Emma Raducanu, es una joven que sufre un terrible trauma por culpa de su novio. Lo que la lleva a padecer un gran rechazo hacia los hombres.
Emma se prometió a ella misma, no volver a enamorarse, ni confiar nuevamente en un hombre otra vez.
¿Qué pasará cuando Emma conozca al jefe de su hermana?.
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Poseído.
Madrid, España.
Emma Raducanu.
Mi cabeza late y gimo de dolor. Poco a poco abro los ojos y encuentro a Jordi mirándome como si fuera un halcón mirando a su presa.
— Mi bella durmiente, por fin despertaste, pensé que estabas muerta — comenta irónicamente, sentándose en una silla. Estaba atada a una cama.
— Jordi, ¿qué me hiciste? — pregunté angustiada.
— Te traje a un hermoso lugar.
— ¡Nunca viviré aquí contigo! — Me burlo riéndome de su rostro, y él irrumpe y me golpea, haciéndome gemir de dolor.
—¿Cómo crees que vas a salir de aquí? — responde.
— ¡Mi novio viene a buscarme! — le digo.
—Nunca nos encontrarán, mi bella durmiente.
—¿Qué quieres decir? — Empiezo a asustarme.
— ¡Quiero decir que vamos a vivir aquí para siempre! — Dice el muy convencido
— ¡Prefiero morir que estar contigo! — comento.
— No, no vas a morir.
—Oh, eso es fácil para mí, he muerto una vez, y no importará de nuevo.— Me encojo de hombros. En el fondo, le tenía miedo, simplemente no podía mostrarlo frente a él.
— Así que si te disparo, ¿no será un problema?— Apunta el arma a mi frente.
—Para nada, no me importa.
— No te preocupes, no te mataré.
— ¿Y crees que me importa? — Comento, todavía riéndome. —Si, como tú mismo dijiste, nadie va a encontrarnos, entonces creo que será mejor que me mates y luego te suicides — bromeo con él. Pero sabía que no podía seguir haciendo esto.
—¿Entonces quieres decir que te gusta jugar con fuego?— - se burla.
Si crees que estoy bromeando... Ya que dijiste que estaríamos juntos para siempre, respóndeme una pregunta: ¿por qué me secuestraste?
— Nunca te fijaste en mí, ¿verdad, Clara? — de repente se altera, era como si hubiera estado poseído. No siquiera sé quien es esa tal Clara que acaba de mencionar
— ¿Te das cuenta, que no soy Clara? — digo
— ¡Sí, siempre te he amado! — menciona ignorado mi repuesta ante su confusión.
—Siempre te he visto como un colega. Lo siento, Jordi — trato de seguir su idea, pero temo que pierda su conciencia.
—¿Por qué te disculpas?.
—Porque nunca te amaré.
— ¡Sí, sé que me amarás, Clara, después de todo estaremos juntos para siempre!.
—Amo a otro hombre, siempre amaré a mi novio, y él es con quien quiero vivir hasta el final de mi vida — declaro, y él me mira.
— Oh, ese noviecito tuyo... ¿Ya tuvieron sexo? — cuestiona.
Me siento avergonzada, y pronto mi cara se pone caliente.
— Hasta donde puedo ver, no.
— ¡Jordi, mi vida personal no es asunto tuyo! Ahora, ¿me harás un favor y me dejarás ir? — Muevo los brazos y trato de liberarme de mis ataduras.
—No señora, su vida siempre es importante para mí — dice, con una sonrisa irónica en los labios.
— ¡Soy mi jefa en mi vida! — contrataco.
— Gracioso que digas eso demasiado — Se ríe.
— Jordi, por favor, reconsidera — suplico, queriendo ver si puede entrar en razón y dejarme ir.
— ¿Reconsiderar? ¿Sobre qué? — pregunta.
— Jordi, me secuestraste en un centro comercial, fuiste violento conmigo en la universidad... ¿Necesito continuar?...
— ¡Sí, tienes que entender!.
—¡ No, no entiendo! — menciono.
—Desde que te vi por primera vez, me enamoré de ti, Clara.
— Sí, puedo entender, pero no soy " tu Clara".
Y siempre estuviste rodeada de esas dos chicas locas que eran tus amigas, que te presentaron a ese viejo. Ah, ¿cómo se llamaban? — Se toma un momento y luego responde: - Ah, sí, Lorena y Adriana.
— ¿Quiénes son ellas?.
— Así que siempre estuvieron a tu lado, y te vi reír, y eso me encantó.
— ¿Y qué? — Clara, ¿No podía reírse con sus compañeros?
— Continuando con nuestra historia de amor... — Argumenta el maníaco.
— Jordi, ¿estás loco? — le grito. Viene hacia mí y grita nervioso:
— No me llames loco, ¿me escuchas?— Me abofetea la cara.
— ¡Sí, estás loco por inventarte esta historia! — Me vuelve a abofetear y, aunque me duele tanto, me echo a reír.
— ¿Te parece divertido? ¿Te gusta atrapar? dice nervioso, y vuelve a abofetearme.
— ¿Y a ti, te gusta? — replico. Incluso sintiendo el dolor de un perro, no lo mostraría.
— ¡Sabes que me gustas así, seguro!— Se ríe y pasa su mano por mi cara.
—¡Eres un completo idiota!.
— ¡Y tú eres una perra!— A quien le gusta rozarse con cualquiera por la calle.
— ¡Sí, ahora demuestra quién eres realmente!.
— Te gusta, ¿no? ¿por eso me cambiaste por él?.
—Oh, sí, me gusta verte pensar que eres un completo sabelotodo.
Sigamos, ya veremos quién va a ser el listo. ¿El 4 de noviembre te recuerda algo?
Me congelo.
¿Qué pasa con esta fecha? Pregunto, sintiéndome ansiosa.
—Ah, ¿no te acuerdas? Así que déjame refrescarte la memoria. ¿El día de mi cumpleaños? — como no digo nada, dice, gritando —¡Respóndeme!.
— Sí, que sucedió ese día, en tu cumpleaños— respondo, a regañadientes.
—¡ Buena chica, sigamos!— Ese día fuimos a celebrar mi cumpleaños en el club, ¿no?.
—¿Por qué tengo que responder si sabes eso?.
— Y también esa noche, me dijiste que ya no querías seguir conmigo, ¿no? — puedo ver como el recordar lo vivido le afecta.
— ¡Y que más paso? — pregunto, dándome cuenta de que la mordaza ha regresado.
— Bueno, es muy simple, después de que terminaste conmigo te fuiste con ese viejo.
— Jordi, ¿qué estás diciendo? — Pregunto, pensando en que por es por eso que odia tanto a Saúl, porque le recuerda ese viejo por el cual lo abandona la tal Clara.