SÉPTIMO libro de la serie ENTREGANDO MI CORAZON.
Soy hija de unos padres que viven de las apariencias y el egoísmo. Lo único bueno en mi vida es mi hermanita y lo único que busco es extender mis alas recortadas y volar. Conocí al primer amor de mi vida y a los pocos días lloro su partida. No creí que el mundo daría vueltas y me daría una enorme sorpresa. Ahora tendré un hijo y gané un enemigo tan caliente que me enloquece. No sé si lo quiero ahorcar o besar... o ambos.
Soy un cínico, ocultando todo mi tembloroso ser detrás de un muro de prejuicios y unas espinas de desconfianza. Eso es lo primero que aprendí en un mundo donde nadie da la cara por los más indefensos. Hasta que tuve una pequeña familia y una vez más la vida se encargó de arrebatármelos uno por uno. Ahora solo me queda mi ahijado y pelearé por él. No importa lo bella, exquisita y perfecta que sea mi oponente, no perderé mi corazón... o ¿ya lo perdí?
La historia de Lucy y Andy.
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ANDY (CAP. 17)
Mi recuerdo mas antiguo es ser jalado de la mano y llevado a una iglesia. Una vez en la puerta, resguardándonos de la lluvia, mi mamá me mira fríamente y me habla.
> Yo no soy tu madre. Eres un niño que me fue entregado y no pienso cargar contigo.
Quiero decirle que me trató bien, pero no puedo hablar.
> Mejor te dejaré en el orfanato, no quiero saber nada de ti.
Y la veo irse. Antes de correr detrás de ella, la puerta se abre y una anciana vestida de negro abre. Me mostró una sonrisa y me llevó dentro. Me dio de comer, me secó, me dio ropa limpia y me llevó a un cuarto donde ya habían varios niños dormidos en camas. Cuando se dio cuenta que seguía llorando, se agachó a duras penas y suavemente me habló.
^ Desde la ventana, estaba esperando que se arrepintiera. No pasó. Lamentablemente no muchas mujeres aceptan niños que no son suyos, a no ser que vengan a estos lugares, elijan uno y se lo lleven. Por eso, confía en ti y pelea por ti. A veces, no hay otra persona que lo vaya hacer por ti.
Ella me entrega un sobre. Todavía no sabía leer bien, tenía recién 5 años. Al siguiente año aprendí como se debe y lo leí.
> Soy Andy Thomson. Mi verdadera mamá murió, mi padre nunca estuvo presente y por 4 años me cuidó una amiga de mi mamá. Ahora que soy más grande, se fue.
Tal vez a los 6 años uno aprende a odiar. Nadie se interesará por un niño que no es su hijo de sangre.
A los 12 años, ese pensamiento está bien arraigado en lo mas profundo de mi ser. Veo como los demás niños intentan llamar la atención de las parejas que vienen para adoptar. Me burlo, porque casi la mayoría regresa a los 3 meses. Solo el 2% se queda con sus familias adoptivas, pero eso no significa que estén bien. Los veo en el colegio y en lugar de estar alegres, se ven cabizbajos e incluso algunos moretones he visto.
Entonces, yo no busco padres adoptivos. El estudio se me hace fácil y como dijo la madre Doris, pelearé por mi. Eso me repito constantemente todo el camino a un hogar de acogida. La madre Doris falleció y la nueva madre directora hará un convento, ya no hay espacio para unos cuantos huerfanos. Entonces me mueven al otro lado de New York, junto con dos niños mas pequeños. Llegamos a una zona tranquila, alejada del bullicio de la ciudad. Bajamos y somos recibidos por la pareja que serán los encargados de vernos, al menos hasta que tengamos 18 años.
Al inicio, mientras está el asistente social, la pareja se muestran amables y atentos. Yo sigo esperando a vislumbrar su verdadera personalidad. Una vez se va, no me decepcionan. Se van a la sala a ver tv, mientras esperamos por la comida. Al ver que seguimos parados, la mujer nos grita.
> Vayan y búsquense algo para comer.
Después se levanta y nos enseña dónde está la cocina, la despensa y la refrigeradora. Cuando ve que los mas pequeños no llegan a la encimera, ya que tienen 4 años, suspira y me mira.
> No queda de otra. Yo veré por ellos, porque son pequeños. Tú tendrás que servirte tu propia comida. La comida estará lista cuando esté lista. No me vengas a pedir nada. Trata de hacerte invisible y pasaremos buenos años hasta que llegues a los 18 y te largues.