Cautiva por la Mafia.

Llego a casa tarde, subo a mi habitación, abro la puerta despacio y veo a mi bella mujer dormida con un camisón. No me quedo mirando mucho para no excitarme, estoy muy cansado. Coloco mis armas sobre la cómoda y me voy a tomar una merecida ducha para quitarme toda esa sangre que tenía encima. Después de ducharme y vestirme con mi calzoncillo, no puedo evitar acostarme de otra forma. Veo que Stella está destapada y como hace frío, cojo la manta y la tapo. Le doy un beso en la frente.

Matteo: Buona notte, mia moglie.

Me acuesto y me quedo dormido.

Stella.

Siento cómo se abre la puerta, él ha llegado. Escucho ruidos, coloca algo sobre la cómoda y se va directo al baño. No tengo valor para abrir los ojos, tengo frío y mucho sueño. Cuando pienso en taparme, él sale del baño y se acuesta en la cama. Siento sus manos cerca de mí, pero no hay tiempo para nada. Siento cómo me tapa con la manta, dice algo y me besa en la frente. Al segundo siguiente, escucho su respiración tranquila, ya se ha dormido. Abro los ojos lentamente y lo veo durmiendo. ¿Cómo puede ser tan hermoso y tan cruel a la vez? Me doy la vuelta y me quedo dormida.

Despierto y ya es de mañana. Miro hacia la ventana y veo algunos rayos de sol a través de las cortinas. Me levanto despacio y voy al baño. Al volver, veo que él dejó sus armas en la cómoda. Realmente estaba cansado. Lo miro a él, miro el arma. Sería mi oportunidad, la oportunidad de acabar de una vez por todas con este sufrimiento, de librarme de él de una vez. Sé que seré asesinada inmediatamente, pero él ya estará muerto, al menos podré saborearlo aunque sea por un segundo. Por impulso, cojo el arma, nunca había cogido una antes, solo las veía en manos de los narcotraficantes del barrio, pero no así, no tan bonitas con ese puño dorado. Sé que tengo que desactivarla para poder disparar. Miro a él en la cama, no sé qué hacer, pero un coraje se apodera de mí y desactivo el arma, que hace ruido, y lo apunto. Con el sonido del arma desactivada, él despierta y me mira con el arma en la mano. Se sienta en la cama lentamente y se levanta.

Matteo: ¿Qué es esto, Stella?

Stella: Tu arma, ¿no ves?

Matteo: Eso lo sé. ¿Qué vas a hacer con eso, dispararme?

Stella: Quiero hacerlo.

Matteo: Bueno, está lista. Veo que ya está desactivada.

Stella: No soy tan tonta, sé que si te mato, seré asesinada en cuanto tus guardaespaldas abran esa puerta.

Él se acerca y coloca el cañón del arma en su pecho.

Matteo: Dispara, Stella. Ordené a mis hombres que si me matas, podrías salir de aquí libre y llevarte a tu familia contigo.

Stella: Es mentira.

Él es un mentiroso, ¿cómo puede querer perder la vida a manos de alguien como yo? Incluso colocó el arma en un lugar vital para que no pudiera fallar.

Matteo: Dispara, Stella. Si tengo que morir, prefiero que sea a manos tuyas.

Mi mano empieza a temblar, no puedo, simplemente no puedo dispararle. Lágrimas comienzan a caer de mi rostro y él baja el arma y me abraza.

Matteo: Está bien, no llores. Todo estará bien.

Cuando me doy cuenta de que estoy en sus brazos, lo empujo y entro al baño, cerrando la puerta con llave. Me siento en el suelo de espaldas a la puerta y comienzo a llorar.

Oigo cómo golpea la puerta.

Matteo: Stella, abre la puerta. Stella, no hagas esto.

Stella: Vete.

Oigo cómo golpea la pared y grita.

Matteo: Maldición.

Unos minutos después, oigo cómo se cierra la puerta de la habitación.

Matteo.

Sabía que ella era valiente, pero no hasta ese punto. Apuntarme con el arma, desprovista de seguro, fue bueno. La valentía de apuntar el arma está bien, pero disparar ya es otra historia. Recuerdo como si fuera hoy a la primera persona que maté, fue malo, fue pésimo. Me sentí mal durante semanas, pero como soy hijo de quien soy, no tuve elección. Aprendí a no preocuparme por las vidas que están en mis manos después de tanto tiempo. Ya no siento remordimiento por las vidas que he quitado, uno se acostumbra a la muerte, a la oscuridad que nos rodea. Cada día en esta vida, la oscuridad se apodera de nosotros. Lo que dije era verdad, ya lo había avisado a mis hombres: si algo me pasa a manos de Stella, pueden dejarla ir con su familia. Ella ya tiene posesiones a su nombre. Si tengo que morir, quisiera que fuera a sus manos. Al menos me ahorraría el sufrimiento y finalmente tendría paz. Me entristeció verla llorar, pero la necesito a mi lado. Si hay algo bueno en mi vida, es haberla encontrado. Ella es la luz que ilumina mi corazón, tan sombrío y dañado por esta vida maldita. Me enojo conmigo mismo por hacerla sufrir. Golpeo la pared sin pensarlo y grito.

Matteo: Maldición.

Estoy frustrado otra vez, voy al armario, cojo unos pantalones cortos y salgo de la habitación. Necesito sacar esta rabia de mí y lo mejor que puedo hacer ahora es ir al gimnasio. Allí descargaré mi ira. No fue un descuido dejar el arma ahí, confío en ella. Sé que si estuviera muerto ahora, no me arrepentiría, al igual que no me arrepiento de que no haya disparado. Esto significa que ella no es un monstruo como yo.