Sinopsis:
Joarah siempre había vivido una vida tranquila en México, hasta que se vio obligada a huir del país, dejándolo todo atrás. Perseguida por Emmanuel Gonzales, un poderoso magnate del crimen, no entiende sus verdaderos motivos, pero sabe que debe salvarse a cualquier precio.
Al llegar a Sicilia, Joarah pide ayuda a la única persona que conoce, su amiga Alice. Las cosas se complican cuando descubre que Emmanuel está más cerca de lo que imaginaba. Durante un tenso encuentro, Joarah se enfrenta a una sorprendente revelación: es idéntica a la ex esposa de Emmanuel, una mujer que muchos dieron por desaparecida y otros por muerta.
Emmanuel, frío y calculador, le propone un trato impensable: que Joarah se convierta en su esposa de alquiler, no por amor, sino por necesidad, para garantizar el futuro de su hijo y la seguridad económica de su padre. Joarah descubre secretos familiares que cambian su visión del pasado y de Emmanuel.
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Capítulo 18
Joarah González
- Emmanuel, ¿qué está pasando? - pregunté, tratando de mantener la calma.
Respiró hondo y evitó por un momento mi mirada.
- Joarah, yo... no puedo. No puedo casarme contigo -dijo, con la voz quebrada-. - Es demasiado duro para mí.
Sentí que se me hacía un nudo en la garganta, el dolor de sus palabras me calaba hondo. Pero sabía que no podía renunciar a lo nuestro.
- Emmanuel, tienes que ser valiente -dije, con voz firme a pesar de las lágrimas que amenazaban con caer-. - Deja de llevar a nuestro futuro todo el dolor que te consume del pasado.
Me acerqué a él, tomando sus manos entre las mías.
- Te quiero, Emmanuel. Y no dejaré que nos niegues lo que yo siento, aunque tú aún no lo sientas. Pero hazlo por los que quieres: Antonio, tu familia, incluso por ti mismo. Y yo haré lo mismo.
Me miró, con los ojos llenos de conflicto y emoción. Sabía que la decisión no sería fácil, pero nuestro amor y la promesa de un futuro juntos merecían la pena.
- Por favor, Emmanuel -susurré, apretándole las manos-. - Danos una oportunidad a nosotros, a nuestro amor.
HUbo un momento de silencio, cargado de expectación. Finalmente, suspiró profundamente y me miró a los ojos.
- Joarah, yo... - empezó, con voz vacilante. - Tengo mucho miedo, pero tienes razón. No puedo quedarme anclada en el pasado.
Sentí una oleada de alivio y esperanza mientras le estrechaba en un fuerte abrazo.
- Te quiero, Emmanuel.
-Estás preciosa, ¿seguro que quieres casarte conmigo? -murmuró contra mi pelo.
- Estoy segura, no hay otra, tú y Antonio sois todo lo que quiero, voy a luchar por nosotros.
Le abracé con fuerza, sintiendo como la emoción me desbordaba. Sabía que el camino no sería fácil, pero juntos podríamos superar cualquier obstáculo. Y con este nuevo comienzo, estábamos preparados para afrontar el futuro de la mano, dejando atrás el pasado.
Me subí al coche con mis amigos para ir a la iglesia, donde Emmanuel entró primero y esperó a que yo entrara, con el suave sonido de las campanas resonando en el aire, creando una atmósfera única y casi etérea. La iglesia estaba decorada con flores blancas y verdes, creando el telón de fondo perfecto para nuestra boda. Sentí que el corazón se me aceleraba mientras me preparaba para entrar. Dolores me ajustó el velo por última vez y me dio un fuerte abrazo.
- ¿Estás preparado? - preguntó con una sonrisa alentadora.
Asentí con la cabeza, respirando hondo. La puerta de la iglesia se abrió y comencé a caminar por el pasillo, con mis pasos resonando en el suelo de mármol. Todas las caras se volvieron hacia mí, pero mis ojos estaban fijos en Emmanuel. Estaba delante, esperándome, con los ojos llenos de emoción y determinación.
Cada paso parecía eterno, pero por fin llegué al altar. Emmanuel me tendió la mano y yo la cogí, sintiendo la familiaridad y la comodidad de su tacto. El sacerdote dio comienzo a la ceremonia y sus palabras se mezclaron con el suave sonido de la música de fondo.
- Estamos aquí reunidos para celebrar la unión de Joarah y Emmanuel -comenzó el sacerdote, con una cálida sonrisa-. - El amor es la fuerza que los ha traído aquí, y hoy, delante de todos, se prometen
Miré a Emmanuel, con el corazón rebosante de amor y gratitud. Me apretó la mano, sus ojos transmitían la misma emoción que yo sentía. Cuando llegó el momento de los votos, Emmanuel empezó, con voz firme y llena de sinceridad.
- Joarah, desde el momento en que te conocí, trajiste luz a mi vida. Prometo protegerte y estar a tu lado, pase lo que pase. Hoy, delante de todos, prometo ser el marido que te mereces, el padre que Antonio necesita y el hombre que siempre luchará por nosotros.
Sentí las lágrimas correr por mi rostro mientras él hablaba. Luego llegó mi turno.
- Emmanuel, me haces sentir lo que es el verdadero amor y me has dado una nueva esperanza. Prometo amarte incondicionalmente, estar a tu lado en todo momento y construir una vida llena de felicidad y comprensión. Hoy prometo ser la esposa que mereces y la madre que Antonio necesita.
El cura nos bendijo e intercambiamos los anillos, símbolo de nuestro amor y compromiso eterno. Cuando anunció que estábamos casados, Emmanuel se inclinó hacia mí y me besó, un beso lleno de amor y promesas para el futuro.
La iglesia estalló en aplausos y sonrisas cuando nos volvimos hacia nuestros amigos y familiares, ya convertidos en marido y mujer. Salimos de la iglesia cogidos de la mano, listos para empezar nuestra nueva vida juntos.
Mientras salíamos, bajo una lluvia de pétalos de flores, miré a Emmanuel y sonreí.
- Lo hemos conseguido", susurré, sintiendo que la felicidad irradiaba de mí.
- Sí, lo hemos conseguido -respondió él, estrechándome en un abrazo.
Y en ese momento supe que, a pesar de todos los retos, estábamos preparados para afrontar el futuro juntos, con el amor y el valor que sentía por los dos.