Me preguntó si hay en el mundo una mujer que no me de dolores de cabeza. Una mujer que nunca desarrolle sentimientos por mi, una mujer que entienda la diferencia entre sexo y amor. Si la hay me encantaría conocerla. Hacerla mi amante y disfrutar la compañía sin compromisos.
¿Dónde encuentro una mujer así?
NovelToon tiene autorización de Regina Cruz C. para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.
Traviesa
... Diego.
Esther no estaba bien, luego de perder a Dylan parecía otra mujer, yo estaba muy preocupado por ella. Quise estar a su lado, quise confesarle mis sentimientos, esté no era el momento, lo sabía, estaba seguro.
Entonces apareció Cecilia, su prima. Con una oferta que me pareció descabellada. Me negué al principio, pero con su lengua hábil me convenció.
— Se que estás enamorado de ella. ¿Crees que no me doy cuenta de cómo la miras?
— No por eso haré lo que quieres.
— No tiene nada de malo. Piénsalo de esta manera, si abusas de ella te odiara, pero si le hacemos creer que todo fue culpa del hospital, te verá como otra víctima. Te dejará estar cerca de tu hijo, y de paso tendrás una oportunidad para conquistarla. Conozco muy bien a mi prima. Sus valores no le permitirán estar con otro que no seas tu. Ella elegirá al padre de su hijo sobre cualquier otro hombre.
Era descabellado, era arriesgado, pero también era mi oportunidad para tenerla.
— ¿Y si decide abortar? — La conozco muy bien, se que jamás haría eso. Sin embargo, en las circunstancias que estará, ella podría cambiar.
— No lo hará. La conozco, conozco a mis tíos. Ellos no lo permitirán. Confía en mi.
Cecilia cumplió su promesa. La dejó embarazada de mi, ahora tengo una ventaja sobre cualquier hombre, ella va a tener mi bebé.
Sonreí al pensar en eso. Yo logré lo que mi primo no pudo. Esther será mía. Cómo siempre debió ser. Yo la conocí primero, mi error fue no acercarme de inmediato, estaba ocupado en mi trabajo, luego Dilan se mudo conmigo. En el momento que el la conoció quedó igual de hipnotizado que yo. Para cuándo la volví a ver ya eran novios. Pero yo tuve la culpa por no esforzarme más. Mi maldito ego me decía que ella caería ante mi en cuanto la invitara a salir.
Pero todo cambio con la aparición de Dilan, se enamoro de él y nunca me noto. Yo para ella no era más que el primo de su novio. Nunca me vió con otros ojos. Y eso era frustrante. Incluso cuándo mi primo parecía un adefesio el amor seguía en sus ojos. Todavía lo veía cómo si el fuera lo más hermoso del mundo.
Lo mejor que me pudo pasar es que el se muriera. Ahora tengo una posibilidad de estar con ella.
Hoy la había visitado por qué me preocupaba. Supe de su desmayó y quería ver qué estuviera bien. Asegurarme de su estado. Algo que ocurrió en cuanto entré a la casa.
— ¿Vas a conversar tu embarazo? — Escuché preguntar a su padre.
— No lo sé. Tengo miedo de no poder amar a mi bebé. Si fuera de Dylan todo sería distinto. — Dylan, siempre Dilan. Sus ojos no pueden ver a nadie más.
Tenía que hacer algo. No puedo permitir que ella acabe con la vida de mi hijo. Ese bebé es lo que nos unirá. Puedo engañarla, podría decirle que me confundió con Dilan y se entregó a mi en el hospital. Pero la idea de Cecilia es mejor. Me hará quedar cómo una víctima igual que ella.
Esther.
Mamá y papá no me dejaron sola en ésto. Ellos me acompañaron al ginecólogo. Habia tomado una decisión, tendría al bebé. No sé de quién es, no sé cómo apareció ahí, pero si se que es mi hijo, o hija, y que aparte de mis padres, sólo lo tengo a él.
Es verdad que tengo una tía, pero ella no es muy cercana a nosotros, Cecilia es mi prima pero tampoco tenemos mucha participación en la vida de la otra. Ella nunca me ha contado sus problemas y yo no tengo la suficiente confianza para contarle los míos.
Así que si, mis padres y esté bebé son todo lo que tengo. Antes tenía a Dylan, pero lo perdí, jamás lo voy a recuperar. Y tengo que aceptarlo.
Realmente entiendo por qué me mintió. Si estuviera en su lugar habría hecho lo mismo. Le habría dicho que estaba con otro para que me odiara.
Dylan te extraño.
— Esther Tordoya— Llamaron mi nombre. Mis padres y yo nos pusimos de pie. Entramos al consultorio, ahora tengo dos meses de embarazo, me tarde un mes en decidir sobre ésto. Ahora no hay vuelta atrás. Seré madre.
Necesito salir de mi refugio. Necesito volver a trabajar.
— Saldré adelante por ti pequeño.
Nathan.
Me sorprendió que me notificaron sobre el regreso de Esther. La última vez que la parecía una muerta viviente. Ahora sin embargo tenía un brillo especial, cómo la primera vez que la vi. Estaba hermosa.
— Pensé que no volvería señorita Tordoya.
— Lo siento. Mi actitud no estuvo bien. Probablemente ya estoy despedida, solo vine por mis documentos y si era posible una carta de recomendación.
— ¿Está bromeando? — Me burlé. — ¿Cómo se le ocurre que le daré una carta de recomendación?
— Nuevamente me disculpo. Fui muy atrevida. Recogeré mis documentos y me iré. Permiso. — Sujete su brazo.
— En éste momento necesito una secretaria. Si está dispuesta a trabajar en eso, tiene trabajo aquí. — Se que odia ser secretaria. Pero yo quiero tenerla cerca, y está es la manera en que se me ocurre.
— Está bien. Muchas gracias. — Embozo una pequeña sonrisa que me embeleso. Trague grueso y me aparte. Ahora sí, está mujer será mía. Ya la estoy sintiendo. Aunque por el momento le daré espacio. Se qué su novio acaba de morir.
En unos meses le haré mi propuesta. Y está vez no hay motivos para que la rechace.
Esther.
No me agrada volver a ser su secretaria, pero necesito dinero. Mantener un bebé no es algo barato.
— Estarás bien conmigo. Intentaré ser una buena madre. — Prometí.
Pasaron unos días desde que empecé a trabajar, mi bebé se estaba portando bien, siempre se ha portado bien, me hace comer muchas cosas dulces. Siempre tengo que tener un chocolate en mi escritorio.
— Traviesa me harás engordar. — Tengo la sensación de qué será una niña. Mi madre dice que yo también la hacía comer muchas cosas dulces.
— Esther hoy tienes que acompañar al señor a una cena de negocios. Por favor ve presentable.
— ¿Por qué no vas tu? Siempre eres la que lo acompaña.
— No puedo, tengo cosas que hacer y le pedí permiso. Cómo estás aquí el no me lo negó. — Fruncí el seño. No me gusta salir, y menos con hombres por la noche.
con que necesidad meter al primo loco, patético este capítulo, nada que ver