💔🔥 ZADDY: ¡Recuperando a mi Esposa! 🔥💔
Perdió a la mujer de su vida... Ahora hará lo imposible para recuperarla.
Gerónimo Báez lo tenía todo: poder, éxito y una esposa leal que lo amó por más de veinte años. Marla Andrade de Báez, una mujer fuerte y empoderada, fue su compañera incondicional… hasta que él lo arruinó todo.
🔥 La crisis de los 40 lo golpeó.
💣 Un error. Un desliz. Una traición imperdonable.
Marla no era una mujer que se quedara llorando. Con dignidad, lo dejó atrás. Se convirtió en la versión más poderosa de sí misma, mientras el mundo la aplaudía… y él la veía desde la distancia.
💔 Gerónimo ahora es el villano de su historia.
Pero hay algo más, algo que nadie ha visto… y que él no puede revelar.
🔹 La verdad está oculta entre mentiras y apariencias
🔹 Las pruebas lo condenan.
🔹 El mundo la alienta a seguir adelante sin él.
Pero Gerónimo no está dispuesto a rendirse.
🔥¿Su amor será suficiente para obtener una segunda oportunidad?
🔥¿O Marla seguirá adelante…?
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8. Reencuentro
POV Marla
Mis piernas amenazan con ceder y mi pecho arde con cada latido desenfrenado. Un año… un maldito año sin verlo.
Y hoy está aquí.
Más guapo.
Más imponente.
Y con esa maldita sonrisa que tiene… haciendo trizas mi voluntad.
—¡Dios...! —susurro entre dientes—. ¡¿Qué hace él aquí?!
Observo a Roqui acercándose con su sonrisa burlona. Seguro que ya ha afilado su lengua. Ni yo me escapó de su sarcasmo.
—Lástima que soy un macho femino recién comprometido, porque si no, ya estaría encima de Hulk, suplicándole que me destroce —dice, relamiéndose los labios mientras lo observa con una mirada pervertida que no se molesta en disimular.
Ruedo los ojos y doy un sorbo a mi copa. No puedo negar que el idiota se ve mejor que nunca.
Esas canas a los lados… Vaya, que lo hacen aún más apetecible. Y ese cuerpo, todo músculo… Maldita sea.
Siento el calor bajar directo entre mis piernas.
Pero entonces, los jadeos y las palabras en esa habitación de hotel vienen a mi mente. Una punzada helada me atraviesa el pecho, arrasando con todo rastro de deseo.
No fue solo mi ego el que destrozó…
Fue mi dignidad la que pisoteó.
Mi amor por todo lo que construimos.
Me dejó cicatrices en el alma que quizás nunca sanarán.
El deseo se evapora al instante.
Su traición me golpeó con una fuerza descomunal, imposible de expresar con palabras.
"Nunca en mi vida he sentido tanto dolor."
"Solo sé que me robó el aliento… y las ganas de vivir."
"Me desgarró por completo."
Dejo la copa sobre la mesa con un golpe seco y fulmino a Roqui con la mirada.
—Si te gusta llevar cuernos de adorno, adelante, amigo, todo tuyo… —escupo con sarcasmo—. Te lo podría intercambiar por Joniel… Que aunque batea para el otro lado, al menos es un hombre leal.
Roqui abre los ojos como platos y niega con la cabeza.
—¡Deja a mi hombre quieto! Y reconsidera a ZADDY antes…
Levanto una ceja y suelto una carcajada seca.
—¿Antes de que me traicione? Qué tierno. Por si lo olvidaste, ese hijo de puta ya lo hizo. Y bien hecho.
Roqui chasquea la lengua, exasperado. Lo que realmente me hace hervir la sangre no es que lo defienda… es que él, más que nadie, sabe lo que me hizo.
—Amiga… —se gira y me clava la mirada—. Puedes engañar a todos, incluso a ZADDY, pero a mí, que soy como tu conciencia, tendrías que morir y volver a nacer para hacerlo. Y creo que ni así.
Mi mandíbula se tensa. Muerdo con fuerza mi labio inferior hasta que el sabor metálico de la sangre invade mi boca.
Odio que Roqui me conozca tan bien. Tomo una servilleta y limpio la sangre de mi labio, disimuladamente.
—¿De qué lado estás? —lo fulmino con la mirada—. ¿Del infiel o del mío? Porque durante años te he considerado mi hermano.
Él resopla y se cruza de brazos, mirándome como si hablara con una niña caprichosa.
—A mí no me vengas con esos chantajes melodramáticos… —gruñe—. Esos te sirven con María Teresa, pero conmigo no.
Observo a mi prima. Sé que está incómoda. Nunca esperó que Gerónimo estuviera aquí, y menos hoy, el día en que Marcello le pidió matrimonio.
La veo acercarse, mordiendo su labio, nerviosa.
—Marla, no sabía que él vendría. Tampoco puedo echarlo después de todo lo que ha hecho por mi hija —dice María Teresa, bajando la mirada, apenada por algo que ni siquiera es su culpa.
Ella no cambiará. Aunque con Marcello se ha vuelto más fuerte, sigue siendo la misma… llevando el mundo a cuestas.
—Prima, deja la bobada —la abrazo. No quiero que en su embarazo se preocupe por cosas que no tienen que ver con ella—. Tú qué culpa tienes de que el infiel se haya autoinvitado —digo en voz alta, asegurándome de que me escuche, mientras lo fulmino con la mirada.
Él me da una mirada seductora…
Mi cuerpo se tensa.
Mi respiración se entrecorta.
"¡Maldito! ¿Por qué me hace esto?" Su mirada me quema, me desarma… y odio que aún tenga ese poder sobre mí. "¿Acaso se está burlando de lo que me hizo?"
—¿Quieres que nos vayamos para la casa? —pregunta María Teresa.
—¡Olvídate de eso, Madre Teresa de Calcuta! A mí no todos los días me piden matrimonio —gruñe Roqui, cruzándose de brazos con dramatismo—. Y tú, Marla Andrade de Báez… como que ya estás muy viejita para seguir jugando a la novia fugitiva.
Le gruño porque odio que me diga lo que debo hacer.
—A mí no me abras los ojos que no te voy a echar gotas… Y no me voy a callar, porque gruñas. Ve y habla con Gerónimo… Es el momento de que cierres ese ciclo. Sabes que te quiero —dice, tomándome de las manos—, pero no por eso te voy a alcahuetear todo. Ve y toma el toro por los cuernos.
Observo a mi prima y ella asiente.
Bufo, molesta.
—Lo haré, pero no hoy ni aquí. Que aprenda a esperar, como yo tuve que hacerlo. Y ya que andas de redentor de los muertos, ve y dile que hablaremos en un par de días en tu casa —respondo, conteniendo la furia que amenaza con explotar.
Roqui me observa y asiente.
—Hablaré con él, pero quita tu cara de asesina, estamos celebrando mi compromiso y el de María Teresa. Y no quiero que mi pimpollo salga corriendo sin llevarme al altar —dice, lanzándome un beso antes de alejarse.
—Prima, no sé lo que pasó entre ustedes... pero la vida me ha enseñado que no todo es lo que parece. Y aún me cuesta creer que Gerónimo te haya engañado —dice, girando disimuladamente su rostro hacia él—. Ese hombre te mira como Marcello me mira a mí… Alguien que te mira así no te puede traicionar.
Siento mis ojos arder.
"¡Maldita sea!"
"Yo lo vi…"
"Yo lo escuché…"
"Era él. ¿Cómo borro eso de mi mente?"
María Teresa interpreta mi silencio y me abraza.
—Te voy a robar un momento a mi futura esposa —dice Marcello, tomándola por la cintura y llevándosela.
Mientras, yo solo quiero esfumarme. Pero como dijo Roqui: no soy la novia fugitiva, soy una mujer hecha y derecha.
Y entonces, una voz grave y firme me congela.
—Hola…
ROQUI.
Ahora sí doctorcita, aténgase a las consecuencias de sus palabras