Solo Un Deseo

La palabra "Humillante" ni siquiera empieza a describir todo lo que he soportado hoy y todo este tiempo. Todo comenzó con esa visita al veterinario, a la que fui forzado por la loca de Shannon. Si bien el veterinario confirmó lo que ya era evidente: mi salud es excelente. Claro que lo es, soy perfecto. Pero ese no es el punto. El punto es la indignación, el ultraje de haber sido tratado como... como un simple perro. Si tan solo supieran quién soy realmente y sí, no te equivocas al leer esto, me estoy quejando.

Pensé que después de ese episodio, la pesadilla terminaría, pero no, el día apenas comenzaba. Ahora estábamos en el auto de Shannon, ella conducía y nos dirigíamos a un nuevo destino desconocido. Cuando finalmente nos detuvimos, descubrí que estábamos frente a un enorme centro comercial. Ya me imaginaba algo malo, pero nunca imaginé el caos que estaba por venir.

Apenas entramos a aquel centro comercial, la loca empezó a arrasar con todo a su paso. No había tienda que no visitara, ni artículo que no considerara comprar, sin duda es una maniática por las compras. Arrastró a Brooke conmigo en el proceso, y yo me vi obligado a seguirlas porque, al parecer, no tenía otra opción. Mientras ellas iban de tienda en tienda, yo me limitaba a esperar sentado cerca de los probadores, soportando las miradas y comentarios de los humanos que pasaban a mi lado. Algunos se acercaban a acariciarme o a alabarme por lo "hermoso" que soy, algo que, aunque cierto, no ayudaba a mejorar mi estado de ánimo. ¡Pero deteste que me tocaran! ¡Cómo se atreven!

Lo único que hizo que soportara este interminable maratón de compras fue ver la sonrisa de Brooke. Ella parecía estar disfrutando todo esto, especialmente mientras Shannon la convencía de probarse ropa tras ropa. Cada vez que salía del probador con un vestido nuevo o atuendo, la loca la elogiaba exageradamente, y aunque Brooke se reía con un poco de vergüenza, parecía disfrutarlo. Su alegría era contagiosa. Era evidente que esto era algo que ambas solían hacer juntas, ya que los vendedores parecían conocerlas bien, y eso me hizo pensar que quizás esto era importante para ella. A pesar de todo, verla feliz hacía que valiera la pena quedarme quieto... bueno, casi siempre.

Las siguientes horas fueron un caos interminable de tiendas, bolsas y más bolsas. Compró todo lo que sus ojos vieron: ropa, accesorios, zapatos... incluso cosas para mí. Sí, para mí. ¿Qué clase de ideas ridículas eran esas de ponerme unas orejas de reno o un suéter navideño con luces? ¿Acaso creen que soy un juguete? Me escapé un par de veces negándome rotundamente a participar en esas ridiculeces, y aunque Brooke tuvo que perseguirme para traerme de vuelta, su paciencia y esa mirada comprensiva lograron convencerme de regresar. Maldita sea, esa mirada puede con todo.

Después de recorrer prácticamente cada tienda del lugar y acumular montones de bolsas, pensé que el día finalmente terminaría. Mientras subíamos al auto, me emocioné al imaginar nuestro regreso a casa. Ya podía verme descansando en mi rincón y viendo la novela que Brooke no me dejó acabar, lejos de todo este caos, pero, como siempre, estaba equivocado. En lugar de ir a casa, terminamos regresando a la mansión de la loca.

¿Por qué tengo la sensación de que este día aún no ha terminado? La loca sigue llena de energía, y aunque Brooke parece cansada, su sonrisa no desaparece. Supongo que eso es lo único que hace que todo esto sea soportable. Pero no me engaño: si la loca vuelve a intentar ponerme algo ridículo, no responderé de mis acciones y cobraré venganza.

Después de la cena, una experiencia culinaria que todavía saboreo mentalmente, Shannon nos llevó a su habitación. Qué lugar tan deslumbrante. Era tan grande que fácilmente podía albergar a varias personas, pero todo estaba decorado con un estilo que gritaba lujo y feminidad. El tipo de espacio que solo alguien como la loca, con sus aparentemente interminables recursos, podría poseer. Había muebles elegantes, luces cálidas y un enorme vestidor lleno de ropa que probablemente costaba más que todo lo que yo había visto en este mundo humano.

Mientras inspeccionaba todo desde mi posición, Brooke y Shannon desaparecieron momentáneamente para cambiarse. Cuando regresaron, ambas llevaban puestas unas pijamas que parecían sacadas de una revista. Eran idénticas en diseño, pero diferentes en color: Brooke llevaba un delicado tono pastel mientras que Shannon había optado por algo más vibrante, muy acorde con su personalidad extrovertida. La conexión entre ambas era innegable. Shannon no podía dejar de demostrar su afecto hacia Brooke, abrazándola constantemente, acariciando su cabello y asegurándose de que todo a su alrededor estuviera perfecto para su comodidad.

Mientras tanto, yo observaba desde mi lugar junto a la chimenea. Me acurruqué allí, disfrutando del calor del fuego, pero sin dejar de prestar atención a lo que sucedía entre las dos. Era imposible no pensar en cómo sería si Brooke tuviera todo lo que se merece. Aunque su vida no parecía ser mala, estaba claro que la loca tenía acceso a cosas que Brooke ni siquiera soñaba tener. Ella merece tanto más. Ese pensamiento me llevó a una mezcla de frustración y determinación; algún día, de alguna manera, me aseguraría de que Brooke tuviera todo lo que necesita y más.

De repente, Shannon tomó un peine y comenzó a peinar el cabello de Brooke, mencionando casualmente que su cerquillo había crecido y necesitaba un corte. Lo decía con tanta naturalidad, como si fuera algo que hacía a menudo. Y, sin más, comenzó a recortarlo con precisión y cuidado. A pesar de que Brooke se veía un poco nerviosa, confió plenamente en las manos de su amiga. Por mi parte, solo observaba en silencio, intentando no intervenir mientras las dos se reían y charlaban como si el mundo exterior no existiera.

En algún momento, la loca dirigió su atención hacia mí. Con un tono despreocupado, me dijo que podía recostarme en una alfombra suave o quedarme al lado de la chimenea si lo prefería. También añadió que, después de terminar con el corte de Brooke, jugarían conmigo porque, según sus palabras, esta noche era especial: una pijamada.

«¿Una pijamada? Genial, lo que me faltaba». No es que me molestara la idea de pasar más tiempo con Brooke, pero algo me decía que Shannon tenía planes que no incluirían dejarme descansar en paz. Sin embargo, al ver la forma en que ambas se miraban y reían juntas, no pude evitar sentir un extraño calor en el pecho. Quizás, solo quizás, esta pijamada no sería tan mala después de todo. Claro, siempre y cuando la loca no intentara incluirme en alguno de sus planes extravagantes. Ya me imaginaba con un ridículo gorro de dormir o algo peor.

Horas más tarde, cuando ambas terminaron de alistarse para dormir, Shannon apagó las luces principales, dejando solo una pequeña lámpara encendida cerca de la cama. Las dos se recostaron, cubriéndose con unas colchas que parecían tan lujosas como todo lo demás en esa enorme mansión. Desde mi posición junto a la chimenea, podía escuchar sus voces, susurrando en la oscuridad.

—Hace tiempo que no te veía sonreír de esa manera, como cuando éramos niñas. Y estoy segura de que Sky tiene todo que ver con eso. —aseguró.

La habitación quedó en silencio por un momento, interrumpido solo por el crujir de la madera en la chimenea. Luego, Shannon prosiguió, esta vez con un tono más serio.

—Mira, entiendo lo que dijo tu tía, pero no debes deshacerte de él. Deberías quedártelo, porque, después de todo lo que has pasado, te volvió a hacer sonreír. Esa sonrisa que tenía mi mejor amiga cuando éramos pequeñas. Quiero verte así siempre.

Brooke no dijo nada, pero podía ver desde mi posición cómo bajaba la mirada, como si las palabras de la loca hubieran tocado algo muy profundo en ella. Después, Shannon tomó una respiración profunda y continuó:

—Sé lo difícil que ha sido todo. Pero te conozco, y sé que nunca perdiste la esperanza. Y ahora, después de que me contaras que los doctores creen que podría despertar pronto... —hizo una pausa y sonrió con ternura— Estoy segura de que su recuperación y la llegada de este pequeño no son coincidencia. Es un milagro, Brooke. Y créeme, si tienes que esconderlo de tu tía, las puertas de mi casa siempre estarán abiertas para ti y para él.

Brooke sonrió, una sonrisa que apenas pude ver desde la luz tenue de la lámpara, pero que era suficiente para calentar mi corazón. Luego, ambas intercambiaron unas palabras más y, poco a poco, el cansancio las venció. En cuestión de minutos, las dos estaban profundamente dormidas, respirando con tranquilidad.

Aproveché el momento. Mi comunicador apareció de nuevo. Me aseguré de no hacer ruido mientras salía al balcón de la habitación de Shannon y lo activaba. En eso el rostro de Lynne apareció al instante, pero su expresión era sombría.

—Dashiell, tenemos un problema…

—¿Qué pasó ahora? —pregunté, tratando de mantener la calma.

—El maestro Serhan ya sabe de tu situación y…