Júlia Mendes se mudó a Nueva York después de la muerte de su madre, después de perder su trabajo, por pura suerte del destino, consigue uno como niñera en la casa del director general. Lincoln es uno de los más grandes CEO de todos los tiempos, después de la separación vive para la empresa y los encuentros casuales. ¿Podrá Júlia, una simple niñera, conquistar el corazón de hielo del director ejecutivo? ¿O el mujeriego CEO se ganará el corazón de oro de nuestra querida Júlia?
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Capítulo 17
Salgo de la sala de Lincoln jurando para mí mismo que no me molesté por lo que vi, no había forma de no darse cuenta de lo que estaba sucediendo allí, además de la corta distancia, su boca estaba manchada de lápiz labial, el mismo que estaba en la boca de aquella que hace poco me miró con desprecio.
Megan: ¿Pasó algo? - me pregunta la simpática secretaria de Lincoln antes de que yo entre a la sala y llame a los niños.
Júlia: No Megan, voy a llevar a los niños al parque, están aburridos - digo arrancándole una sonrisa de los labios.
Megan: Amo mi lugar de trabajo, pero a veces también me aburro, imagina los niños.
En el ascensor tengo la desafortunada coincidencia de encontrarme nuevamente con Soraya, quien me mira con desprecio y se pasa las manos por los labios insinuante.
Soraya: Disfrútalo mientras puedas chica, porque en cuanto me convierta en la señora Evans, te sacaré a patadas - susurra en mi oído, probablemente sin saber que tengo un contrato con el señor Evans, la soportaré por los niños, decido olvidar a esta loca.
Voy al parque con los niños emocionados, amo el aire libre, creo que estar encerrada en la pequeña habitación donde dormía cuando mi madre estaba viva, que es más pequeña que el despensa de la mansión del señor Lincoln, me hace valorar los espacios abiertos, donde me siento libre.
Hoy no hace tanto frío, incluso sale un poco de sol, me siento en un banco, el señor Fred está jugando con los niños ahora, ya que yo me cansé y ellos no quisieron parar.
Siento un toque en mi hombro, me asusto y miro hacia arriba encontrándome con mi jefe, me alejo de su toque, quién sabe dónde puso la mano.
Lincoln: Tranquila María Júlia, soy yo - dice riendo de mi susto, pero no me hace gracia - Vamos, tengo hambre.
Júlia: Imagino que sí - digo y me dirijo hacia los niños llamándolos a ellos y al señor Fred.
Gracias a Dios Lincoln va en el asiento delantero con el señor Fred y yo voy detrás con los niños, jugando en sus sillas, Liam ya no me llama mamá Júlia, lo cual tranquiliza mi corazón y al mismo tiempo no, porque en el fondo eso es lo que quiero. Pero creo que así es mejor.
Vamos directo a almorzar, los niños están pasados de la hora del almuerzo, yo ya no tengo ganas de comer pizza, así que pedimos lasaña. Lincoln me mira extraño, pero finjo que él no existe, no hay razón para hablar con él de todos modos.
Liam: Papá, quiero ir a la tienda de juguetes.
Liana: Sí papá, nunca fui y quiero ver un montón de juguetes de una vez - mi princesa dice como si no tuviera una sala de juegos llena de ellos, yo tenía una muñeca que la hija de la vecina me regaló, y esta ni siquiera tenía cabello. Los días de llevar juguetes al colegio eran los peores para mí, al igual que el Día del Padre y el Día de la Madre.
Las empleadas prácticamente pelearon por atender a Lincoln, simplemente seguí a los niños que estaban emocionados.
Liana: Tía, quiero un muñeco para jugar con mis muñecas - abro los ojos sorprendida y miro avergonzada a una vendedora que me seguía con los niños mientras las demás adulaban a Lincoln.
Vendedora: Es normal señora, al principio también me sorprendía mucho - dice con una dulce sonrisa tratando de tranquilizarme.
Júlia: ¿Sabías que eres la princesa más hermosa del mundo? - comienzo antes de decir lo que realmente quiero - Mi princesa, los niños no entienden y no deben jugar con esas cosas.
Liana: ¿Los niños no pueden jugar con muñecas? - dice abriendo los ojos, escucho una risa de la vendedora.
Júlia: No cariño, estoy diciendo que los niños no pueden jugar a ser novios - digo, ella parece pensar y está de acuerdo.
Liana: Está bien, entonces lo llevaré a tomar el té con ellas y conmigo - dice encogiéndose de hombros, le sonrío a mi princesita.
Liam eligió unos muñecos de superhéroes. Voy hacia Lincoln y le tiendo la mano.
Júlia: Disculpe interrumpir, señor Lincoln - digo en voz baja, él se inclina para escucharme - su tarjeta, necesito pagar la cuenta.
Él asiente con la cabeza, sonríe a las vendedoras y me entrega la tarjeta diciéndome la contraseña.
Lincoln – Estoy esperándote afuera – Él dice y yo asiento – Vamos, niños.
Él llama a los niños y me vuelvo hacia la vendedora que me atendió. Vamos al cajero y no tardamos en pagar todo. El señor Fred toma las bolsas con los juguetes y suspira aliviado.
Fred – Gracias a Dios tengo una razón para volver al coche – murmura y yo sonrío.
Júlia – Está bien, señor Fred, puede irse – le digo y él se va. Me dirijo hacia donde Lincoln está con los niños.
Pasamos bastante tiempo en el centro comercial llevando a los niños a todos esos juguetes de los centros comerciales.
Cuando la mansión ya estaba lista, volvemos. Lincoln dijo que tenía algo importante que resolver en la empresa y nos dejó en casa antes de salir en otro coche. Sé cuál es la emergencia que tiene, suspiro. Es mucho mejor así, nunca habría funcionado. Lo cual me hace muy agradecida por las 'baratinhas'.
En la cena, los niños extrañan a su padre que aún no ha llegado y ya los estoy acostando lo suficientemente tarde porque, queriendo o no, yo lo esperé para hacer esto como venía haciendo antes. No esperé por mí, sino por los niños.
Liam – Mamá Júlia, ¿papá se olvidó de nosotros nuevamente? – ya tenía los ojitos cerrados. Liana también abre los ojitos.
Liana – Mamá Júlia, ¿y si él no vuelve? – Me encanta cuando me llaman "mamá Júlia", dejo a "mamá" invadir mi corazón.
Júlia – Él va a volver, solo está resolviendo un problema en la oficina, mis amores. Ya saben cómo a veces papá necesita trabajar. Ahora duerman, porque mañana será un día hermoso – les digo dándoles otro beso y pronto se duermen.
Después de llevar a Liana a su habitación, voy a la mía para tomar una ducha larga y caliente. Luego de ponerme una braguita de encaje y un camisón de algodón con ositos cariñosos, me acuesto en mi cama pero el sueño no llega. Miro el reloj en mi celular y son casi las once y media de la noche. Mi cuerpo está tenso. Pongo una película para ver y cuando llega a la mitad, la pareja está muy apasionada. Estoy en mi período fértil, así que siento mi vientre contraerse con la escena que veo y recuerdo el peso de Lincoln sobre mi cuerpo. Los pezones de mis pequeños senos se ponen rígidos, los aprieto y muerdo mis labios para contener un gemido mientras froto una pierna contra la otra. Una mano sigue en mi seno y la otra la llevo entre mis piernas, presionando mi punto de placer, masajeándolo. Pronto siento mi intimidad húmeda. Llevo un dedo hasta mi entrada y lo introduzco poco a poco en mi lugar húmedo. Un gemido escapa de mí. Continúo penetrándome lentamente con el dedo anular de mi mano derecha mientras froto mi área sensible con el pulgar y la mano izquierda sigue presionando mi seno. A pesar de querer llegar a un orgasmo, no puedo conseguirlo. Pero cuando imagino que es mi jefe quien está haciéndome esto, comienzo a tensarme, imaginando a mi jefe mirándome y deseándome, y llego a un delicioso orgasmo.
Júlia – Maldita sea, esto no puede estar sucediendo. Necesito otra ducha – Me hablo a mí misma y voy a la ducha para refrescarme. Solo me baño el cuerpo para enfriarme y vuelvo a ponerme la misma ropa, solo cambiando la braga ya que la otra se mojó.
Con el cuerpo menos tenso, no me lleva mucho tiempo dormirme y aún no he escuchado el coche del señor Lincoln llegar. No me importa. Repito varias veces como un mantra hasta quedarme dormida.
Despierto con una sed horrible, busco mi botella de agua alrededor y la encuentro vacía. Maldición, hace mucho frío a pesar de tener la calefacción encendida. Miro asustada el reloj y veo que ya son casi las cuatro de la madrugada. Aunque tengo mucho sueño, no podré dormir sin tomar agua. A regañadientes, salgo de la cama.
La casa no está completamente oscura pero estoy viendo una película de terror, así que me da mucho miedo. En el camino, voy cantando el himno porque si hay una persona miedosa, soy yo.
Cuando salgo de la cocina con mi botella de agua, escucho voces saliendo de la oficina. Trato de caminar rápido para no tener que ver realmente lo que imagino que sea. Pero no tengo tanta suerte, él solo puede estar bromeando conmigo.
Lincoln está solo con unos calzoncillos boxer blancos y su directora de marketing aparentemente desnuda debajo de la camisa de mi jefe, que ella viste. Ambos están sonriendo y sudados, él deja de sonreír al verme y ella no parece intimidada por mi presencia. Trago saliva para deshacer el nudo en mi garganta y continúo mi camino.
Espero que se hayan divertido mucho, porque yo me divertí con mis deditos, pienso mientras subo las escaleras. Justo cuando voy a cerrar la puerta, Lincoln la sostiene. No puede ser que sea tan descarado.
Lincoln - Júlia - dice apoyado en la puerta de mi habitación-. ¿Cómo están los niños?
Júlia - A las cuatro de la mañana es probable que estén en el parque a esa hora, señor - digo e intento cerrar la puerta de nuevo-. No estoy en mi horario de trabajo, no tengo por qué ser educada.
Lincoln - Pero estás en mi casa - dice burlón. Parece que ha vuelto a ser el cretino de antes.
Júlia - Disculpe entonces, señor Lincoln Evans. Sus hijos están durmiendo en sus respectivas habitaciones, y espero que me dé permiso porque me está dando náuseas este olor a sexo sucio.
Hablo intentando que mi voz suene más firme que nunca, él sigue mirándome y yo lo miro a los ojos.
Lincoln - Maria Júlia - dice con tono de advertencia e intenta dar un paso hacia adelante, pero extiendo la mano impidiéndoselo.
Júlia - Si da un paso más hacia adelante, perderé la paciencia y te daré una bofetada en la cara. Ahora regresa con tu novia y sal de mi habitación porque estás ensuciando el ambiente. - No le doy tiempo para responder, solo me mira con la boca abierta. Lo empujo hacia afuera y cierro la puerta en su cara. Me apoyo en la pared y me doy cuenta de que Soraya lo siguió cuando escucho su voz.
Soraya - ¿Qué estás haciendo aquí? - pregunta, acerco mi oído a la puerta.
Lincoln - Nada, creo que estoy muy cansado. Me equivoqué de corredor de habitaciones, vamos a dormir. - Después de eso no escucho nada más, creo que hasta mi corazón dejó de latir.
Respiro profundamente varias veces y bebo un poco de agua. Parece que no canté el himno con mucha fe, ya que lo que vi fue peor que ver fantasmas.
Agradezco a los cielos que no me hice expectativas, sabía que un hombre como él no se interesaría en una simple niñera como yo, y no deseo tener a un hombre cretino y mujeriego a mi lado.