Luca, un omega que ha ocultado su identidad en las sombras del crimen de Verona, es descubierto por Alessandro Moretti, el implacable capo de la mafia. Mientras Luca es arrastrado a un mundo lleno de peligro, traiciones y poder, la atracción entre ambos crece, desatando un juego mortal donde el deseo y la protección se entrelazan. En un entorno donde nadie es lo que parece, Luca y Alessandro deberán decidir si su conexión es una fortaleza o una debilidad que los destruirá.
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capitulo 17 : LA MARCA DEL DESTINO
El auto avanzaba por las serpenteantes carreteras de las colinas de Verona, y el silencio entre Luca y Alessandro era tan denso que casi se podía palpar. A pesar de estar sentados uno junto al otro, había una distancia que ninguno de los dos se atrevía a cruzar en ese momento. Alessandro mantenía una mano en el volante, su mirada fija en el camino, mientras que Luca no podía dejar de mirar las sombras que se proyectaban fuera de la ventana. Cada sombra parecía una amenaza, una advertencia de lo que estaba por venir.
Finalmente, fue Luca quien rompió el silencio, su voz apenas un susurro en la oscuridad.
—¿Cómo vamos a enfrentarlos? —preguntó, con una mezcla de temor y curiosidad.
Alessandro apretó los labios por un momento antes de responder.
—Los Destinados son peligrosos, pero no invencibles —respondió con frialdad—. Ellos operan en las sombras, alimentándose del miedo. Si logramos desarticular su red, exponer sus debilidades, perderán el control. Pero no será fácil.
Luca asintió lentamente. Sabía que la situación era peligrosa, pero lo que lo inquietaba más era la noción de que los Destinados lo consideraban crucial para el destino de Alessandro. Y aunque aún le costaba aceptar la posibilidad de ser el omega destinado al capo, había algo en su interior que lo atraía a él, algo profundo y primitivo que no podía ignorar.
Mientras el auto atravesaba las calles silenciosas de Verona, se adentraron en un complejo subterráneo que Alessandro usaba como una de sus bases más seguras. Al llegar, Luca sintió una sensación de alivio momentáneo al ver que las puertas de metal se cerraban tras ellos, bloqueando cualquier acceso desde el exterior.
—Aquí estaremos a salvo por ahora —dijo Alessandro, guiándolo a través de pasillos iluminados tenuemente. La fortaleza subterránea era impresionante, pero tenía un aire claustrofóbico que hizo que Luca se sintiera atrapado.
Mientras caminaban, Luca no podía dejar de pensar en lo que Alessandro había dicho sobre los destinados. Había algo en esa historia que lo perturbaba profundamente. ¿Era posible que estuviera tan conectado a él como decían las antiguas profecías? Y si lo estaba, ¿qué significaba para su vida, su futuro?
Llegaron a una habitación donde Alessandro activó un panel de seguridad. La puerta se deslizó hacia un lado, revelando una sala de control con monitores que mostraban diferentes partes de la ciudad, y un mapa detallado con rutas de escape y puntos de vigilancia.
—Este es el centro de operaciones —explicó Alessandro—. Desde aquí puedo supervisar todo lo que sucede en Verona y en las zonas circundantes. Aquí nadie nos encontrará.
Luca observó la pantalla en silencio, pero su mente seguía en otra parte.
—Alessandro... —comenzó, sin saber exactamente cómo formular su pregunta—. Si soy... tu omega destinado, ¿qué implica eso realmente?
Alessandro se giró lentamente hacia él, sus ojos oscuros escrutando los de Luca. Hubo un largo silencio entre ellos antes de que Alessandro respondiera, con una honestidad que rara vez mostraba.
—Significa que hay un vínculo entre nosotros que va más allá de lo físico o lo emocional. Un lazo que, según las antiguas creencias, puede potenciar nuestras fortalezas o destruirnos si es manipulado por otros. —Su voz era grave, como si estuviera revelando un secreto profundamente arraigado—. Pero no creo en esas profecías al pie de la letra. Lo que sé es que hay algo entre nosotros que no puedo ignorar. Algo que me hace querer protegerte a toda costa.
Las palabras de Alessandro hicieron que el corazón de Luca latiera más rápido, pero también lo llenaron de incertidumbre. ¿Era esto lo que había sentido desde el principio, esa atracción innegable? ¿Era el destino, o simplemente una conexión profunda e inexplicable?
Antes de que Luca pudiera responder, uno de los hombres de Alessandro entró apresuradamente en la sala de control.
—Capo, tenemos un problema —dijo, su voz tensa—. Hemos interceptado una comunicación de los Destinados. Están planeando un ataque esta misma noche.
Alessandro frunció el ceño, sus ojos afilándose.
—¿Dónde? —preguntó con voz firme.
El hombre vaciló un momento antes de responder.
—Aquí. Han descubierto nuestra ubicación.
Un frío intenso recorrió el cuerpo de Luca. Sentía que todo se desmoronaba. ¿Cómo podían haber sido tan descuidados? Alessandro, que siempre parecía estar un paso por delante de todos, ahora estaba atrapado en su propio refugio.
—Reúnan a los hombres —ordenó Alessandro, su tono autoritario volviendo al frente—. Preparen las defensas. Nadie entra o sale sin mi autorización.
El hombre asintió rápidamente y salió de la habitación, dejando a Alessandro y Luca solos una vez más. El silencio que siguió fue abrumador, cargado de tensión y miedo. Alessandro se acercó a Luca, su mirada más intensa que nunca.
—No voy a dejar que te toquen —susurró Alessandro, su voz baja pero cargada de promesas—. Ellos creen que pueden usarte contra mí, pero no permitiré que eso suceda.
Luca lo miró fijamente, sabiendo que el peligro estaba a las puertas, pero también sintiendo que, en ese momento, su conexión con Alessandro era más fuerte que nunca.
—No tienes que protegerme solo —murmuró Luca, tomando una decisión—. Si estamos destinados a estar juntos, lo enfrentaremos como iguales.
Alessandro lo observó con una mezcla de sorpresa y admiración, antes de inclinarse hacia él. La cercanía entre ellos era electrizante, y por un momento, el mundo exterior dejó de importar. Había algo en esa mirada, en ese instante, que lo conectaba más profundamente a Alessandro de lo que nunca había imaginado.
Y entonces, el primer disparo resonó fuera del complejo.
La guerra había comenzado.