Grei Villalobos, una atractiva colombiana de 19 años, destaca por su inteligencia y un espíritu rebelde que la impulsa a actuar según sus deseos, sin considerar las consecuencias. Decidida a mudarse a Italia para vivir de forma independiente, busca mantener un estilo de vida lleno de lujos y excesos. Para lograrlo, recurre a robar a hombres adinerados en las discotecas, cautivándolos con su belleza y sus sensual baile. Sin embargo, ignora que uno de estos hombres la guiará hacia un mundo de perdición y sumisión.
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Capítulo 2 ¡Soy la mancha en esta familia!
Grei Villalobos
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Era una mancha en esta familia, una oveja negra que cada vez me sentía más alejada de este apellido, simplemente por mostrar lo que realmente soy y no someterme a su hipocresía. Si ser así me convertía en una mancha, entonces con orgullo lo acepto. La observo intentar golpearme nuevamente y sostengo su mano. Con una voz firme le digo:
—Si me consideras una mancha en esta hipócrita familia, entonces sí, lo soy, madre. Me siento orgullosa. —Suelto su mano.
Ella me mira con enfado, mientras toca su brazo. Kevin y mi padre la observan.
—Por favor, no discutan más. Grei está tomada y alterada.todos están enojados, diciendo cosas de las que mañana podrían arrepentirse. Grei, por favor, sube a tu habitación.
—No, Rosario. Déjalos que expresen lo que sienten, que por primera vez sean honestos en su vida. No pienso seguir viviendo aquí, me voy.
Escucho a mi padre reír, luego hace una mueca.
—¿Irte? ¿A dónde? Todo lo que tienes es gracias a mi dinero: tu ropa, tus joyas, todo lo has comprado con mi dinero. Eres una niña estúpida que solo sabe desperdiciarlo. ¿De qué vivirías? No seas ridícula y más bien pídeles perdón a tu madre y a mí. Mañana mismo aceptarás casarte con Eugenio, es el único que se casaría con una problemática como tú.
—No estás ni tibio si piensas que me casaré con ese infeliz. No tengo nada de qué pedir perdón, no he dicho nada que no sea verdad, no necesito tu dinero.
Antes de que pueda responder, corro hacia mi habitación, tomo mis maletas y empiezo a empacar toda mi ropa. Luego agarro un bolso pequeño donde guardo mis documentos y mi pasaporte, así como mis joyas. La más valiosa la coloco sobre mi pecho, al igual que la tarjeta que me regaló mi abuela. Cuando bajo con mis maletas, mi padre no me deja avanzar.
—Así que piensas irte. Entonces vete, pero lo harás sin nada. Todo lo que llevas ahí es con mi dinero.
Tiro mis maletas, me quito el bolso y empiezo a arrojarle las joyas y las tarjetas. Luego coloco de nuevo mi bolso.
—Ahí están. No necesito nada de ti, ni de esta familia. Suerte con ustedes.
Paso a su lado, él toma mi brazo y me susurra al oído.
—Pronto volverás de rodillas pidiendo perdón. Ese orgullo que tienes, la calle te lo hará pagar; veremos cuánto demoras en regresar.
—Entonces siéntese, señor, para que no se canse, porque no pienso regresar nunca. Desde ahora no tengo familia; la única que tengo se llama Rosario. Para mí, ustedes están muertos.
Me suelto de su agarre y salgo de la casa. Escucho una voz que me llama; al volverme, es Rosario, con los ojos húmedos, acercándose a mí.
(Rosario)
—Grei, por favor, no te vayas. Volvamos, yo puedo hablar con ellos para que te perdonen. Solo estaban molestos, por favor, no te vayas.
—No, Rosario, no tengo nada por que pedir perdón. No seguiré perdiendo el tiempo con esta familia decepcionante. —Me acerco a ella—. Vamos juntas.
Ella me observa con sorpresa.
—¿Irnos a dónde, Grei? Yo tengo a mi esposo, y mis padres se sentirían decepcionados de mí.
Apretó su mano y respiro con cierta molestia. Durante años, ha hecho todo lo que mis padres le ordenaban para complacerlos. ¿Y ella? Solo la casaron con Sebastián cuando cumplió 18 años, sin permitirle estudiar Veterinaria, que era su sueño. Le llenaron la cabeza diciéndole que era una carrera absurda y que debía hacer feliz a su esposo. La han manipulado.
—Rosario, ellos y tu esposo pueden irse a la mierda. Piensa en ti y en tus sueños. Siempre has querido estudiar Veterinaria, puedes hacerlo. Divórciate de ese parásito. No mereces estar a su lado. Sabes que ese hombre no te ama, que te engaña con la primera que se le presenta. Siempre te deja como segunda opción. Lo que llamamos padres solo te han utilizado; no te han dejado pensar por ti misma. Vamos a Italia, yo gané una beca para estudiar Diseño Gráfico. Tú puedes estudiar tu carrera; juntas podemos salir adelante.
Ella se queda en silencio, sus ojos se nublan. Escucho a Sebastián gritándole que regrese, hablando de manera despectiva, como si fuera su empleada y no su esposa. Ella lo mira, luego me mira a mí y sacude la cabeza en señal de negación. Yo solo suspiró con frustración.
—Lo siento, Grei, pero no puedo ir contigo. Yo... no puedo hacerlo. —Veo como saca una tarjeta y me la entrega—. Usa esta tarjeta con el dinero que hay allí. Podrás estar bien económicamente por un tiempo. Por favor, llámame cuando llegues. Te amo, hermana, deseo que te vaya bien.
Escucho cómo ese parásito indeseable continúa llamándola. Ella me abraza con fuerza mientras ambas lloramos. De repente, se aleja corriendo hacia Sebastián, y noto que él la toma del brazo con brusquedad para llevarla hacia el auto. Intento seguirlos, pero ella me hace una señal para que me aleje. Me pregunto por qué no puede alejarse de ese hombre si él no la quiere; ¿por qué se aferra a él? Guardo su tarjeta y salgo de allí. Justo en ese momento, pasa un taxi; me subo y le pido que me lleve a un hotel.
Minutos después, llego a mi destino. Al entrar en la habitación, lo primero que hago es comprar un boleto a Italia. En tres días comenzaré mis clases. Mañana compraré ropa y organizaré mi maleta. Con el dinero que me regalaron mis abuelos y el de mi hermana, tendré suficiente para sobrevivir unos años, pero necesito conseguir más ingresos, ya que si continúo gastando a este ritmo, no me alcanzará.
Visualizo mi nueva vida en Italia y presiento que será espectacular, completamente libre de cualquier vínculo conocido. voy con toda.. sonrió.