Bertha

Los hijos de Bertha hicieron una reunión en casa de Jonás, no estaban dispuestos a dejar que su madre siguiera con sus correrías.

Jonás, tomó la palabra.

Nuestra madre se está tomando muchas atribuciones, recuerden que es nuestra herencia. No podemos permitir que ese bueno para nada se aproveche de mamá para hacerla que le deje todo.

Tienes razón, hermano, pero comprende que ella puede hacer lo que quiera con su vida, dijo Cristina, ella siempre era la mediadora entre los hermanos.

Yo entiendo a mamá, pero ya no está en edad de andar con uno y otro, pues, ¿qué vida es esa?, Berenice tampoco estaba de acuerdo con su madre.

Yo, por mi parte, no me interesa lo que haga o deje de hacer, tengo muchos problemas como para echarme más problemas encima, dijo Isaac, era el único que no se metía con nadie, pero tampoco iba a visitar a su madre porque no le gustaba meterse en la vida de los demás.

Para ti es muy cómodo deslindarte de responsabilidades, pero se trata de nuestra madre. Debemos internarla en un asilo.

¿Acaso te volviste loco, Jonás?

¿Por qué quieres internar a nuestra madre?, dijo Cristina, su rostro se puso pálido con la sola idea de encerrar a su madre en uno de esos lugares.

Yo opino que tal vez Jonás tenga razón, pero hay que hacer un poder para que uno de nosotros nos hagamos cargo de su pensión, dijo Berenice, tampoco a ella le gustaba que su madre anduviera de aquí para allá con uno y otro.

Yo soy el mayor, así que yo manejaré su pensión como mejor nos convenga a todos.

Eso tendremos que decidirlo entre los cuatro, que sea una decisión completamente democrática, dijo Berenice, ella sí eataba de acuerdo con su hermano.

Entonces, levanten la mano los que estén de acuerdo en internar a nuestra madre.

La única que no levantó la mano fue Cristina, ella no quería ver a su madre internada en, sabrá Dios dónde.

Lo siento, Cristina, pero es mayoría de votos.

Hagan lo que quieran, pero yo no estoy de acuerdo.

Cristina se fue a su casa, no le gustaba la manera en la que hablaban de su madre.

"Ni que fuera un objeto", pensó.

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Bertha, ajena a lo que planeaban sus hijos seguía disfrutando a su nueva conquista.

Ándale amor, come, lo hice especialmente para ti.

Está delicioso, Marco comió con muchas ganas.

El postre lo tomaron en la sala de estar, una rica rebanada de pastel, y café.

Oye, amor, siento algo raro en mis hijos, esta tranquilidad de ellos me da mala espina.

No pienses mal, es aceptable que ellos desconfíen de mí. No me conocen, yo haría lo mismo si se tratara de mi madre.

Bertha guardó silencio, las palabras de Marco la hicieron ver bien las cosas.

Tienes razón, soy demasiado vieja para ti.

Perdón, no me supe expresar. Tú significas mucho para mí. No te preocupes por lo que piensen tus hijos. Ya son personas adultas, y cada quien hizo su vida, no tienen por qué meterse contigo ni pedirte explicaciones.

Gracias, amor, me siento segura contigo.

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Días después, sabiendo que Marco estaba en el trabajo, se presentó Jonás a la casa de su madre.

Hola, mamá, necesito hablar contigo.

¿De qué quieres hablar conmigo?, preguntó ella con inquietud.

Mamá, últimamente has hecho cosas que nos hacen creer que estás perdiendo la cordura. Y por eso hemos decido de manera unánime que te vamos a internar en un asilo. Necesito que me firmes estos papeles.

¿Cómo dices?, yo no estoy loca. No voy a firmar nada.

Por favor, mamá, ¿acaso piensas que no puedo obligarte?

Soy tu madre, ¿por qué lo haces?

Es por tu bien, mamá.

Que bien ni que ocho cuartos. Será mejor que te vayas.

No me voy a ir hasta que firmes esto.

No voy a firmar nada, suéltame.

Bertha empezó a forcejear con Jonás, obvio, él era más fuerte. Pronto la dominó, le puso la pluma en la mano.

Marco llegó justo a tiempo.

¿Qué está pasando aquí?

Bertha se soltó de las manos de su hijo y corrió a abrazar a Marco.

Volveré, madre, te lo juro. Jonás salió, iba muy enfurecido.

¿Qué pasa, amor?

Jonás, quería que le firmara un poder, me quiere meter a un asilo, quiere despojarme de todas mis cosas; ella estaba llorando.

Cálmate, no lo voy a permitir.

Tienen años que no vienen y ahora me quieren despojar.

Perro que ladra no muerde, deja de preocuparte.

Tengo mucho miedo, mi hijo es capaz de todo con tal de despojarme.

Yo te cuidaré, nadie te hará daño.

Marco la abrazó.

"Esto no me gusta nada, ¿qué se traerá en mente ese hombre?"

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En otra reunión de hermanos.

No pude hacer que mi madre firmara, llegó el mequetrefe ese.

Pues vas otro día y la obligas, tiene que ser lo más rápido posible, o ese hombre nos puede ganar el tiro.

Ya dejen en paz a nuestra madre, ella está feliz, dijo Cristina nerviosa, era la única que no estaba de acuerdo con sus hermanos.

¿Prefieres que ese tal Marco se quede con todo?, dijo Jonás visiblemente enojado.

Nuestra madre no sería capaz de tal cosa.

No importa, ya se tomó una decisión, dijo Jonás sin dar oportunidad a réplicas.

No lo hagan, por favor.

Cállate hermana, no está a discusión.

Pues que quede claro que yo no estoy de acuerdo.

Nos importa poco lo que quieras o no.

Cristina salió llorando de ahí, ella quería mucho a su madre y no soportaba que la quisieran encerrar en un asilo.

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Cristina fue a ver a su madre al día siguiente.

Mamá, te juro que no estoy de acuerdo con lo que quieren hacer mis hermanos. Pero no sé cómo ayudarte.

No te preocupes, hija, ya me has ayudado bastante. Ven aquí.

Bertha le dio un abrazo de consolación a su hija.

Ya no llores, me cuidaré, te lo prometo. Marco no permitirá que me pase nada.