Mucho antes de que los hombres escribieran historia, cuando los orcos aún no habían nacido y los dioses caminaban entre las estrellas, los Altos Elfos libraron una guerra que cambiaría el destino del mundo. Con su magia ancestral y su sabiduría sin límites, enfrentaron a los Señores Demoníacos, entidades que ni la muerte podía detener. La victoria fue suya... o eso creyeron. Sellaron el mal en el Abismo y partieron hacia lo desconocido, dejando atrás ruinas, artefactos prohibidos y un silencio que duró mil años. Ahora, en una era que olvidó los mitos, las sombras vuelven a moverse. Porque el mal nunca muere. Solo espera...
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El Hombre sin Rostro
Vorn observó con atención al hombre misterioso en la calle, mientras Samael ya preparaba su arma. Nadie era confiable en estos tiempos.
Una voz burlona rompió el silencio:
—¿No piensas saludarme, Vorn? ¿O Alastor te quitó los modales? —rió el desconocido.
—¡Imposible! —exclamó Vorn—. Han pasado cuatro años desde que dejaste el gremio, ¡y aún sigues vivo, viejo perro! ¡Varion! Jajaja… Qué bueno es encontrarte. ¿Qué has hecho todo este tiempo?
—¿De qué rayos están hablando? —interrumpió Samael, confundido.
—Perdón, Samael —respondió Vorn, aún riendo—. Él es Varion, una leyenda viva. Fue un antiguo lord del gremio de los asesinos, la segunda voz detrás de Alastor. Se lo conoce como el Hombre sin Rostro.
—Ajá… sí, sigo sin entender nada —replicó Samael, desconcertado.
Varion rió con fuerza.
—Síganme, niños. Vamos a una taberna. Comeremos, beberemos y pondremos todo al día.
Mientras caminaban por el pueblo, los muchachos observaban las bellas casas, las flores colgando de los balcones, el perfume del pan de Eradial. Eran cosas que removían recuerdos… y esperanzas.
—Vorn —susurró Samael—. ¿Por qué seguimos a este sujeto? Me cuesta confiar en alguien que no conozco. Después de mi maestro Miguel, solo confío en ti.
—Yo tampoco confío en casi nadie —respondió Vorn—, salvo en ti. Pero Varion tiene honor. Si Alastor confía en él, yo también. Y si nos traiciona… bueno, al menos moriremos rápido —bromeó con una sonrisa torcida.
Samael lo miró con ganas de golpearlo, pero se contuvo.
—Aquí es —anunció Varion, abriendo las puertas de la taberna—. ¡Yo invito!
—Me parece bien —dijo Samael—. Tengo mucha hambre.
—Pensaba igual que tú, mi estimado —rió Vorn.
Ya sentados, Varion empezó a hablar:
—Abandoné el gremio porque las ratas traidoras se apoderaron de los altos mandos. Pandora, mi niña, era la única que valía la pena. Tuve una pelea con Alastor… y preferí irme antes que arruinar nuestra amistad. Viajé por el mundo… hasta que me contrataron. No solo por mis habilidades, sino por mi conocimiento.
—Con Vorn matamos a Judas. Dos veces. Bueno, una. La otra fue el dueño del mal. Pero son temas aparte —dijo Samael.
Vorn lo miró confundido.
—Pensé que nuestra historia también era importante —añadió Samael, encogiéndose de hombros.
Varion soltó una carcajada.
—¿Ustedes mataron al traidor de Judas? ¡Con más razón deben venir conmigo!
—¿Dónde estás ahora, Varion? Con tus habilidades… podrías suplantar hasta un rey —dijo Vorn, desconfiado.
—No es la vida que deseo —respondió Varion—. Encontré una escuela… un lugar donde entrenan a personas con habilidades únicas. Vorn, podrías aprender magia. Y tú, Samael, podrías dominar más armas. Tienes talento… pero estás limitado por ese martillo. Solo serán dos años. Luego podrán regresar más fuertes, listos para impedir la guerra que se avecina.
Vorn lo miró, pensativo.
—Déjame hablarlo con Samael.
Varion se retiró a la barra, dejando a los dos jóvenes solos.
—¿Qué opinas? —preguntó Samael—. Podríamos ganar tiempo. Evitar la guerra. Me gustaría estudiar… y comer en paz por un tiempo.
—Estoy de acuerdo —dijo Vorn—. Dos años no son nada si podemos salvar el mundo después. Pero… ¿qué hay de la Ciudad de la Luz? ¿Tu antiguo hogar?
—Lo pienso todos los días… pero no tengo el nivel para enfrentar a Hazrral y su ejército. Tú también piénsalo, tu hogar corre peligro. Tal vez Alastor esté preso o muerto…
—Exacto —asintió Vorn—. No tenemos el poder… aún. Además, el martillo que buscas está allá. Dos años… para salvar el mundo. Nada mal.
—Entonces iremos, aprenderemos todo… y después salvaremos el mundo. Un día normal —rió Samael.
Vorn se levantó y llamó a Varion.
—¡Vamos contigo, Varion! Estamos de acuerdo.
Varion se limpió la boca y asintió.
—Perfecto. Mi montura nos espera.
Al salir, los héroes quedaron atónitos. Frente a ellos, majestuoso y sereno, se hallaba un dragón de escamas negras como la noche. Uno de los legendarios dueños de las montañas.
—Suban —dijo Varion—. Debemos llegar antes del amanecer. Es hora de inscribirlos, mis jóvenes alumnos.
Y así, una vez más, el destino dio un giro inesperado. Comenzaba un nuevo camino. No de guerra… sino de aprendizaje.
sigan así /CoolGuy/
me encanta!!!