Mi novio comparte techo con su ex (él insiste en que son solo amigos). Las discusiones son frecuentes y mi intuición me alerta, aunque sin evidencias. Además, un niño con tendencia a los incidentes ha entrado en mi vida y ahora soy su tutora. ¿Por qué este joven ocupa tanto mi mente?
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Videollamada
Durante los días que siguieron, la tensión en la casa de Leo se fue diluyendo como azúcar en el café, aunque el ambiente seguía teniendo ese puntito incómodo. El humor de Leo parecía inmune a cualquier intento de mejora, y su concentración en los estudios brillaba por su ausencia. Su mente estaba en otra galaxia.
Sinceramente, me daban ganas de gritarle que dejara de ahogarse en su propio vaso de agua, dándole vueltas a un asunto que, objetivamente, no era su bronca. Pero claro, eso equivaldría a pinchar un avispero con un palo, así que preferí mantener la paz.
Por otro lado, mis noches se iluminaban con las videollamadas con Javier.
—¿Qué cuentas?—me preguntó una noche.
—Nada del otro mundo. Se supone que estoy de vacaciones, pero parece que mi único destino es la casa de los Alonso.
—Te prometo que en cuanto aterrice de esta locura de negocios, te secuestro y te llevo de paseo donde quieras. ¡Hasta podríamos escaparnos a la playa!—mis niveles de emoción subieron como la espuma de un buen café—. ¿Y el terremoto adolescente? ¿Se porta bien contigo?
—Leo es un chico con un cerebro privilegiado, solo que a veces su interruptor de motivación está en "apagado". Tiene sus momentos "intenso y grosero", pero ya le cogí el truco. Y sí, en general me trata bien. Aunque desde lo de su madre... está como un zombie. Me gustaría ayudarlo, pero no sé qué decirle exactamente. La noticia le cayó como un meteorito y sus ganas de estudiar están bajo cero. Me preocupa que todo lo que avanzamos se vaya al traste—confesé, acurrucándome en la cama.
—Dale chance, cariño. Esa etapa familiar a veces es un shock. Tú tampoco eras un angelito, ¿eh?—soltó una risita tierna—. Además, yo también pondría el grito en el cielo si mi madre me dijera que va a tener un bebé a estas alturas... cosa que, afortunadamente, es físicamente imposible—hizo una pausa para beber algo de su taza, seguramente cafeína pura—. Me contaste que no son precisamente millonarios, ¿verdad? Seguramente él es consciente de los gastos y los problemas que supone un nuevo miembro en la familia.
—Tita dice: "donde comen tres, comen cuatro". No creo que sea el fin del mundo. Leo es joven, no debería cargar con esas preocupaciones. ¡Debería estar emocionado de ser el hermano mayor! Además, Iván está a punto de graduarse y, aparte del baloncesto, trabaja en una bodega por las noches. Seguro que será un gran apoyo. Y lo hará, porque adora a su madre y no dudará en aportar su granito de arena.
—Lo mejor es mantenerse al margen de los dramas ajenos, mi vida. Tú concéntrate en tu trabajo y listo. Y cuando se acabe el presupuesto para tus clases, pues dejas de ir—su pragmatismo a veces me chocaba un poco. Pero él había sufrido la explotación laboral y sabía de lo que hablaba. Aun así, algo en mi interior me decía que debía seguir ayudando a Leo, costara lo que costara.
—¿Y tú cómo vas?—decidí cambiar de tema antes de que empezáramos un debate sobre la moralidad de las tutorías.
—¿Qué te digo? ¿Sobreviviendo? Mucho trabajo. No tengo tiempo ni para comer un sándwich decente. Mi jefe me tiene al borde del colapso nervioso con tanta presión.
—¿Todavía no sabes cuándo vuelves? Te echo mucho de menos.
—No, princesa, no lo sé. Pero espero que pronto. Yo también te extraño un montón—dijo entre bostezos—. Me voy despidiendo, mi amor. Estoy hecho polvo y necesito urgentemente abrazar a Morfeo. Te llamaré mañana a esta hora, ¿te parece?
—Sobre eso...—me observó con atención al notar mi vacilación—. Mañana saldré con Lilly y seguramente llegaré tarde. No puedo prometerte que estaré disponible cuando llames.
—¿O sea que no sabré de ti en dos días?—preguntó con un tono de incredulidad—. ¿A dónde van? ¿Solas o con refuerzos?
—No quise decir eso. Te enviaré un mensaje en cuanto vuelva, para que sepas que estoy bien. Solo te aviso para que no te quedes despierto esperándome sin necesidad. Sé perfectamente que por las noches estás agotadísimo.
—Aún no me respondes lo que quiero saber—insistió con ese tonito celoso que me sacaba de quicio.
—Vamos a una feria de postres tradicionales.
—¿Y eso requiere llegar tan tarde?
—Hay eventos especiales. Empieza por la tarde y termina alrededor de las diez.
—Es peligroso para dos chicas solas...
—¡Iremos con Iván y Daniel, ¿ok?! No nos va a pasar nada. Y de verdad espero que no arruines el momento con tus ataques de celos. Ya los conoces, hemos compartido juntos varias veces—se quedó en silencio, pensativo.
—Cualquier cosa, no dudes en llamarme. Buscaré la forma de ayudarte. Buenas noches, Helen.
—Adiós, Javi. Te quiero.
Al día siguiente, fiel a mi rutina, me presenté en casa de los Alonso. Estaba sentada en el sofá, disfrutando de unas galletas recién horneadas que la señora Hirma había sacado del horno con su magia habitual.