Elena nunca había imaginado que su vida cambiaría de manera tan drástica al cumplir diecisiete años. Criada en una tranquila ciudad costera, sus días transcurrían entre las aulas del instituto y las tardes en la biblioteca local, donde su amor por la historia y el arte florecía. Sin embargo, todo dio un giro inesperado cuando su padre, un renombrado historiador, recibió una oferta de trabajo que no podía rechazar.La oferta provenía de Adrian, el misterioso dueño de una galería de arte en la lejana ciudad de Ravenwood.
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Capítulo 18 : Confesión de Amor y Comprensión
Elena se sentó frente a su padre, con el corazón latiendo con fuerza en su pecho. Había llegado el momento de contarle la verdad sobre su relación con Adrian, sobre su amor por él y sobre su deseo de pasar el resto de su vida a su lado.
—Papá, necesito hablarte sobre algo importante —dijo, buscando la mirada de su padre y encontrando en ella una mezcla de curiosidad y preocupación.
Michel la miró con atención, percibiendo la seriedad en su tono.
—Claro, hija. ¿Qué sucede? ¿Te pasa algo?
Elena respiró hondo, reuniendo valor para decir las palabras que llevaba tanto tiempo guardando.
—Papá, sé que esto puede sonar extraño, pero... Adrian no es quien parece ser. Es más que un simple hombre. Es un vampiro.
Las palabras resonaron en la habitación, llenando el aire con un silencio tenso mientras Michel procesaba la sorprendente revelación de su hija.
—¿Un vampiro? —repitió Michel, asimilando la información lentamente—. ¿Estás segura, Elena? ¿Cómo puedes estar tan segura de algo así?
Elena le contó a su padre todo sobre su relación con Adrian, desde el momento en que se conocieron en la galería de arte hasta las profundidades de su amor mutuo. Le habló de los momentos felices que habían compartido, de las dificultades que habían enfrentado juntos y de la conexión única que sentían el uno por el otro.
—Papá, sé que suena increíble, pero es la verdad. Adrian me lo ha contado todo, y he visto cosas que no puedo explicar de otra manera. Lo amo con todo mi corazón, y quiero pasar el resto de mi vida a su lado, incluso si eso significa renunciar a mi humanidad.
Michel la miró con una mezcla de asombro y preocupación, sintiendo una oleada de emociones abrumadoras en su interior.
—Elena, entiendo que estés enamorada y que desees estar con este hombre, pero... ¿estás segura de lo que estás pidiendo? Convertirse en vampiro es una decisión irreversible, y no sabemos qué consecuencias podría tener en tu vida.
Elena asintió, sabiendo que su padre tenía razón.
—Lo sé, papá. Pero también sé que no puedo imaginar mi vida sin Adrian. Estoy dispuesta a enfrentar cualquier desafío si eso significa estar con él.
Michel la miró con ternura, sintiendo un profundo amor y preocupación por su hija.
—Elena, eres joven y tienes toda la vida por delante. No quiero que te apresures en tomar una decisión tan importante. Tienes solo diecisiete años, y hay mucho por descubrir y experimentar en el mundo. No quiero que te arrepientas de algo tan serio más adelante.
Elena entendió las palabras de su padre y apreció su preocupación, pero también sabía lo que quería.
—Papá, te agradezco tus palabras, pero esto es algo que siento en lo más profundo de mi ser. No quiero esperar más tiempo para estar con Adrian, quiero estar a su lado ahora y para siempre.
Michel la miró con tristeza, sabiendo que no podía detenerla si su corazón ya estaba decidido.
—Entiendo tu deseo, Elena. Y aunque no estoy de acuerdo con tu decisión, siempre te apoyaré en lo que decidas hacer. Eres mi hija y siempre estaré aquí para ti, pase lo que pase.
Las lágrimas llenaron los ojos de Elena mientras abrazaba a su padre con fuerza, sintiendo una oleada de gratitud y amor por él.
—Gracias, papá. Significa mucho para mí.
Con eso, se separaron del abrazo, con una sensación de comprensión y amor que los unía más que nunca. Aunque el camino que tenían por delante sería difícil y lleno de desafíos, sabían que mientras estuvieran juntos, podrían enfrentar cualquier cosa que la vida les deparara.
