Ella es Karina quien después de morir, se convierte en una concubina destinada al sufrimiento y también a la muerte.
Cómo no está dispuesta a morir en manos de quienes hicieron sufrir a la joven que le ocupa el cuerpo, ella logra hacerse fuerte y hace arder el palacio y de paso también a todos sus enemigos.
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Poción en acción
Después de darle una paliza a su esposa, el ministro mandó a llamar al médico de su familia para que la atienda y después se preparó para salir al palacio.
Hoy debe de aclarar lo que está pasando con Maricela y si es como dicen los chismes, ella va a lamentar ser tan desvergonzada.
El ministro estaba de mal humor, y llegó de esa manera al palacio.
Nada más estar ahí, solicita hablar con los emperadores directamente, tiene que poner las cosas en orden antes de que todo escale a mayores.
Cómo era el padre de Maricela, ambos monarcas acceden a verle, y estando allí, aquel hombre dice claramente lo que fue a hacer allí.
—Ambos deben de mantener a puertas cerradas sus amoríos, y no estar haciendo un escándalo en todo el imperio— dice el ministro y ambos monarcas no sabían de qué hablaba dicho hombre.
—Aquí en el palacio todo está bien, no te preocupes por nada— le dice la emperatriz y el hombre va hasta ella y sin importar su estatus, le da una bofetada que le hace caer del trono.
—Hija desnaturalizada, eres la burla del imperio y así te atreves a decir que todo está bien— le grita y tanto el emperador como la emperatriz, se ponen pálidos, la emperatriz se levantó del suelo.
—¿Qué dijiste?— preguntó ella sin saber lo que está pasando
Los chismes aún no se escuchaban en el palacio. Cómo Maricela no sabe de qué habla o según su padre se hace la desentendida, él volvió a repetir lo que acabo de decir hace poco.
—Todo en el imperio se burlas de nosotros, todos dicen que eres una ramera, que metes a tu amante a tu habitación, y el emperador un cornudo que mata al amante de su esposa, será mejor que soluciones estos chismes cuánto antes— explica muy enojado.
La emperatriz perdió todo el color de su rostro, y el emperador por igual.
Ambos quisieron explicar la situación, pero no se le entiende nada, porque los dos hablaron al mismo tiempo.
Eso hizo que el ministro gritara otra vez.
—Hable uno a la vez, que no somos plebeyos sin clases— grita el ministro muy enojado.
La emperatriz fue quien volvió a hablar primero.
—Todo se trata de un malentendido, lo que pasó fue diferente a lo que están diciendo los chismes— explica ella, para luego dar detalles de lo ocurrido con ese sujeto.
El ministro lo entiende bien, parece ser que los sirvientes son los que han malinterpretado la situación, y son los que han hablado con extraños lo sucedido en el palacio.
—Yo tú, hablo con mis sirvientas, lo que pasó no puede seguir escalonado a mayor, eso crea mala reputación en mi negocio, por ahora lo dejaré pasar, porque se trata de un chisme, pero para la próxima, ya sabes— dice el y la emperatriz se pone pálida. Su padre es alguien violento.
Todo volvieron a hablar y hablaron por largo tiempo, buscando una solución al problema, y el emperador promete que dará un decreto para evitar que se siga hablando sobre la situación.
Charlotte en su habitación estaba enterada de lo que estaba pasando y se sentía complacida.
Un montón de ideas se le ocurrieron para torturar a la emperatriz, no puede dejarla ir.
Hacerla perder su reputación es solo el inicio de lo que tiene preparado para ella, y con paciencia va a esperar que la poción haga efecto, y luego hará el acto final que acabará con ella.
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Después de ese día el palacio estaba en silencio, y como el emperador prometió dar un decreto para obligar a la gente a no opinar en contra de la emperatriz, él cumplió con lo que había prometido y ya nadie habla en público sobre la Maricela abiertamente.
El decreto era simple, el que sea atrapado hablando sobre la familia imperial, sería condenado a la horca, y nadie sería tan estúpido para decir algo.
Maricela reunió a los sirvientes, y los amenazó con cortar sus lenguas si hablaba de más.
Un mes después, la paz en el palacio de la emperatriz volvió a estar en paz, pero no por mucho, puesto que, la poción hizo efecto por fin, y cuando eso pasó, la emperatriz estaba en una fiesta de té en su palacio, allí estaban sus aliadas las mujeres del emperador.
Ellas fueron las que llamaron al médico imperial, quien llegó enseguida, solo para poner el palacio patas arriba, con su descubrimiento.
—Si, lo he confirmado por tercera vez, la emperatriz está embarazada— dice el doctor mientras termina de revisar a la emperatriz.
La mujer en esos momentos volvió a desmayarse y eso hizo que las mujeres del emperador se alarmaran, y una de ella mandó a buscar al emperador.
El hombre llegó enseguida, solo para enojarse con lo que estaba pasando.
Ya que lleva tiempo sin tocar a la emperatriz, y según dice el doctor, la mujer tiene un mes y dos semanas de gestación.
Muy enojado, él va hasta la cama de la emperatriz, quien seguía desmayada y le comenzó a tirar del cabello y le dio algunas bofetadas con mucha violencia.
—Tú... mujer infiel, cómo te atreves a dejarte embarazar por tu amante— le grita el emperador mientras golpea a la emperatriz.
Los guardias tuvieron que intervenir.
Cuando por fin el emperador dejó de golpear a la mujer, ella trató de explicar
—Debe de haber un error, estoy segura de que no estoy embarazada, además no he tenido ningún amante, no puedes simplemente pegarme sin una explicación — le grita ella y el hombre manda a sacar a todos los allí presentes de allí.
El doctor tomó sus cosas y se fue de allí, no vaya a ser que también le peguen.
Los demás estaban deseando estar a solas para hablar lo ocurrido con la emperatriz.
La cosa está cada vez más complicada.