Valentina Rossi. Lo tiene todo: belleza, fortuna y un apellido que pesa más que el oro. heredera de un imperio empresarial, su vida parece más bien un cuento de hadas.
hasta que las amenazas en contra de su familia la obligan a aceptar algo que jamás imaginó: un guardaespalda personal que la siga a todas partes.
El es Gabriel Duarte, un hombre frío, reservado con un pasado que prefiere mantener en silencio. Su deber es protegerla, mantenerla a distancia y no involucrarse. Pero el carácter rebelde de Valentina, sus intentos de sacarlo de control, un chispa peligrosa que surge cada vez que se miran, lo hace que la línea entre la seguridad y el deseo comience a desmoronarse.
Entre lujos, intrigas familiares y enemigos ocultos que acechan en la sombra, Valentina descubrirá que el peligro siempre la asecha.
¿Podrá un guardaespalda endurecido por la vida, y resistir la tentación de enamorarse de la qué juró proteger? ¿O cederá, aunque eso signifique arriesgarlo todo?
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el recuerdo de la advertencia
La noticia del compromiso oficial no detuvo a Valentina. Esa misma tarde volvió a su escritorio, tomo los contratos pendientes y los firmó con más fuerza que antes. Cada rúbrica era un desafío, una declaración silenciosa que ella tenía su propio camino. Y lo estaba logrando silenciosamente haciéndose de su propio imperio a espaldas de su madre.
Al mismo tiempo, se hundió más en la investigación sobre su padre, y sobre quiénes estaban implicados, no tendrían piedad con ellos.
Revisó cartas, registros bancarios, archivos que Gabriel la ayudó a organizar. Descubrió varios de los nombres en la lista que su padre estaba ligados a socios turbios con los Beuamont.
El rompecabezas empezaba a encajar: los enemigos de su padre podían estar detrás de la alianza con Adrien, utilizando el matrimonio como una fachada para limpiar reputaciones y consolidar poder. Durante algunos segundos Valentina se quedó pensando, y por su mente cruzó una idea. Serán los padres de Adrien uno de los enemigos de mi padre disfrazados. "De amigos"
Las dudas comenzaron a cruzar por la mente de Valentina, cada vez más. Estaba convencida que Adrien era uno de sus enemigos.
Una noche, mientras la luna iluminaba la villa, Valentina se sentó frente a Gabriel en la sala. la atención aún vibraba en el aire.
-- Gabriel, Dime la verdad. -- dijo Valentina. -- ¿Crees que pueda enfrentarme a todos ellos? a Catherine, a los Beaumont, a los enemigos de mi padre... sola. --
Gabriela miró con serenidad.
-- No estás sola, mientras yo esté aquí, no lo estará. --
Valentina sintió un nudo en la garganta. Por primera vez en días, la soledad de la villa no le pareció tan absoluta.
La noticia del compromiso había sido un golpe brutal, pero también encendió algo en Valentina. La certeza de que debía luchar no solo por su libertad, sino porque la verdad, debía salir a la luz cayera quién cayera.
Camino hasta el ventanal y, con el mar iluminado por la luna como testigo, se prometió en así misma.
-- No me casaré con adrien Beuamont. No seré la pieza de nadie. Descubriré la verdad... y los enfrentare a todos. --
Gabriel. En silencio, se colocó detrás de ella, como una sombra protectora. Ambos sabían que la batalla apenas comenzaba.
Catherine Rossi, encerrada en su mansión. Entre la amenaza de Adrien, y la amenaza que Valentina le había hecho días atrás, estaba desconectada del mundo.
Se encontraba en su salón privado de la residencia, rodeada de tapices, candelabros de cristal y el perfume penetrante de gardenias frescas. Acababa de concluir una reunión con uno de sus asesores financieros Cuando entró su doncella con una expresión alterada y un fajo de periódicos en las manos.
-- Señora... tiene que ver esto. --
Catherine a ver alzó una ceja con irritación, tomo el primer ejemplar y lo despegó sobre la mesa. La fotografía en la portada la golpeó de inmediato: Valentina, resplandeciente en una cena de gala junto a Adrien Beuamont. Y el titular en letras monumentales:
"Adrien Beuamont confirma su compromiso con Valentina Rossi: una Unión histórica"
Un silencio denso llenó la habitación. Catherine sintió un escalofrío recorrerle la espalda, Cómo así las paredes se cerrarán a su alrededor.
-- ¡Maldito Adrien! -- susurro Catherine entre dientes, apretando el periódico con tal fuerza que lo arrugó.
El asesor que aún no había salido se detuvo, incómodo, mientras la doncella retrocedía discretamente. Catherine dejó caer el diario sobre la mesa y comenzó a caminar de un lado a otro, con pasos rápidos y nerviosos.
"Esto no estaba en mis planes", pensó, mientras su mente calculaba los daños.
Catherine había querido usar el compromiso como una amenaza para controlar a Valentina, nunca convertirlo en una realidad irrevocable. Ahora Adrien había tomado la delantera, atándola de pies y manos frente a la opinión pública.
Catherine sabía mejor que nadie que una noticia publicada en todos los diarios europeos era casi imposible de desmentir. La alta sociedad era despiadada: si ella intentaba negar el compromiso, quedaría como una mujer sin control sobre su propia hija, y su prestigio se desplomaría.
Peor aún, Valentina. Que ya la había amenazado con exponerla. Ahora con esta situación era el arma perfecta para hundirla. Catherine lo comprendía, con un nudo en el estómago: estaba atrapada entre la furia de su hija y la ambición calculadora de Adrien.
Se dejó caer en un sillón, respirando hondo. En su interior se debatían dos sentimientos opuestos: el orgullo herido por haber sido superada en estrategia, y el temor a perder el control absoluto sobre el destino de su propia hija.
Las palabras de su hija aún resonaban. En su memoria, como un eco venenoso:
"Si no desistes de ese compromiso, te expondré ante la prensa y el mundo entero"
Catherine había desestimado aquella amenaza como un arrebato de rebeldía. Pero ahora, con el compromiso oficializado por Adrien. La amenaza cobraba nuevo peso. Valentina podía usar esa revelación como un arma letal contra ella, justo cuando más vulnerable estaba.
Por primera vez en años, Catherine sintió el miedo de perder el control de la partida.
El sonido de los pasos en el pasillo la acercó a sus pensamientos. Antes de que pudiera recomponerse, la puerta se abrió y Adrien Beuamont entró, impecable con un traje oscuro, con una sonrisa afilada en los labios.
-- Querida Catherine. -- Dijo con voz tranquila, casi seductora. --Veo que ya has leído los periódicos. --
Catherine lo fulminó con la mirada.
-- ¿Cómo te atreves? -- Se levantó lentamente del sillón. --Nadie te dio permiso de anunciar nada. --
Adrien avanzó con calma, como un depredador que se acerca a su presa.
-- No necesitaba tu permiso. -- respondió con serenidad tranquila. -- El mundo entero ya lo cree un hecho. Y eso es lo que importa. --
Catherine apretó los puños.
-- Has cruzado la línea, Adrien. --
El sonrió, inclinándose apenas hacia ella.
-- No, Catherine. He asegurado la victoria. Usted sabe bien como yo que este matrimonio es la llave que abre todas las puertas. Y ahora la sociedad lo celebra, ¿qué ganaría usted negándolo? solo escándalo...y la humillación de quedar como una mujer incapaz de manejar a su propia hija. --
pero esa cancelación debe ser un hecho en la prensa directa
ahora valentina debe tener mucho más cuidado
con ese loco de Adrien
Entonces dale dónde más le duele a Gabriel 🤣 en el Orgullo. ☺️