Ángel de la Luna, es la mujer más hermosa que he visto en mi vida; es una niña de alta sociedad y yo solo soy su escolta personal.
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TARDES PARA RECORDAR
Impresionados al encontrarse de frente con la inconmensurable mansión, guardaron silencio para admirar en su totalidad la alucinante obra. El auto avanzaba en medio del gigantesco prado, ornamentado con árboles, flores y esculturas. Los tres hombres descendieron del vehículo y un séquito de escoltas y mucamas los esperaban. Se dirigieron a la sala en compañía de una de las señoras del servicio; Alejandro y Emiliano, jamás en su vida habían visto tanta opulencia, sus rostros anonadados se maravillan con cada elemento de la villa.
- Angélica, he traído a mi hijo y a su amigo, los dejo en sus manos, con permiso me retiro.
Ambos chicos saludaban amablemente a la señora de la casa y a su hija. Luna se veía sublime con su largo vestido vinotinto de un corte imperio, su cabello trenzado en forma de corona, que dejaba la mitad de este suelto, le daban un toque de elegancia. La mirada de Alejandro evidenciaba la absoluta fascinación por la señorita; reaccionó de su trance cuando Angélica Sinclar le sugirió pasar a su despacho, para recibir el reporte solicitado.
Luna invitaba a Emiliano a dar un paseo por la casa y sus alrededores, poco a poco disminuía la tensión causada por el efecto de lo novedoso, la anfitriona enunciaba frases de acuerdo a las necesidades de él, con el fin de minimizar su cohibición y ansiedad. Entrando en confianza, se dio la oportunidad de departir sobre las dificultades adyacentes a su condición particular, Emma y su complicada vida dentro del campus, que afectaba en gran medida su permanencia en el plantel. Cuándo ambos cruzaban palabras, una de las mucamas le informaba que la señorita Isabel Alameda aguardaba en la sala.
Saludaba cortésmente con su distinguido coqueteo a los presentes, Emiliano le sonreía complacido, imaginó que debido a la discusión sostenida en días pasados, ella no acudiría a la reunión; verla allí con una actitud respetuosa, tan hermosa, tan imponente, le aceleraba su eufórico corazón.
Angélica aún no podía ocultar el entretejido de melancolía, asombro y desasosiego que se presentaba al tener de frente al joven Alejandro, el parecido con su tío la devolvían a sus años felices y doloroso de su infancia y juventud, esos años compartidos con Antonio, en la finca de sus padres.
Despacio y en silencio revisaba los documentos de las acciones ejecutadas durante ese periodo laboral, de vez en vez, apartaba la vista de las hojas para detallar al sobrino de aquel que había sido su gran amor, ¿Cómo sería su vida si la muerte se hubiese retrasado en llegar, si se hubiese desviado del camino trazado? Nada de eso importaba ahora, era la esposa de Cristián y lo quería profundamente; en el libro sobre su vida, el capítulo de Antonio tenía un final, no un final feliz, pero era un final después de todo.
- Alejandro, el documento está bien escrito y especificado, gracias por cuidar a mi hija, se la encargo nuevamente. Ella es la luz de mis ojos. Antes de salir, quiero comentarle algo más.
-Si señora Angélica, estoy a su disposición
-Alejandro, sé que Luna lo tiene en alta estima, usted le ha servido de soporte a lo largo de este tiempo en la universidad; tiene también mi confianza y la de su padre, es por ello que le pido encarecidamente que la relación con mi hija se mantenga dentro de los parámetros laborales. No me defraude.
Las palabras de Angélica reafirmaban lo que sabía desde siempre, el amor que sentía por la señorita era un imposible, como las estrellas en el firmamento, quizás lograría disfrutar de su belleza y compañía, pero por más que tratase, jamás podría alcanzarla. La realidad es bastante dolorosa, aun así, nadie le prohibiría construir una historia de amor dentro de sus recónditos sueños.
-Señora Angélica me mantendré dentro de mis obligaciones.
Con las manos en los bolsillos del pantalón, regresaba nuevamente a la sala para encontrarse con Luna y Emiliano. Verla sonreír con dulzura, jugando con su cabello cobrizo, le arrancaban un suspiro. Maldito cupido, hechizando su ingenuo corazón con un ángel del cielo, esa sublime mujer que se encontraba en frente suyo, tan cercana y tan lejos, nunca sus vidas se entrelazarían para compartir el mismo sentimiento.
Reunidos salían con dirección al jardín, precioso espacio de tierra coloreado de verde por el césped, aromatizado por flores de la más extraña rareza, algunos árboles que proporcionan sombra, una cabaña de madera dotada de una mesa, varias sillas, muebles con sus cojines, faroles suspendidos del techo y plantas de enredadera que trepaban osadamente por las vigas. Un lugar de ensueño que parecía ser capaz de detener el tiempo, sumergiéndolos en felicidad plena; dejaría eternamente en sus memorias el recuerdo del azucarado momento compartido.
A las 12:34 de la tarde de aquel sábado, las empleadas domésticas servían deliciosos platillos, el almuerzo estaba exquisito, el sabor de la comida se mezclaba con la grata compañía, las risas, las historias y las anécdotas formaron una dicha especial, que cada uno guardo en su corazón.
Vestidos con ropa deportiva (Luna les proporcionaba estos elementos) ingresaron a la cancha de tenis para disputar de un partido, Alejandro informaba su nula experiencia en ese deporte, Emiliano compartía la misma situación. Isabel y Luna sonrientes les enseñaban las bases del juego. Empezaba el partido y al mismo tiempo las carcajadas de las dos mujeres recorrían la cancha, verlos brincar de un lado para otro detrás de la pelota, era sumamente divertido. Alejandro gritaba desde el extremo de la cancha bastante animado, "si fuera en baloncesto, nunca podrían ganar". Para equilibrar el juego, Isabel y Emiliano se enfrentaban contra Luna y Alejandro, poco a poco mejoraban y el juego se tornaba agradable.
Cansados por el esfuerzo realizado, las parejas se sentaban a cada extremo de la cancha, por su lado, Luna intrigada preguntaba sobre la reunión sostenida con su madre, deseaba conocer los pormenores. Alejo, ¿Qué te ha dicho mi madre?
- La señora Angélica ha sido muy amable conmigo, elogió mi informe, me agradeció por cuidarla y me encargo seguir haciéndolo. Ángel, se nota que su madre la ama demasiado.
-Ella es muy especial, es la pieza clave en nuestra familia. La que orienta nuestras vidas y nos ofrece apoyo incondicional. ¿Algo más Alejo?
Recordaba con claridad las frases posteriores dichas por Angelica, pero ella, no necesitaba saber sobre eso. ¡No Ángel, no me dijo nada mas!. Alejandro le agradecía a Luna por la maravillosa tarde que le había regalado, entre tantas dificultades, tener un espacio de bienestar lo hacia sumamente feliz.
Al otro extremo de la cancha, Emiliano sostenía una conversación con Isabel.
-Isabel, ¿Todavía está enojada conmigo? No comprendo las razones de su malestar, si pudiera explicarme, podría entenderlo.
-Lo siento Emi, el otro día te dije palabras muy ofensivas y estoy segura de que no merecías ese trato. Pero me gustaría saber que relación tienes con la estudiante de medicina.
-Somos amigos
-¿Así como tú y yo?
Emiliano extrañado por el comentario, no sabía que responderle, Isabel era muy especial para él, pero definitivamente no le diría eso. -¡Creo que existen diferentes tipos de amigos!.
Alejandro y Luna se acercaban a ellos para recoger los materiales del juego, había sido una tarde espléndida y divertida, para cerrar el acontecimiento, lo mejor era disfrutar de unos pasteles de fruta.
Alabando la exquisitez de los pasteles, llegaba iracunda Katarina, su paciencia colmada, dejaba fluir su enorme malestar, el aumento del tono de voz y su actitud autoritaria, simbolizaban su descontento con el escenario observado.
"Esto es el colmo Luna, ¿Cómo es posible que desees pasar la tarde con estas personas de antecedentes dudosos, que con tus amigos de tu misma clase social?¿Acaso sabes quienes son? esos dos chicos vienen del bajo mundo, sin valores ni educación. Y esa mujer, ¿Sabes quién es ella? ¿sabes cómo la llaman? su reputación la precede, con el apelativo de"la emperadora" porque es un ser humano horrible y despreciable. Aún sabiendo todo esto los prefieres a ellos, ¿acaso no somos amigas?"
-Katarina, te pido que respetes a mis invitados, no seas tan grosera, por favor baja la voz.