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El Despertar De Luna: En Las Manos Del Enemigo

El Despertar De Luna: En Las Manos Del Enemigo

Status: En proceso
Genre:Hombre lobo / Romance paranormal / Traiciones y engaños / Venganza de la protagonista / Reencarnación / Poderosas criaturas sobrenaturales
Popularitas:19k
Nilai: 4.5
nombre de autor: Alondra Beatriz Medina Y

En un mundo donde los humanos temen a los lobos y los lobos temen a su propia naturaleza, Rachel Montemayor despierta en un calabozo, atrapada entre dos identidades. A lo largo de su vida, ha luchado por controlar su lobo interior, pero ahora, en la víspera de ser vendida como esclava en la ceremonia de ascenso de Desmond, su destino parece sellado. Mientras las ofertas se lanzan como dagas en el aire, Rachel debe decidir: ¿se someterá a la vida de un objeto, o encontrará la fuerza para reclamar su libertad y desatar el poder que siempre ha llevado dentro?

¿Es Ethan un Villano o un Héroe Trágico?

¿Puede la cercanía sanar las heridas del pasado?

¿Es posible cambiar el corazón de un hombre frío como Ethan?

En un juego de traiciones, poder y autodescubrimiento, Rachel se embarcará en una lucha que podría redefinir no solo su vida, sino el equilibrio entre humanos y lobos.

Podrá Rachel descubrir: ¿Qué hay detrás de la fachada del 'hombre de corazón frío'?

NovelToon tiene autorización de Alondra Beatriz Medina Y para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

La Resiliencia del Alma

El eco aún vibraba en mis oídos, un sonido agudo que se transformaba en un lamento continuo, un recordatorio constante del sufrimiento que había experimentado. Ese dolor ahora formaba parte de mí, como si se hubiera entrelazado con mi esencia. Mi piel, ardiente por el impacto de cada latigazo, mostraba marcas visibles, como cicatrices de una batalla que jamás había elegido enfrentar. Sin embargo, era el sufrimiento profundo que anidaba en mi interior el que realmente me devoraba, un tormento que parecía no tener fin.

Mientras avanzaba, con pasos inestables hacia el calabozo, sentía cómo los lobos me empujaban con una brutalidad desmedida, como si su intención fuera desgastarme aún más, haciéndome perder el equilibrio en cada movimiento. Las cadenas que se agitaban a mi alrededor eran un peso opresivo, no solo de metal, sino como si en su lugar llevara el peso del mundo entero sobre mis hombros, aplastándome lentamente y recordándome la carga de mi cruel destino.

El aire helado que reinaba en el calabozo me envolvió en un escalofrío que recorrió todo mi cuerpo. El ambiente era pesado, como si estuviera cargado con la desesperanza y la resignación de aquellos que habían pasado por allí antes que yo. Frente a mí, la figura de mi hermana se erguía con una intensidad inquietante; sus ojos, rebosantes de una ira contenida, reflejaban el sufrimiento que yo misma sentía en lo más profundo de mi ser. Antes de que pudiera acercarme a ella, vi cómo su mano se alzaba, sosteniendo un cubo lleno de agua helada. No pude contenerme, un grito involuntario brotó de mis labios al instante en que el chorro de agua fría se derramó sobre mí, como si el invierno mismo hubiera cobrado vida y decidiera castigarme con su gélida furia, intensificando así mi tormento.

En ese preciso momento, la risa burlona de mis captores resonó ominosamente desde las sombras que nos rodeaban. Un grupo de lobas se acercó, imponentemente musculosas y ferozmente amenazadoras. Sus ojos, de un intenso color ámbar, destellaban con una malicia que podía hacer estremecer a los más valientes. Ellas representaban la manifestación palpable de mis peores temores, aquellas criaturas que había temido en mis sueños más oscuros. Sentí cómo el pánico se apoderaba de cada fibra de mi ser, y mi cuerpo se volvió completamente incapaz de moverse, como si una fuerza invisible me inmovilizara en el lugar. En mi mente, comprendí lo que estaba a punto de suceder; la ceremonia del marcado estaba a punto de comenzar, y sabía que no había forma de escapar de ese destino aterrador.

— ¿Te gusta tu nueva vida, Rachel? — dijo con una voz llena de desprecio. — Desmond te ha desfavorecido, y ahora serás miserable para siempre.

Traté de dar una respuesta, pero las fuerzas me estaban abandonando poco a poco —Yo...

Mi hermana se aproximó aún más hacia mí, sus garras, que eran grandes y extremadamente afiladas, comenzaron a surcar mi piel de manera brutal, causando un dolor intenso y cruel. — Eres una vergüenza para nuestra familia, — continuó. — Nunca serás nada más que una esclava.

Las lobas que estaban a su lado se burlaban de mí, lanzándome miradas llenas de desprecio y desdén. Una de ellas, con una sonrisa cruel en el rostro, sostenía un hierro al rojo vivo que brillaba intensamente en la penumbra. Mi hermana, en un acto apresurado y sin titubear, se apoderó de aquel objeto ardiente. Lo colocó contra mi piel, y el contacto fue inmediato y devastador, provocando una quemadura que me dejó una marca imborrable. El dolor que sentí era tan intenso que era difícil describirlo con palabras; era como si una llama voraz consumiera cada centímetro de mi ser. Grité con todas mis fuerzas, pero mi voz se desvaneció, tragada por la oscura y fría atmósfera del calabozo, donde el eco de mi sufrimiento no encontró ningún testigo.

— Lo disfrutan — murmuré, sintiendo que mis fuerzas se desvanecían poco a poco. — Espero que así sea, porque las haré pagar el doble... — Antes de que pudiera terminar la frase, Sarah agarró mi mentón con una violencia desmedida, como si quisiera romper mis huesos. Su agarre era tan firme que sentí un dolor agudo que recorría mi mandíbula, intensificando la sensación de vulnerabilidad en la que me encontraba.

—¡Sí, y no tienes ni idea de cuánto! ¡Mira cómo estás sufriendo! Eso solo me provoca una mayor satisfacción, ¿acaso no te das cuenta? —se mofó mi hermana, con una sonrisa sarcástica en el rostro. —Esto es solo el inicio de tu sufrimiento.

Con un movimiento rápido y preciso, colocaron el hierro nuevamente sobre mi piel, un grito desgarrador escapó de mis labios mientras el calor atravesaba carne y alma. No solo dejó una marca en mi piel, sino que también arrastró mi esperanza hacia el abismo. Cada gota de sangre que perdía era un fragmento de mí que se desvanecía. Era consciente de que el tiempo se me escapaba, lento, cruel y traicionero. En un último acto de resistencia, mi mente intentó aferrarse a lo que había sido, pero la oscuridad comenzaba a tomar forma a mi alrededor, suave y letal.

Mis ojos estaban a punto de cerrarse; necesitaban descansar, pero yo me negaba a permitirlo. No podía permitirme morir, no en este momento, y mucho menos de una manera tan miserable. Ellos tenían que pagar por lo que habían hecho, debían hacer frente a las consecuencias, y para ello, yo debía aguantar un poco más. Sin embargo, mi cuerpo y mi ser parecían traicionarme, como si me estuvieran abandonando en el momento más crucial. La lucha interna se intensificaba, pero mi determinación se mantenía firme, sin rendirme a la fatiga que me anhelaba.

—Antes de que mueras, quiero que conozcas algo — dijo, mirándome con un aire de desprecio—. Fui yo quien envió a los lobos a tu habitación y, sinceramente, nunca pensé que Desmond se tragaría una tontería como esa. Jaja, ¿no es gracioso? — se rió con burla—. Espero que encuentres la muerte lo más pronto posible — declaró, su tono impregnado de desdén mientras escupía al suelo con evidente desprecio—. Nos volveremos a encontrar en tu próxima vida, querida hermana.

Esas fueron las últimas palabras que escuché antes de que se alejara con el grupo de lobas que la seguían, riendo y burlándose de mí. En ese instante, sentí cómo mis ojos comenzaban a cerrarse involuntariamente; una sensación de abatimiento me invadía. ¿Por qué tenía que ser así? No había hecho nada malo, y sin embargo, la vida me devolvía este trato tan cruel e inmerecido. La oscuridad se iba apoderando de mí, mientras reflexionaba sobre la injusticia de mi situación y la amargura de sus palabras resonaban en mi mente.

— No quiero morir — supliqué con una voz casi inaudible, temblando con cada palabra que salía de mis labios. — No puedo morir, no de esa manera. Ellos tienen que pagar... por favor, no quiero morir. — Estas fueron las palabras que brotaron de lo más profundo de mi ser, cargadas de una desesperación abrumadora, justo antes de que mi visión comenzara a nublarse. Una lágrima solitaria se deslizó por mi rostro, convirtiéndose en el símbolo de mi último lamento en esta vida, mientras la oscuridad iba apoderándose de mí poco a poco. — Por favor, no....

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