Mónica es una joven de veintidós años, fuerte y decidida. Tiene una pequeña de cuatro años por la cual lucha día a día.
Leonardo es un exitoso empresario de unos cuarenta y cinco años. Diferentes circunstancias llevan a Mónica y Leonardo a pasar tiempo juntos y comienzan a sentirse atraídos uno por el otro.
Esta es una historia sobre un amor inesperado, segundas oportunidades, y la aceptación de lo que el corazón realmente desea.
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Nuevos comienzos y oportunidades
Luego de instalarse en lo que terminó siendo una pensión familiar para estudiantes, Mónica se dejó caer en la cama, las lágrimas volvieron a escapar de sus ojos. Y la muchacha se prometió que esa sería la última vez que lloraría por amor y desengaños.
Entre lágrimas y sollozos finalmente se quedó dormida cuando estaba llegando casi el mediodía.
Unos toques en la puerta la despertaron, la muchacha se incorporó en la cama y al escuchar que los toques se volvían más insistentes fue a ver quién era mientras se restregaba los ojos. Al abrir se encontró con una chica de unos veinte años más o menos la cual le sonrió...
-¡Hola! Buenos días, soy Rocío- saludó la chica de cabello oscuro- Me pidió Inés que te llamara para almorzar.
-¿Almorzar? - preguntó Mónica confundida.
-¡Ah, sí! Cierto que eres nueva- dijo Rocío rascándose la nuca- Deja y te explico mientras vamos al comedor.
Mónica suspiró y sín quejarse camino detrás de la muchacha de cabello negro quién le contó que como esa era una casa universitaria allí todos se reunían a comer juntos, era una regla de Inés la dueña de la casa.
Cuando llegaron al comedor, Mónica se sorprendió de ver ya ubicados allí a tres chicas más que tendrían quizás uno o dos años más que ella, y a dos chicos de la misma edad. En la esquina principal de la mesa se encontraba la mujer que le había dado hospedaje así que dedujo que esa era Inés.
-Ah, hola nuevamente- le dijo Inés poniéndose de pie- Buenos chicos- dijo mirando a todos los comensales- Les presento a Mónica a partir de hoy ella va a estar viviendo con nosotros.
Las seis personas que la estaban observando con expectativas le sonrieron y tras saludarla al unísono fueron presentándose de a uno a medida que transcurría el almuerzo. Para sorpresa de Mónica los jóvenes fueron muy amables, le contaron que todos ellos trabajaban y estudiaban, algunos cursaban su primer o segundo año de universidad a excepción de Rocío y Laura que todavía estaban en la preparatoria. Pero ninguno se mostró con mala predisposición hacia ella, cuando el almuerzo terminó, Mónica supo el motivo por el cual comían todos juntos y era porque allí según el día de descanso que tuvieran en sus empleos, cocinaban los que estaban libres.
Los días fueron pasando, Mónica se iba acostumbrando a su nueva vida con facilidad, hasta ese momento no tenía decidido aún que haría, contaba con algo del dinero que había conseguido por la venta de las pertenencias de su abuela y lo que Ryan le había dado para ocuparse del bebé, dinero que ella se dispuso a guardar para cuando más lo necesitara. Y como sabía que el otro dinero no iba a durarle eternamente no dudó en preguntarles a sus nuevos compañeros y pronto amigos si sabían acerca de algún empleo para ella.
Todos quedaron en avisarle si se enteraban de algo.
Tres semanas habían pasado y Mónica casi había olvidado los motivos que había tenido para salir de su pueblo y estar en un lugar nuevo y con personas desconocidas. Se sentía tranquila, como si ese fuera el sitio indicado para ella y su bebé. Una tarde Diego uno de los chicos que ya estaba en su segundo año de Medicina, llegó apresurado y tocó la puerta de Mónica, ella que había estado hasta ese momento dormido porque ya comenzaban a hacerse presentes algunos malestares del embarazo como el cansancio y las náuseas abrió de inmediato al oír la urgencia en la voz del chico.
-¡Vamos, Mónica. Vistete rápido! - exclamó Diego urgido.
-¿Qué pasó, Diego? - indagó la muchacha algo somnolienta.
-Tienes una entrevista de trabajo en una hora- respondió él sonriendo.
-¿Qué? ¿Dónde? - preguntó ella antes de bostezar.
-Tú arréglate y mientras vamos te explico- le dijo y como el trabajo le era necesario, Mónica no dudó en hacerle caso.
Mientras iban en el automóvil propiedad de Inés, Diego le contó que se había enterado de una vacante en la cafetería de la Universidad, y que le había pedido a la señora que era encargada que no la hiciera pública hasta hablar con ella. Mónica sonrió agradecida por la buena voluntad del chico y aunque se sentía nerviosa, no dudaba de que todo saldría bien.
Y así fue, Rosa, la encargada de la cafetería le hizo una entrevista, indagó en todos los aspectos posibles de la vida de Mónica y como además de sentirse conmovida por lo que la chica le contó, la mujer era amiga de Inés no tuvo reparos en darle el empleo. Al día siguiente Mónica llegaba con Diego a la universidad, él para estudiar y ella para trabajar.
Mónica se sentía aliviada de haber dejado atrás el pequeño pueblo donde las miradas inquisidoras y las presiones podrían haberla ahogado. Había sido una decisión difícil, pero la exigencia de Ryan el padre de su bebé, pidiéndole que se deshiciera del niño, fue el empujón que necesitó para marcharse.
Su primer día en la cafetería fue un tanto caótico, pero también emocionante. Desde las primeras horas de la mañana, Mónica se movía entre mesas y pedidos, sirviendo cafés humeantes y reponiendo bocadillos. Las conversaciones de los estudiantes, la música suave de fondo y el aroma del café recién molido le daban una sensación de pertenencia que no había sentido en mucho tiempo. Entre clientes apresurados y compañeros amables, como Diana, la encargada de turno, Mónica se integró rápido. Le gustaba lo simple de la rutina: preparar bebidas, limpiar las mesas, y charlar brevemente con los estudiantes que, como Diego, pasaban regularmente por allí. Cuando él entraba, solía sonreírle con complicidad, haciéndole un gesto de apoyo que Mónica agradecía en silencio.
Al final de su segundo día, ya comenzaba a sentir que la cafetería era un refugio. El bullicio constante era reconfortante, y aunque el trabajo a veces la cansaba, la dejaba con una sensación de satisfacción. La normalidad de servir bebidas y preparar meriendas era justo lo que necesitaba para distraerse de sus preocupaciones. Mónica notaba cómo los estudiantes la iban reconociendo y, poco a poco, se sentía menos como una extraña y más como alguien que pertenecía allí.
En la casa universitaria, la vida era un contraste entre la tranquilidad y la camaradería de los demás chicos. Inés, era una mujer mayor, era cálida y atenta, siempre pendiente de todos. En algunos momentos le recordaba a su abuela, pero con un aire de mayor libertad y apertura. Compartir techo con Diego y los demás jóvenes era una experiencia nueva para Mónica, llena de pequeños rituales que rápidamente le parecieron entrañables. Laura, siempre con una sonrisa, le ofrecía consejos sobre la universidad yvla animaba a en algún momento inscribirse para estudiar; Rocío, un tanto más reservada, pasaba largos ratos en su habitación, aunque era atenta cuando se cruzaban en la cocina. Samuel, en cambio, tenía un humor contagioso y frecuentemente organizaba improvisados y divertidos momentos en el comedor común. Alicia y Cintia, ambas compañeras de estudios, la hicieron sentir cómoda desde el primer momento, incluyéndola en sus charlas animadas e instandola al igual que Laura a animarse a estudiar.
Las noches en la casa solían ser tranquilas. Tras la cena, cada quien se retiraba a su habitación o a estudiar en la sala compartida y mientras los demás estudiaban, Mónica se ocupaba de ayudar a Inés en lo que fuera necesario, la mujer siempre se aseguraba de que todos tuvieran lo que necesitaban y ocasionalmente dejaba alguna pequeña sorpresa, como galletas recién horneadas. Mónica apreciaba esos detalles; le daban una sensación de hogar que no esperaba encontrar tan pronto.
A pesar de las incertidumbres que aún enfrentaba sobre su futuro, Mónica estaba empezando a encontrar un nuevo equilibrio en esa pequeña comunidad. Aunque el camino hacia adelante no era claro, sabía que el apoyo de todos sería un buen punto de partida para construir una nueva vida, no solo para ella, sino también para el bebé que crecía en su interior.
1° = MUY BUENA REDACCIÓN .
2° = MUY BUEN ARGUMENTO.
3° = MUY BUENA ORTOGRAFÍA .
----= ESCASOS ERRORES, LOS CUALES LOS CON-
----= SIDERO ERRORES DE TIPEO , LOS CUALES ----= POR LO GENERAL LOS COMETEMOS ( NO ----= SUPERAN LOS 10 EN TODO EL LIBRO.)
----= SOLO ME RESTA DECIRLES : LA ----= RECOMIENDO SIN DUDARLO . POR ----= CONSIGUIENTE , DESPUÉS DE LEER ALRE-
----= DEDOR DE 200 LIBROS Y SIENDO MI ----= SEGUNDA CINCO ESTRELLAS Y LA RECOMI-
----= ENDO SIN DUDARLO . ❤❤❤❤❤🌹🌹🌹🌹🌹🌟🌟🌟🌟🌟