El Demonio Que Se Enamoro Del Ángel

En alguna ciudad de París, año 1420.

Una hermosa joven camina por las calles parisinas acompañada de su padre y de su hermano.

Galadriel debes dejar de pensar en la alquimia ¿no crees que suenas como loca?- preguntaba su hermano.

¿por qué está mal qué quiera seguir los pasos del abuelo?- pregunto ella haciendo un puchero.

Su madre era la hija de Nicolás Flamel, y ellos habían crecido con las enseñanzas en alquimia que su abuelo les había heredado, aunque su hermano creía que era simple locura, ya que, jamás había visto que pudiese crear oro a partir de otros metales. Lo cierto es que, Galadriel, estaba obsesionada con todo lo que fuese la alquimia y la química, las investigaciones eran lo que más amaba y se desenvolvía muy bien a la hora de hacer diversos experimentos, aunque su padre le había prohibido hacerlos en la casa porque ya había hecho explotar una de las salas.

¿Volverás a prender fuego el depósito?- pregunto su hermano con burla.

Oh ya cállate- le respondió haciendo un puchero.

Hija, me gustaría que conocieras gente de tu edad y que pudieses relacionarte con otras personas, quizás hasta casarte- dijo su padre sacando a ambos hermanos de sus burlas.

Padre, yo no deseo casarme, nadie en este pueblo comparte mi amor por la alquimia- le dijo mirando hacia unas vidrieras.

Quizás por esa razón, deberías dejar la alquimia hija. No quiero que te metas en graves problemas y sabes que hay gente que hace desaparecer gente- le dijo preocupado.

Tranquilo padre todo estará bien, mi madre siempre me dijo que es un orgullo que haya heredado el mismo gusto que el abuelo- le contesto mientras se colgaba de su brazo para estar más cerca de él.

sé que amas lo que haces hija, pero no quiero que te encierren en esos lugares fríos donde mandan a los locos, tú has escuchado lo que les hacen allí a los pacientes- un escalofrío recorrió la espalda de su padre al solamente imaginar a su hija en ese lugar.

Lo sé padre, confía en mí- le dijo apretando más su agarre para transmitirle la confianza que su madre le había heredado.

Bien terminada esta charla, vamos por tus nuevos vestidos hermana- le dijo su hermano intentando sacarlas de ese ambiente triste en donde se habían sumergido ambos.

No entiendo que tienen de malo mis vestidos querido hermanito- dijo bufando.

Pues quizás, que son sencillos. Necesitas vestidos bien llamativos para las fiestas que pronto vendrán- le dijo mirándola de reojo.

Odio las enaguas y los corset ¿por qué no puedo usar mis vestidos de gala?- pregunto mirando una vidriera.

porque debes usar lo que es acorde tanto a tu edad como a la etiqueta de cada fiesta- contesto su padre.

Tienes 17 años, ya no puedes vestir como si fueses una simple niña de casa, eres toda una mujer y deberías pensar en casarte antes de ser una solterona- la regaño su hermano.

Es injusto que a mí se me obligue a casarme siendo aún joven y tú que ya pisas tus 24 años puedes seguir disfrutando de tu soltería- dijo ya molesta por la situación.

Gajes de ser hombre- se burló su hermano

Basta los dos, debemos ir a buscar tus vestidos y luego a comer algo a casa, mañana en la noche es la fiesta del conde y debes ir como toda una dama de sociedad Galadriel- sentenció su padre, molestándola internamente. Ella odiaba esas fiestas y ahora era obligada a concurrir a una sin siquiera preguntarle si realmente quería ir.

Entraron en una tienda y retiraron dos hermosos vestidos para la joven que ya habían sido confeccionados a medida para ella, las mujeres del lugar quedaban asombradas con su belleza y sus hermosos ojos de color mar profundo. Su hermano eligió un par de joyas que hacían juego con sus nuevos vestidos y su padre pagó por todo eso.

Los 3 vivían en una hermosa casa estilo colonial, contaba con 4 habitaciones, una cocina comedor y un living hermoso, tenían un baño con una bañera en la que fácilmente cabían tres personas. Las habitaciones y el baño se encontraban en la parte de arriba, mientras que cerca del living había una puerta que daba a un estudio con una amplia biblioteca. Desde que había aprendido a leer, Galadriel pasaba horas allí adentro, a veces hasta el ama de llaves le tenía que recordar de comer, pues se perdía entre las fantásticas aventuras que vivían los personajes de los cuentos o quizás en su amplia lectura de investigaciones, lo cierto es que su madre había sido quien le había mostrado el mundo de los libros y su abuelo quien le había enseñado de la alquimia y la química, dándole aún más impulso a sus investigaciones. En cuanto a su padre y hermano, ambos trabajaban en una casa de venta de muebles de la cual eran dueños. Ninguno de los dos tenía interés en todo lo que el abuelo de Galadriel había descubierto y pensaban que jamás había sido real. *todo es invento de ese viejo loco* decía el padre de ella.

Cuando a la edad de 9 años, galadriel empezó a hacer experimentos, su madre era quien la incentivaba a seguir los pasos de aquellos grandes inventores y descubridores de años anteriores, pero lamentablemente una enfermedad se la llevó al cielo cuando la pequeña recién tenía 12 años, dejándola no solamente con un dolor profundo en su corazón, sino que también sola en un mundo donde las mujeres solo eran para la casa y el cuidado de los niños.

En algún que otro descuido, había hecho explotar diversos elementos, razón por la cual su padre había decidido que ella solamente haría esas cosas en un cobertizo que estaba detrás de la casa. la pequeña podía pasar horas fuera de la casa, pero todo el mundo sabía donde en realidad se encontraba.

Ese día al llegar a la casa, galadriel como siempre se fue a encerrar a la biblioteca, dejando así a su hermano con todas las cosas que habían comprado, la realidad para ella era distinta que para su hermano, sabía que si decía casarse ningún hombre aceptaría que ella siguiese con aquello que amaba.