Maria Cristina Alcantara viajo a una fiesta a Las Vegas. En el Hotel Casino Volcano le robaron su documentación. De igual manera al empresario Fernando Espinosa. Ese robo les traería muchos problemas a estos dos jóvenes. Los pillos ladrones usaron su documentación para un casamiento rápido estilo Las Vegas. Desde este incidente estaban casados sin saberlo y los problemas vendrían. ¿Quizás también el amor?
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Capítulo 17. Novia, esposa, prometida.
Casada 17
Casada con un desconocido.
Capítulo 17 : Novia, esposa, prometida.
Elsa ISASA.
Se acercaron tomados de la mano al lobby del hotel Casino. Les seguía el conserje con su valija.
Fernando firmó en la recepción por la suite que había reservado. Solicitó que le lleven el equipaje ya que ambos tenían una mesa en el restaurante que los esperaba.
Mucha gente los miraba. Eran una bella pareja exquisitamente vestida, que destacaba entre la multitud.
Caminaron despacio, sin soltarse, siguiendo a la persona que los guiaba a su mesa.
Desde el ventanal se observaba las luces de la gran ciudad costera, los autos que pasaban incesantes y el mar como una joya brillando en la noche.
Fernando le retiró la silla a su esposa y Cris, se sentó en una mesa lujosamente ataviada.
– ¿Conforme?-- dijo– ¿Te gusta el lugar?
– Me extraña.¿ Porque un casino?
– Lo pensé mucho Cris. Un casino porque en uno como este nos unieron sin nuestro consentimiento. Hace ya, tres meses o más. Y quise que hoy definamos en un lugar así, que será nuestro futuro. -
– Lo entiendo – dijo mientras sorbía una copa de champagne – ¿Y aún sigues enojado con esos delincuentes?-
– Para nada nena. Me dieron un regalo muy hermoso e invaluable. Tu presencia en mi vida y la de mi familia. -
– Pienso lo mismo. Fue una jugada del destino que me permitió conocerte. Conocer tu mundo, a tu maravilloso hijo. Sentir la calidez de tu hogar aunque fuera de él, reina el frío más cruel. –
– Bien. Creo que está situación nos hizo saltar algunos pasos importantes. Quiero empezar por el principio. – Fernando se levantó y sacando algo de su bolsillo le dijo–
María Cristina Alcántara, ¿quieres ser mi novia, mi prometida y mi esposa?--
María Cristina miró el anillo. Era una joya muy cara y muy hermosa.
Lo vió arrodillado junto a ella mirándola con arrolladora fuerza.
– ¿Por qué? ¿Debes decirme por qué?- dijo con un murmullo de Voz.--
Todo el público que miraba con atención su mesa parecía expectante.
– Porque te amo. Profundamente y para siempre. – dijo– Y porque estoy convencido que tú sientes lo mismo.
– Acepto - dijo sin poder evitar una lágrima que corría por su mejilla. – Y es cierto. Te amo. Mucho. Con todo mi ser. – terminó mientras él sonriente y emocionado ponía un anillo de diamantes en su mano.
Ellos no veían lo que pasaba a su alrededor. Pero de pronto escucharon la música, los aplausos de mucha gente y luces artificiales explotaron en la playa cercana.
Desde el ventanal pudieron apreciar todos y el aplauso fue aún mayor.
–¿ Has preparado todo esto? - preguntó asombrada.
– Si. Casi todo. – dijo él abrazándola – no lo de los aplausos del público que nos mira. Eso no lo planifiqué mi amor - su voz denotaba emoción.
–¿ Mi amor? Es la primera vez que me lo dices. – respondió Cristina en sus oídos – suena muy hermoso amor mío.
Entonces llegó el beso. Fue un beso dulce. Mucha gente los miraba.
Un mozo se acercó sonriente con un bouquet de rosas rojas en la mano.
– Señora. Es para usted. - dijo – ¿les sirvo ahora la cena? –
– En la suite, dentro de una hora. - respondió Fernando.
– Una hora o más – dijo Cristina – ya le llamaremos. -
Ambos sonreían.
Se levantaron juntos de la mesa y la gente seguía aplaudiendo.
Una señora se animó a hacer la pregunta que todo el restaurante quería.
– Entonces ¿Se casarán verdad? -
– Ya estamos casados. – respondió Fernando ante el asombro del público – Gracias. A todos. La siguiente ronda de bebidas va por mi cuenta - dijo al mozo.
¿Estaban casados? ¿Y qué fue todo eso? Anillos, flores, luces artificiales.
La muchedumbre no entendía.
Pero esa pedida le decía adiós a la separación prevista. No habría divorcio. Este inusual matrimonio había unido a dos personas diferentes con la varita mágica del amor. Un amor que era más que sexo. Más que la imperiosa necesidad de sus cuerpos. Era la unión perfecta de sus almas y sentimientos.
Caminaron despacio entre las mesas, hacia el ascensor. Tomados de la mano y mirándose con amor. Mucho amor.
Ya dentro del ascensor Cristina dijo.
– Estoy feliz y emocionada. Muy emocionada mi amor. Pero aún no se cómo lo haremos? ¿Cómo podremos compartir nuestras vidas sin abandonar nuestras empresas?-
– Ya encontraremos la solución Cristina. Eso es lo de menos. Lo más importante es saber que nos amamos. Que hemos construido un lazo poderoso. No tengas miedo. Lo solucionaremos. –
– ¿Tú crees? Si tú lo crees, yo también lo creeré. Y hoy no pensaré más en eso. –
– Exacto. Hace un siglo que no estamos juntos. -
–¿Un siglo? Solo una noche…
– Una noche muy larga. Casi eterna. Tengo frío y necesito tu calor a mi lado. - dijo mirándola con dulzura–necesito ver tu cuerpo desnudo y amarte. Una y otra vez. Sentirte temblar. Gemir. Besar mi cuerpo como yo besaré el tuyo. –
– Oh Dios. Está espera se hace eterna. – murmuró Cris en sus brazos – también siento tu urgencia. ¡Dime qué ya llegaremos.! -
– Es la suite del último piso, nena. Ya estamos allí. ¡Dime otra vez que me amas !
– Te amo Fernando Espinosa. Desde la cabaña del lago o quizás antes. Entraste como un veneno en mi vida y ya no saldrás más.
El ascensor terminó su recorrido.
La puerta del mundo de los dos esa noche se abrió e ingresaron ansiosos. Temblaban emocionados. Y aunque parecía imposible se desvistieron despacio. Cada prenda que caía, traía un beso en algún lugar desprotegido. Solo se escuchaban profundos suspiros. El juego amoroso está vez iniciaba lento y con cuidado.
– Dime…Dime qué eres mia. Dime amor que eres mía. -
– Oh Dios. Soy tuya. Y tú mío. Solo mío. -
Fernando la tendió en la inmensa cama. Ella abrió sus piernas a la boca ansiosa del hombre que amaba. Y gritó su nombre. Una y otra vez hasta implorar por su invasión plena.
– Te amo. ¡Te amo! – repetía él sacudiendo con fuerza el cuerpo tembloroso de su mujer. Su esposa. Su novia. Su prometida para siempre.
Y luces de colores explotaron ahora en sus mentes. Cómo una verdadera explosión nuclear. Llevándolos a un mundo donde solo se llega cuando un hombre y una mujer se aman de verdad y están ambos completamente seguros uno del otro.
Fernando y María Cristina eran uno por fin.
Llena de superación y aprendizaje y sobre todo aceptación /Heart//Heart//Heart//Heart/