Adrik es un mujeriego, arrogante y adinerado que no logra ser feliz. Naim quiere ser feliz pero no sabe cómo lograrlo. Un día la vida permite que ambos se conozcan de la forma más explícita posible y así, tanto el adinerado como el exprostituto, mezclaran sus vidas para complementarse mutuamente. Ficción romántica Boys Love
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ME GUSTA
El sonido del mar es muy relajante. La brisa es fresca y la luna destella en el cielo con mucha ternura. Mis pies se hunden en la arena, tengo una cerveza en la mano y me siento muy despreocupado. ¡Estar aquí es reconfortante!
Y que bueno que le hice caso a Julio. ¡Cancún es bellísimo!
Adrik está a mi lado, ambos estamos sentados en la arena. A lo lejos se escucha la música de Coco Bongo y no hay mucha gente en la playa.
—¿Mañana volvemos a Puebla? —Me ánimo a preguntarle.
—Sí. Me temo que sí.
—¡Este viaje me ha gustado mucho! Te agradezco el que me hayas invitado.
—Me alegra saber que te ha gustado pasar el fin de semana conmigo.
Sonrío, llevo la botella de cerveza a mi boca y bebo. ¡Que el alcohol me relaje el alma! Mis pensamientos se alocan un poco, mi curiosidad se intensifica y no me da miedo querer averiguar el sentir de mi hombre.
—Adrik —pronuncio su nombre.
—¿Sí?
—¿A que edad te enamoraste por primera vez?
Mi pregunta fue respondida por el rugido leve de las olas. La espuma blanca brillaba con la luz de la noche y mis latidos eran tranquilos.
—¿A que edad me enamoré? —El tono de su voz sonó pensativo.
—Sí.
Dirijo mi vista a él y lo veo pensar. Sus ojos se clavan en el mar oscuro. Sus manos están acariciando la botella de cerveza.
—La primera vez que me enamore yo tenía once años.
—¿De verdad?
—Sí. Me enamore de una niña de mi clase. Recuerdo que su nombre era María.
—¿Qué es lo que más te gustaba de ella?
Desde este punto, el mar no me daba miedo. Qué aunque era de noche y el agua se veía negra y espumosa, mi alma parecía estar en calma. ¡Adrik estaba a mi lado!
—Me gustaba su sonrisa, su forma de ser y su mirada. Esa niña tenia la mirada tierna.
—Suena a un sentimiento inocente.
—Claro. Todos somos inocentes cuando somos niños.
—¿Y cómo perdiste tu inocencia?
No me dio miedo preguntarle. En mi interior no existía el temor. El sonido de las olas, la música a lo lejos, la luz de la luna y nosotros bebiendo. Su cigarrillo me hizo sentir excitado. ¡El tabaco volvió a agradarme después de mucho tiempo!
—Cuando tenía quince años. Yo estaba en mi último año de secundaria.
—Suena muy bien.
—Ella fue la primera vez en mi vida.
—Supongo que...
—A ella la ame. La quise. La deseé. Y cuando la tuve, ella solo me uso para hacerles saber a sus amigos que la habíamos pasado bien en la cama.
—¿La amaste?
—Sí. Como todo chico inexperto de secundaria, me enamore de la chica más poderosa de la escuela porque yo era el chico poderoso. Su nombre era Silvana. Ambos congeniábamos, éramos compatibles a los ojos de todos y al final, después del sexo, ella no quiso volver a verme.
No esperaba que Adrik se sincerara mucho conmigo, pero lo que me dijo, me hizo sentir un poco apenado. ¿Qué derecho tenía yo de preguntarle sobre su inocencia?
—Creo que...
—Por eso decidí que no permitiría que ninguna mujer pudiera usarme otra vez y por eso, yo soy quien las usa.
—¿Ves a las mujeres como objeto?
—No precisamente. Las veo como un momento de placer y ya. Por eso no me he casado y esa es la razón por la que no he estado en ninguna relación.
La brisa se intensificó un poco y el viento marino refrescó mi rostro. ¿Qué había en el corazón de este hombre? Se enamoró a los once años. A los quince perdió su virtud. A los treinta y cinco, ¿se esta enamorado de mí? ¡Sonaba intenso si lo meditabas!
—¿Y que hay de mí? ¿Por qué un hombre que ve a las mujeres como un rato de placer, ha decidido tener una relación con un hombre menor que él?
Esta vez, sus ojos, sus labios, su rostro giro a mí. El contacto visual era agradable, sus pupilas irradiaban nostalgia y...
—Porqué antes de entregarle mi cuerpo a la chica más poderosa del colegio, yo rechacé al chico más inteligente de mi clase. Ese chico estaba enamorado de mí y cuando yo estaba a su lado, también sentía chispas. ¡Pero nunca pasó nada! Nunca logramos coincidir porque yo lo desprecié.
¿Se enamoró de un chico en su adolescencia? ¿Qué hubiese pasado si Adrik le hubiera correspondido en ese momento? ¿Hoy estaríamos juntos? ¡Las decisiones son impredecibles cuando el enamoramiento se vuelve realidad bruta!
—¡Eso es tan dramático! No sé, yo...
—Cuando abriste la puerta de mi habitación, cuando hicimos contacto visual y percibí la vergüenza que sentiste por encontrarme en pleno sexo, algo despertó en mí.
—¿Qué fue?
Sus labios sonríen, su cabello se alborota un poco con el viento y yo quiero saber lo que él vio en mí aquel día que nos conocimos.
—Fue como si tu mirada despertara aquellos recuerdos del chico más inteligente del colegio. Tu vergüenza me hizo recordar la primera vez que me enamoré de un chico.
—¿Por eso estamos juntos ahora?
Sonríe.
—Sí. Esta vez soy yo quien quiere volver a enamorarse de aquello que alguna vez desprecie.
Siento que acerca sus labios a mi boca.
—¿Buscas llenar ese hueco que él dejo en ti?
—No. Yo quiero aprender a dar el amor que aún no he podido darle a nadie. ¡Quiero que seas la primera vez que amo de forma completa! —Su cigarrillo es absorbido por sus labios, él esta muy cerca de mi rostro—. Ya me canse de acostarme con mujeres para poder tener placer instantáneo. Por primera vez en mi vida, quiero dar algo más de mí que no sea mi verga.
Sus palabras eran fuertes, profundas y muy sinceras. ¿Y si yo nunca hubiese aceptado ir a hacer el aseo de su casa? Seguramente no nos habríamos conocido y Cancún no estaría en mis recuerdos. ¡Pero por algo pasan las cosas! Y estamos aquí. Vivos. Mirándonos. Queriéndonos de forma natural. Intentando aprender a ser felices.
—Yo también quiero dar más de mí —le digo con mucha seguridad.