Dos jóvenes de la misma clase social, pero con diferentes personalidades. Se verán envueltos en una difícil situación. Ambos serán secuestrados, para beneficios de otros. ¿Qué pasará con ellos? ¿Lograrán salir ilesos luego de pasar un proceso traumático? Los invito a leer
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Capitulo 18
En la mañana, Alondra abrió los ojos, topándose con el sombrío rostro de Samuel, quien la mirada minuciosamente, recostado en la pared con los brazos cruzados. Ella se inmutó, si él estaba ahí a esa hora, era porque salió en la madrugada de la ciudad, y no fue precisamente porque le urgía estar en sus brazos.
— Samuel, ¿a qué hora llegaste?— preguntó asustada.
— Me voy un rato, y casi arruina el maldito plan por tu calentura.— dijo con serenidad.
— Estás exagerando, ¿no te parece?— ella se puso de pie, e intentó ir al baño, pero unos brazos fuertes la detuvieron con brusquedad. Samuel le notó una marca en el cuello y sintió una puñalada en el corazón. Ciertamente, la amaba con locura, pero era amor no correspondido.
La apretó con fuerza y la sacudió.— Eres una ramera, te gusta coger con él, por eso te fuiste a humillar.
— ¿De qué hablas? Me estás lastimando.
Él, antes de irse a la ciudad, le pidió a uno de los vigilantes que le avisara cualquier evento relacionado con los secuestrados, no importaba la hora. Precisamente se lo pidió al esposo de Pilar, la señora de la comida. Pilar, buscando confrontaciones entre los secuestradores, le insistió a su esposo para que lo llamara.
— ¿Pensaste que no me iba a enterar? Veremos qué tanto deseas follar.
Samuel le dio una bofetada, la tiró en la cama y la empezó a poseer a su antojo. Los gritos de Alondra resonaban en toda la habitación. Abusó de ella sin ninguna clemencia, le hizo daño que ella no imaginó y la penetró por un lugar inesperado para la mujer.
Se levantó satisfecho, y la miró con una media sonrisa.
— ¿Creo que eso te hace más hombre que Edgar? Jamás podrás satisfacerme como lo haces él.— dijo dolida.
Él se acercó y la tomó por la barbilla.— Si te vuelves a acercar a mi primo, te mato y te tiro al río. Recuerda que no tienes a nadie, y yo soy el único que sabes dónde estás.
Sin embargo, por otro lado, en la misma cabaña. Edgar se despertó y sus hermosos ojos fueron directamente a Madolyn, quien aún dormía plácidamente. Él la recorrió con la mirada, ella no tenía sostén, y la corta bata dejaba ver sus perfectas piernas. Su cuerpo reaccionó a tan espléndida imagen. Sacudió la cabeza y se dirigió al baño, ya le estaban haciendo efectos los días encerrado.
Madolyn se despertó con el sonido de las cadenas, apretó los ojos con fuerza y pidió a Dios que fuera una pesadilla. Que ese hombre no estuviera encadenado y que nos estuvieran secuestrados. Jodidamente, al mirar al cubículo del baño, perdió toda esperanza. Vio a Edgar completamente desnudo, echándose agua de un tanque con un casco. Quería dejar de mirar cómo hacía cada vez que sabía que él se iba a bañar, pero inconsciente, su mirada se posó en él.
Ella había visto muchos hombres desnudos, ya que en el mundo del modelaje la timidez para mostrar y para ver, está prohibida. A pesar de ellos, mirar a Edgar era diferente, quizás por la notaría erección que tenía el hombre.
Volviendo en sí, se movió de lugar, haciéndole saber con sus torpes pasos que lo había visto.
Edgar al salir del baño miró a Madolyn, y no le gustó la expresión del rostro de la joven. Si bien, ellos no eran amigos, ella era grosera con él, pero tenían días compartiendo en el reducido espacio. No quería que ella se sintiera avergonzada o con miedo por lo que vio, su decisión de no tocarla era reacia.
— Lo siento.— dijo mirando a otro lado, mientras se acomodaba.
— ¿Por qué te disculpa? No eres el primer hombre que veo desnudo.— comentó ella y se dirigió al baño.
En la entrada del sótano, se escuchó la voz molesta de Samuel.
— Abran la maldita puerta.— entró, le apuntó a Edgar con una pistola.
— Si no me vas a disparar, no apunte.— dijo Edgar relajado.
— ¿Sabes por qué no te mato ahora mismo? Porque la herencia del abuelo pasaría a una institución benéfica, y tendría que hacer mucho trámite para conseguir tu fortuna. Madolyn, sal de ahí, ahora.— grito fuerte.
La joven salió aún mojada, se mantuvo parada en la puerta, con miedo a lo que podría pasar.
Samuel la miró de arriba abajo, con insinuaciones.— ¿Por qué es tan difícil que ustedes dos cojan? Eres hermosa, ¿por qué mi primo no te quiere tocar?— preguntó nervioso.
— Ya tuvimos juntos.— dijo Edgar.
Samuel mostró una media sonrisa, sabía que él estaba mintiendo, pero quería continuar con el teatro.
— Bien, los felicito. Muéstrame que es cierto, acérquense. No hay nada de malo en ellos, ¿verdad?
Edgar se arrepintió de lo que dijo sin razonar, había cometido un error, o, tal vez, no.
Madolyn lo dudó por unos segundos, después decidió entrar en escena, ¿Qué tan difícil podía ser?. Se acercó a él y lo rodeó por el cuello, él la sujetó por la cintura. Se miraron fijamente a los ojos, y como si de la bella y la bestia se tratara, en cámara lenta juntaron sus labios. Era un beso sutil, hasta que ambos sintieron la dulcera de sus labios y un deseo por ir más allá de lo previsto se apoderó de ellos, devorándose mutuamente.
Inconscientemente, Edgar la aferró a él, acción que no pasó desapercibida por Samuel, quien sonrió a carcajadas, logrando que ellos se alejaran.
— ¿Por qué se detienen?
— ¿No fue suficiente?— preguntó Edgar.
Samuel pudo notar que Edgar empezaba a mostrar interés en Madolyn, y eso era perfecto para sus planes. De ser así, él haría todo para proteger a la joven, incluso, llegar a abusar de ella para que otros no la toquen.
— Quiero que llames a mi tía. Le vas a decir que estás bien, que estás con Alondra y que en unos días estarás de regreso. También quiero que me firme un poder para manejar las empresas, hasta tu regreso.