Elena, la preciosa princesa de Corté, una joya, encerrada en una caja de cristal por tanto tiempo, y de pronto es lanzada al mundo, lanzada ante los ambiciosos, los despiadados, y los bárbaros... Pureza destilada ante la barabrie del mundo en que vivía. ¿Que pasará con Elena? La mujer más hermosa de Alejandría cuando el deseo de libertad florezca en ella como las flores en primavera. ¿Sobrevivirá a la barbarie del mundo cruel hasta conseguir esa libertad que no conocía y en la cuál ni siquiera había pensado pero ahora desa más que nada? O conciliará que la única libertad certera es la muerte..
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Capitulo 18
Devon estaba sentado, bebiendo té, cuando de repente se dio cuenta de la presencia de Isabella a través de la ventana. La brisa había movido ligeramente la cortina, permitiéndole ver su figura. Devon frunció levemente el ceño.
—Que molestia...
—¿Está todo bien, hermano?
Una voz suave y armónica, imposible de ignorar resonó con un tono de preocupación, Devon giró hacia ella, encontrando los grandes ojos azules de Elena, llenos de preocupación. Eran encantadores, su mirada siempre le resultaba tan atrapante.
—No es nada especial, solo un molesto insecto rondando por ahí.
Elena, sin comprender el paralelismo que Devon estaba haciendo con Isabella, tomó las palabras literalmente.
—¿Dónde está el insecto? Yo te ayudaré a deshacerte de él, aunque los gusanos y las arañas me dan un poco de miedo...
Devon soltó una carcajada ante la ternura de su respuesta y reacción.
—Aprecio mucho tu ayuda, pero es algo de lo que yo me encargaré. Jamás te pediría que hicieras algo que no te gustara...
Elena sonrió, aliviada aunque ofreció su ayuda realmente temía enfrentarse a alguno de aquellos insectos que la intimidaban.
Pasaron un rato más en compañía, disfrutando de los agradables momentos.
Después de un tiempo, Devon se levantó y se despidió de Elena.
—Es tiempo de irme... Prometo regresar pronto.
Apenas cruzó el umbral de la puerta, Elena sintió cómo la soledad la invadía. Suspiró profundamente, pero el sentimiento de ahogo no desaparecía.
Elena se quedó contemplando las flores azules de Kargath que su hermano le había regalado. Eran tan hermosas y exóticas.
—¿De qué lugar tan maravilloso las habrá obtenido?
Aunque apenas tenía diez años y su estricta educación le había enseñado a no desear nada y solo aceptar lo que se le imponía, el anhelo en su corazón por hacer lo que quería no desaparecía. La palabra libertad y su significado los había leído en algunos libros, como tal nunca la había experimentado, todo era decidido por otros, que vestiría, que comería, a que hora lo haría, que aprendería, todo absolutamente todo estaba fuera de sus manos. Sin embargo, Elena se atrevía a soñar con salir de esas cuatro paredes y experimentar eso que llamaban libertad.
—Sí me esfuerzo y hago todo lo que me piden tal vez algún día... Algún día podré salir de aquí...
Su imaginación voló por un instante, visualizando campos verdes, bosques frondosos y ríos cristalinos. Pero su ensoñación se cortó abruptamente cuando la señora Susan, con su habitual severidad, la llamó para retomar sus lecciones.
—princesa, es hora de retomar la lección. Deje de perder el tiempo y venga aquí.
Elena suspiró y asintió, siguiendo a la señora Susan de regreso a su estricta rutina diaria. Sin embargo, en lo profundo de su corazón, el anhelo de libertad y de conocer el mundo más allá de su confinamiento seguía vivo. Cada día que pasaba, ese deseo crecía un poco más, esperando el momento en que pudiera volar libre y descubrir todo lo que el mundo tenía para ofrecer.
Devon regresó a la mansión con una idea que concretar. Aunque había disfrutado de su tiempo con Elena, la presencia de Isabella en la mansión secundaria no había pasado desapercibida para él.
Se posicionó en uno de los pasillos por donde sabía que Isabella debía pasar para ir a su habitación, recostándose contra un pilar mientras esperaba pacientemente.
Finalmente, los pasos ligeros de Isabella resonaron en el pasillo. Devon, sin moverse de su lugar, la observó avanzar. Cuando ella pasó de largo sin verlo, Devon la detuvo con una voz firme y fría.
—Detente.
Isabella se estremeció por la sorpresa y se giró para ver a Devon mirándola con una expresión severa.
—¿Joven Duque? No le había visto.
—Quiero que pares con lo que estás haciendo.
Dijo sin rodeos, su tono no solo era frío, sino que la cortesía, aunque fingida, que había usado para dirigirse a ella anteriormente, había desaparecido por completo.
Isabella frunció los labios, tratando de mantener su dignidad mientras sentía que las lágrimas amenazaban con aparecer, ¿Por qué de repente le estaba hablando así?
—No entiendo de qué está hablando.
Devon la miró con una frialdad que la hizo temblar.
—Sabe exactamente de qué estoy hablando. Puedo tolerar muchas cosas, pero si hay algo que me hace perder los estribos es que se metan con Elena. Deja de husmear sobre ella. A ella no le interesa conocerte.
Los latidos de Isabella se dispararon, y su mente se llenó de preguntas.
—¿cómo sabe que he estado buscando a la princesa, sí no se lo he dicho a nadie?— Quiso hablar pero sus palabras salieron con dificultad —Yo Yo...
Isabella dudó por un momento, no sabía exactamente que decir.
—Quiero ser amiga de la princesa... Eso no tiene nada de malo.
Devon soltó una carcajada sarcástica.
—Ser amigas... No sea ridícula. Deja de actuar como si tu interés fuera inocente.
Las palabras de Devon eran como puñaladas. Isabella sintió que las lágrimas empezaban a acumularse en sus ojos.
—Está siendo cruel conmigo. No he hecho nada para merecer esto.
Devon dio un paso más, acercándose peligrosamente.
—Cruel, dices. No tienes idea de lo que es la crueldad. Escucha bien, no me importa lo que hagas aquí, mientras no intentes enredar a mi hermana en tus estupidos juegos. Sobre todo olvídate de conocerla, si has entendido piérdete.
Isabella no pudo contener más las lágrimas y comenzaron a rodar por sus mejillas. Intentó hablar, pero las palabras se atragantaron en su garganta. Finalmente, con una voz rota, dijo.
—No entiendo por qué es así conmigo... Parece odiarme...
Devon mantuvo su expresión impasible, sin mostrar ni una pizca de compasión.
—No es odio, realmente no me genera nada señorita.
Isabella sintió que su corazón se rompía con cada palabra que él decía. Sin más que decir, giró sobre sus talones y corrió hacia su habitación, las lágrimas cayendo libremente ahora. Devon la observó irse, sin moverse del lugar. Había sido cruel a propósito, buscando que Isabella no quisiera aceptar el compromiso con él, pero sobre todo su advertencia de que no se acercara a Elena era real.
Isabella corrió hacia su habitación, cerrando la puerta tras de sí con un golpe sordo. Se dejó caer al suelo, sus lágrimas fluyendo libremente. Nunca antes había sido tratada con tanta crueldad y desprecio. Se sintió humillada, con el orgullo completamente destrozado.
—¿Cómo puede alguien ser tan grosero y desconsiderado?
Sus pensamientos se arremolinaban mientras sollozaba incontrolablemente.
Se cubrió el rostro con las manos, intentando calmarse, pero las lágrimas seguían cayendo sin cesar.
Mirando alrededor de su habitación, sus ojos se posaron en las cajas de regalos que había recibido el día de su llegada al ducado. Levantó la mirada, recordando cómo había intentado convencerse de que esos obsequios habían sido elegidos personalmente por Devon. Pero ahora, con el corazón roto, no podía evitar preguntarse si todo había sido una farsa.
—¿Realmente el joven Duque fue grosero y desconciderado, o simplemente estaba siendo sincero?
Se acercó a una de las cajas y la abrió, sacando el contenido uno por uno. Había vestidos, joyas y otros artículos costosos, pero ninguno de ellos parecía tener el toque personal que hubiera esperado de alguien que realmente se preocupara por ella.
—Estos regalos... probablemente ni siquiera fueron seleccionados por él.
Pensó en la cena en la que había usado uno de los vestidos y las joyas de los regalos. Recordaba cómo Devon no había mostrado ningún interés, ni siquiera una mirada de aprobación. Todas las veces que se habían reunido, él se veía completamente desinteresado, hasta forzado.
—No hay gracia en pensar en compartir el resto de mi vida con alguien que me trate así.
Ya quiero leer cuando Davon vuelva a casa y no este Elena esp va a ser ÉPICO!!!!?.
M encanta tus historias m las he leido todas.