemos llamar?, me dejaste como un idiota, y tú te fuiste, me dejaste con muchas dudas, tenías que recibir una cucharada de tu propia medicina, no puedes simplemente ofender o utilizar a las personas e irte, y tras de eso enojarte si decido vengarme, agradéceme, por lo menos recibiste dinero, yo no recibí nada de ti, o como crees que se siente un hombre cuando lo utilizan, no solo las mujeres sufren, a nosotros nos lastima el orgullo y yo no te he hecho nada como para que me trates de esa manera -- solté todo lo que tenía -- ahora vete, si quieres tomar ese dinero hazlo, si no, dónalo, pero yo no lo tomaré, yo hice lo que tenía que hacer con él, es tu decisión lo que vayas a hacer-- di media vuelta para regresar a mi habitación.
De repente sentí dos delgados brazos rodeando mi cintura, luego como pegó su frente en la mitad de mi espalda, ahí se quedó un rato sin pronunciar ni una sola palabra, yo decidí que no sería quien hablaría primero, ella fue la que se equivocó, no puedo simplemente dejarla que haga conmigo lo que quiera.
- Yo... yo... discúlpame por lo que hice-- finalmente dijo.
- ¿qué hiciste?-- pregunté haciéndome el tonto.
- Yo no te utilicé, era algo que realmente deseaba, pero luego no supe cómo reaccionar, tu... Tu me intimidas -- yo solté un suspiro.
- ¿yo te intimido?-- sentí el movimiento de su cabeza asintiendo en mi espalda.
- Si, aunque no lo creas, eres intimidante, tú silencio, tu calma, tu seriedad, todo eso me pone nerviosa y no se si al decirte algo, cómo vaya a ser tu reacción, por eso ese día simplemente decidí irme-- ella despegó su cabeza y puso las manos en mi cintura, me hizo girar para quedar frente a ella, por un momento lo dudé, pero al final decidí mirarla a los ojos.
- Entonces, cuéntame, ¿que es lo qué sientes realmente?-- Indague.
- Eso es lo que no se, pero creo que me gustas, de una manera extraña por qué no eres mi tipo, pero algo en ti me atrae de una manera diferente, no sé cómo descifrarlo-- la entiendo, me pasa igual.
- ¿y que piensas hacer al respecto?--
- intento alejarme, así como sé qué somos totalmente diferentes, también sé que no soy una mujer apta para ti, pero por más que lo hago, siempre nos cruzamos y algo pasa, hoy por ejemplo, venía a entregarte el dinero e irme, pero mírame, estoy aquí de pie ante tí, dándote explicaciones -- no pude evitar sonreír.
- Eres bastante particular, y no puedo decir que me agrada, porque te estaría mintiendo, me molesta bastante tú forma de ser, pero aún así, admito que también siento una extraña atracción -- nos quedamos mirándonos a los ojos sin decir una palabra más.
Lo siguiente que sentí, fueron nuestros labios juntándose por quinta vez, un juego de nunca acabar, un juego que no quería jugar, pero aquí estoy, cayendo en lo que tanto he evitado, pero es inevitable, simplemente es perfecto, sentir su calor y la posesión con la que me besa, terminé por rodear su cintura con mis brazos.
- Quiero estar contigo -- dijo y aunque mi hombría estaba totalmente rígida y palpitando de deseo me detuve abruptamente.
- No, no así, ya obtuviste lo que querías aquella vez, me cogiste con la guardia baja, pero yo no soy así, no es mi forma de ser, no soy un loco que se acuesta con la que sea, solo por qué si-- le aclaré y ella sonrió.
- ¿Quieres que pida tu mano?-- se burló.
Yo no iba a permitir su falta de respeto, di media vuelta y caminé hacia mi cuarto.
- Recuerda recoger esos billetes antes de salir-- le dije.
No sé cuánto tiempo pasó, ya me había vestido y estaba recostado en mi cama revisando algunas compras en línea, cuando escuché el sonido del ascensor, y posteriormente un golpeteo en mi puerta.
- Hermano... Dominic, ¿estás despierto?-- preguntó mi hermano.
- Si, lo estoy, dime qué quieres -- dije aún recostado en mi cama.
- ¿Por qué Sara está dormida en nuestro sofá?-- quede sentado al escuchar eso, salí rápidamente.
-¿en nuestro sofá?, ¿estás seguro?-- Mi hermano asintió.
- ¿No sabías que ella estaba allí?-- yo negué.
- Ella vino, pero yo la corrí, le dije que se fuera y me encerré en mi cuarto, pensé que ya no estaba--
- pues, aparte de que esté alucinando, ella está allí, ve a revisar-- me dijo y yo caminé lentamente y con cuidado para no hacer mucho ruido.