Mikhail Ruttherford, el hijo menor varón de una familia con poder y dinero, acostumbrado a actuar según sus creencias, sin prestar atención a lo que otros digan de su forma de llevar las cosas, solo su perspectiva era importante, hasta llegar al punto de mantener una relación amorosa con Anastasia Petrova, la mujer de la cual estaba profundamente enamorado a pesar de las controversias y problemas que ese amor le procuraba, siendo el hecho de que la mujer ya se encontraba casada con otro hombre, por lo que su relación era un secreto que no podía salir a luz pública, mientras él debía verla ocasionalmente desfilando por la alfombra roja tomada de la mano del hombre quien era su esposo, teniendo que compartirla para poder mantenerse a su lado, aferrado a ella sin importar las condiciones.
Para distraer su mente y mantenerse alejado de la tentación de buscarla cometiendo la imprudencia de interrumpirle el evento al cual ella asistiría en compañía de su esposo. Prefirió crearse algo de trabajo extra y viajar hacia una zona remota con el pretexto de ir a ver nuevos terrenos para un negocio. Algo que no estaba dentro de sus planes era que durante ese viaje tendría un accidente que lo haría desaparecer de ese mundo durante algunos meses.
¿Qué sucederá cuando aparezca luego de su accidente?
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Capitulo 9. Un Corazón solitario
Después de salir de alta del hospital, sin saber hacia dónde ir o que hacer de allí en adelante, lo primero era conseguir un refugio en el cual hospedarse, después debía averiguar la forma para poder recuperar sus recuerdos de alguna forma.
- Lukas – le dice Gunther quien se encontraba cruzando la calle - ¿A dónde vas?, ¿Qué haces fuera del hospital? – le dice preocupado
- Ya me dieron de alta – le dice mostrándole su hoja de salida
- Ah, ya veo – le dice viendo el papel
- Tengo que buscar algún lugar donde pueda hospedarme, ¿conoces alguno? – le dice Mikhail en tono amigable.
- Pues por aquí las posadas no son muy buenas y la seguridad tampoco es muy buena últimamente – le dice pensativo – oh, ya se, puedes quedarte en la cabaña – dice entusiasmado
- ¿La cabaña? – le dice Mikhail confundido
- Es una pequeña cabaña al lado de la nuestra, les pertenecía a nuestros abuelos, pero no la hemos ocupado desde que fallecieron, mi padre la ha intentado rentar, pero todos temen que pueda estar embrujada, dado el tiempo que ha estado abandonada - le explica
- Oh, ya veo – le dice imaginándose una casa terrorífica
- ¿tú le temes a esas cosas? – le pregunta Gunther
- Pues, no lo sé – le dice Mikhail pensativo – tendría que ver uno para saberlo – le dice
- ¿Entonces qué dices? – le dice Gunther entusiasmado
- Si claro, si no tienen problema alguno en que yo me quede allí, la tomare – le dice Mikhail en tono amigable
- Claro que no habrá ningún problema, papá estará más que contento por ello, vamos yo te llevo – le dice guiándolo hacia la camioneta.
El viaje en la camioneta no fue tan largo, a pesar de que la cabaña se encontraba un poco alejada del pueblo, mientras Gunther iba platicándole sobre el lugar y todo lo que su familia había hecho para lograr mantenerlo en pie.
Convencer al Gunnar fue tan fácil como beberse un vaso de agua, apenas le plantearon toda la situación el hombre acepto sin rechistar. Busco las llaves de la cabaña y procedieron a mostrarle el lugar a Mikhail.
La fachada no era muy prometedora, el interior tampoco poseía gracia alguna, todo estaba lleno de polvo, muebles cubiertos con mantas y un montón de objetos incomodos regados por el suelo, las ventanas se encontraban atoradas, la madera del suelo rechinaba, la iluminación no era muy buena, algunos interruptores estaban dañados, el cuarto principal no era muy grande y el otro era tan pequeño que solo una cama individual podría caber, sencillamente el lugar era una ruina.
Pero a pesar de todo aquello, no fue algo que a Mikhail le importara del todo, sin saber el porqué, se sentía a gusto en aquel lugar, tal vez sería porque ya conocía a aquellas personas, sintiéndose cómodo con el trato.
- Es perfecto, lo tomo – le dice entusiasmado
- ¿De verdad? – le dice Gunnar sorprendido.
- Si, ¿Cuánto es el deposito? – le dice sacando su billetera para pagarle al hombre
Después de pagarle al hombre sin haber firmado ningún tipo de documento legal, confiando quizás de forma demasiado despreocupada y plena, solo en la palabra de unas personas que, a su juicio, parecían ser de buen corazón.
Enseguida Gunnar y Gunther se pusieron manos a la obra en procurar de tener todo limpio en cuestión de poco tiempo, una tarea que según la percepción de MIkhail, les resultaba sumamente fácil a los dos hombres, quienes parecían acostumbrados a ello.
- Mi esposa era una fanática a la limpieza – le dice Gunnar luego de haber terminado – ven, vamos a la casa allá tenemos algo de cerveza, debemos brindar por nuestro nuevo inquilino – dice Gunnar alegre
Padre e hijo mostraban un enorme carisma y alegría que era fácil de contagiar, haciendo sentir a Mikhail como parte de aquel ambiente.
- Iré primero a lavar mis manos – les dice MIkhail contagiado de aquella alegría
- En la cocina puedes hacerlo – le dice Gunther señalándole el camino
Mientras Mikhail lavaba sus manos, comenzó a mirar hacia afuera a través de la pequeña ventana frente al fregadero, todo afuera era oscuro, la noche cubría aquel enorme campo apagando todos los colores que había en él. De pronto la luz de unos faros de un auto que se detuvo muy cerca, aunque la iluminación era poca, pudo ver claramente a Freya salir de allí, seguida de un hombre quien corrió para tomar su mano, ¿Quién era?, su rostro se le hacía familiar. Charlaron por unos instantes y después el hombre libero la mano de la mujer, dejándola ir.
- ¿Y de quien se trata? - le dice Freya riendo
- De mi - le dice MIkhail saliendo de la cocina
- ¿Lukas? - le dice Freya sorprendida
- Buenas noches Freya\, es un gusto volver a verte - le dice sonriéndole de forma despreocupada.
- No espere que no fuéramos a ver tan pronto – dice Freya riendo – pero me alegro de que estés bien y te vayas a hospedar en la cabaña\, bienvenido – le dice en tono cálido
- Gracias – le responde Mikhail
Luego de aquella grata bienvenida siguieron bebiendo a la salud del nuevo miembro de aquella pequeña familia que, aunque fueran personas un tanto extrañas para muchos, sabían cómo brindar un ambiente cálido y reconfortarle.
Después de la media noche, Gunther y Gunnar se encontraban dentro de la casa, mientras Freya sentada en el pórtico, admiraba el desfile de estrellas que se alzaban en el cielo nocturno.
- Esta noche no hay luna – le dice Mikhail llegando a su lado
- No, pero igual es hermoso, ¿no lo crees? - le dice viendo hacia arriba
- Sí, me gusta de igual forma – le dice tomando asiento a su lado, desde adentro se podía escuchar la fuerte risa de Gunnar quien ya se encontraba ebrio por el alcohol – son muy animados – le dice Mikhail riendo
- Si, aunque hacia mucho que no lo escuchaba reír de esa forma – le dice Freya en tono melancólico.
- Ah, ¿no? – le dice Mikhail
- No, desde que mamá murió fue como si una sombra se hubiera posado sobre esta casa, incluso papá solía decir que su suerte estaba maldita – le dice en tono triste – por eso me sorprendió el verlo sonreír de esa forma y es todo gracias a ti Lukas – le dice viéndolo de forma cálida, en ese momento una helada brisa comenzó a soplar – vaya que esta fría la noche, iré por una manta – le dice Freya levantándose
- NO – le dice Mikhail tomando la mano de la mujer – no te vayas, quédate aquí a mi lado – le dice en tono suave.
Freya volvió a tomar asiento, Mikhail se sentó a su espalda y la rodeo con sus brazos
- Prometo mantenerte caliente, así que solo quédate aquí a mi lado – le dice en voz cálida a su oído
- Bien, me quedare a tu lado hasta que estés tranquilo – le dice tocando las heladas manos del hombre
Esa noche solo se dedicaron a apreciar las estrellas y acompañar sus solitarios corazones que solo anhelaban estar uno al lado del otro.