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MALDITO AMOR

MALDITO AMOR

Status: En proceso
Genre:Completas / Amor prohibido / Incesto / Diferencia de edad / Pacto con el demonio
Popularitas:3.1k
Nilai: 5
nombre de autor: Guadalupe Nieves

¿EL PECADO ES EL ÚNICO CAMINO? UN AMOR PROHIBIDO NACIDO DE UNA MALDICIÓN...

Aiden, un hombre al borde de los cuarenta, huye con su sobrina y se convierte en el "conserje" de la mafia, limpiando escenas del crimen. Ambos esconden un oscuro secreto: son Shadowborn, seres mitad vivos y mitad muertos, destinados a procrear con sus propios sobrinos-tíos y así perpetuar una ancestral maldición. Aiden lucha contra el amor prohibido que su sobrina, de manera enfermiza, le profesa. Sin embargo, una amenaza los arrastra al "otro lado," un lugar donde un macabro juego podría otorgarles la libertad, pero a un precio que desafiará todos sus límites. ¿Será capaz Aiden acabar con la maldición? ¿Podrá liberar a su sobrina de aquel amor maldito entre ambos? ¿O vagarán en la oscuridad por toda la eternidad?

NovelToon tiene autorización de Guadalupe Nieves para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

CAPÍTULO 19

La mirada enojada de Anna, quien estaba asegurándose de que el caldo no tuviera ningún cambio de color u olor, cambió enseguida a una de felicidad cuando escuchó sonar el timbre de su apartamento. Como si de una niña esperando a Santa Claus se tratara, corrió con una enorme sonrisa hasta la puerta principal.

No obstante, su cara se tornó a una llena de preocupación, al ver como este se encontraba pálido como la leche. En efecto, su cuerpo estaba empapado, por lo que no dudaba que en realidad se hubiera quedado atrapado por la tormenta.

Pero sus ojos, sus bellos ojos de color esmeralda, estaban tan vacíos y desprovistos de brillo, así como sus ojeras demasiado marcadas. Cuando iba a llamar a la criada para que trajera una toalla, observó como Aiden entraba dando pequeños pasos.

—¡Cariño!—gritó preocupada.

Aiden, quien estaba ardiendo en fiebre y no podía moverse mucho por la debilidad que sentía, cayó en los brazos de Anna. Reponiéndose un poco del malestar que sentía, intentó separarse de ella, pero su prometida no lo dejó.

Ayudándolo a subir, lo llevó hasta su habitación y comenzó a quitarle su ropa, hasta dejarlo por completo desnudo, antes de sumergirlo en la tina de agua tibia. No obstante, mientras estaba dentro de la tina, intentó librarse del toque de Anna.

—¡Estoy bien!—dijo en medio de su debilidad—ya se pasará...

—¡Tienes fiebre de 39° C, Aiden!—espetó molesta—¡Déjate ayudar! ¿No voy a ser tu esposa?

Aiden apartó su hombro de la mano de esta, exasperado con solo la mención de su compromiso. En ese momento en que debía ser más prudente para llevar a cabo sus planes, la fiebre lo estaba desinhibiendo de su tolerancia con Anna.

No obstante, la hija del jefe de la mafia, ensimismada en su obsesión por tener a aquel hombre bajo su sombra, ignoró aquel gesto de desagrado. Ordenando a la criada traer el caldo de sopa que había adulterado para él, terminó de ayudarlo a bañar y lo sacó casi a rastra de la tina.

La anciana, intentando que la marca del golpe en su rostro no se viera y así que su patrona no se enojara más con ella, hizo ojos ciegos al momento de entregar la charola con el plato, y con la mirada gacha, se dio la vuelta para salir con paso firme de la habitación.

Tenía miedo, no solo de la señorita Anna, sino también por su padre. Aquel hombre que, a voces, se sabía que anda en negocios turbios, mimaba de una manera enfermiza a su hija. Incluso si ella le exigía matar a alguien, él lo haría de una manera frívola y despiadada.

Así fuera que tuviera que callar ante las cosas que su ama hiciera, necesitaba el trabajo. Era el único sitio que, por sus referencias y edad, había logrado hacer que la contrataran. El estómago lleno y el corazón contento de cada uno de sus nietos la motivaba a seguir. Así que solo podía orar en secreto para que Dios tuviera piedad del alma del señor Aiden.

Luego de ayudarlo a vestirse, lo acostó con la espalda contra la pared y le puso la bandeja en sus piernas, de modo que pudiera tomar algo del caldo en lo que entraba en calor y descansaba. Aiden, quien se sentía mal por la fiebre, no vio nada malo en lo que le servía su prometida y sin pensarlo demasiado, dio unos cuantos sorbos a la sopa.

Cada probada que le daba al líquido, pese a que su estómago no se sentía bien, hacía que la sonrisa de Anna se hiciera más grande. Aquello hizo que su prometida intentara ocultar su sonrisa, evitando que él sospechara algo.

—Lo siento, no puedo más—dijo sin acabar la sopa.

—Tranquilo—respondió Anna.

Ocultando su emoción bajo su máscara de tranquilidad, le ordenó a su criada llevarse el plato de sopa. Una vez se aseguró de quedarse solos, colocó enseguida el seguro en la puerta. No permitiría que nadie interfiriera esa noche, menos en su deseo de hacer a Aiden suyo.

Mientras su prometido descansaba semiinconsciente en su cama, luchando por mantener su respiración entre la calentura que tenía por su alta fiebre y el malestar creciente, después de haber tomado un poco de la cena que le había preparado, Anna se acercó con cautela hasta Aiden.

Su sonrisa fue aún más notoria, pese a la oscuridad en sus ojos, cuando vio como Aiden comenzaba a retorcerse producto de la droga. Aquella aparentemente inofensiva sustancia, casi parecida al agua, era usada por varios en el bar de su hermano para abusar a mujeres desprevenidas.

Y gracias a eso, haría por fin que Aiden depositara su semilla dentro de él, sin darle tiempo a saber que realmente lo hizo. Una vez concibiera a su retoño, estaba segura de que se quedaría para siempre con ella. Él era su hombre, y mataría a cualquier mujer que se le metiera en medio.

Por eso había aceptado ayudar a secuestrar a su sobrina, falsificando su muerte. Aunque a estas alturas suponía que, si no estaba viviendo un infierno, estaría ya muerta por quien solicitó el trabajo. Pero no le importaba, ya que así Aiden solo dependería emocionalmente de ella.

Aquel hombre rubio, con ojos esmeralda, cuerpo fornido, piel trigueña y alto, era suyo. Esa madurez, esa inteligencia y seriedad, la habían deslumbrado desde pequeña. Así que, sin esperar más, comenzó a desvestirse para saciar su sed de él.

—Rosemary—susurró Aiden.

El hombre estaba alucinando, no sabía que era la realidad y que no. Pero, lo que veía en frente de él, no era el cuerpo de Anna encima de él, sino el de Rosemary. Su corazón latía de dolor, añorando que fuera ella, tanto que no podía detener sus lágrimas.

—Rosemary—susurró de nuevo, esta vez con amargura—yo te amo...

Anna, con un sentimiento de cólera producto de ver como el hombre que amaba seguía pensando en un insecto como Rosemary, tomó sus dos manos y comenzó a apretar con fuerza su cuello. Sin embargo, al no tener la suficiente solidez para hacerlo, optó por intentar asfixiarlo con una almohada.

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Martha Pérez
si me gustó pero no entiendo porque no terminan de escribir todo, no pueden dejar así el libro a medias ya que van muchas historias a la mitad
Snowykitty: Gracias a tu apoyo! Si, ya estoy empezando a liberar los capítulos. En cualquier momento te aparecen muchas gracias por todo tu apoyo!
total 1 replies
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