En una pequeña ciudad dominada por las tradiciones, Helena se enfrenta a un futuro incierto cuando su padre es acusado injustamente de un crimen que no cometió. Desesperada por limpiar su nombre, acude a Iván del Castillo, un juez implacable y frío, conocido por su estricta adherencia a la ley. Sin embargo, lo que comienza como una simple búsqueda de justicia, rápidamente se convierte en un intenso enfrentamiento emocional cuando Iván, marcado por un oscuro pasado, se siente atraído por la apasionada Helena.
A medida que ambos luchan con sus propios demonios y los misterios que rodean el caso, Helena e Iván descubren que la verdad no solo pondrá a prueba sus convicciones, sino también sus corazones. En un mundo donde la justicia y el amor parecen estar en conflicto, ¿podrán encontrar el equilibrio antes de que sea demasiado tarde?
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Capitulo 9
Iván estaba revisando los detalles del caso Vargas por enésima vez cuando un sobre sin remitente apareció en su escritorio. La pesada atmósfera del despacho pareció intensificarse en cuanto lo abrió, y su corazón dio un vuelco. El contenido era inesperado. Fotos antiguas, documentos firmados... y una nota manuscrita: “Hay más de lo que crees saber”.
Inquieto, Iván dejó los papeles sobre la mesa. Algo en esas imágenes le resultaba familiar, y no tardó mucho en reconocer a la figura central de las fotos: Arturo Escobar, un hombre del pasado que había tenido un papel crucial en uno de sus primeros casos como juez. Escobar había desaparecido del radar durante años, pero ahora, de alguna manera, estaba involucrado en el caso de Helena. La sola idea de que Arturo estuviera relacionado con todo esto hacía que su cabeza girara.
Se recostó en su silla, cerrando los ojos por un momento. Escobar era un hombre peligroso, con una reputación oscura que había logrado ocultar tras una fachada de respetabilidad. Si estaba relacionado con el caso de los Vargas, entonces las cosas eran mucho más complejas de lo que había imaginado inicialmente.
Una sensación de incertidumbre lo invadió. ¿Cómo se suponía que debía proceder ahora? Esta nueva información no solo sacudía su juicio, sino también su pasado. Escobar había sido clave en uno de los momentos más oscuros de su carrera. Y ahora, volvía a aparecer como un fantasma, trayendo consigo secretos que Iván había preferido olvidar.
Se puso de pie, caminando hacia la ventana para intentar despejar su mente. Tenía que hablar con Helena. Sabía que cualquier cosa relacionada con Escobar podría ponerla en peligro si no manejaba la situación con cuidado. Pero, ¿cómo le explicaría su conexión con este hombre? ¿Cómo podría protegerla sin revelarle los oscuros rincones de su propio pasado?
Las piezas del caso se estaban alineando de manera inquietante, y el panorama comenzaba a cambiar rápidamente. El juez que solía tener todo bajo control ahora se enfrentaba a una verdad aún más perturbadora: nada era lo que parecía.
Iván sintió cómo el peso de los años pasados lo aplastaba al ver la cara de Arturo Escobar en las fotos. Los recuerdos se agolparon en su mente, cada uno más turbio que el anterior. Había sido joven cuando su camino se cruzó con el de Escobar, un hombre que había manipulado el sistema con una habilidad que Iván nunca había visto antes. Ahora, esa sombra del pasado amenazaba con resurgir y destruir todo lo que había logrado.
Dejó las fotos sobre el escritorio y respiró hondo. ¿Qué quería Escobar ahora? ¿Y por qué había elegido este momento para volver a su vida? La posibilidad de que el caso de Helena estuviera vinculado a su antiguo enemigo lo ponía en alerta máxima. Tenía que actuar con cautela, pero el reloj estaba corriendo.
Justo cuando estaba a punto de recoger las fotos nuevamente, un golpe en la puerta lo interrumpió. Era su asistente, trayendo más información sobre los testigos del caso. Pero Iván apenas la escuchaba. Su mente estaba atrapada en las implicaciones de lo que había descubierto. **Todo había cambiado**, y la verdad, que parecía tan cercana, ahora estaba más oscura y retorcida de lo que había imaginado.
Al quedarse solo de nuevo, se levantó de su silla y se dirigió hacia una pequeña caja fuerte oculta en la pared detrás de un cuadro. De allí sacó un sobre antiguo, con papeles amarillentos que llevaba años sin tocar. Era su propia evidencia contra Escobar, el caso que había terminado en tragedia para muchos, incluido él mismo.
—No otra vez —susurró, sabiendo que el pasado estaba por desenterrarse de una forma u otra.
Iván se quedó mirando el sobre viejo sobre la mesa. El papel, arrugado y amarillento por el paso de los años, contenía documentos que nunca había querido volver a ver. Pero ahora, con Arturo Escobar de nuevo en la ecuación, era inevitable enfrentarse a esos recuerdos.
Tomó una profunda respiración y deslizó el contenido del sobre sobre la mesa. Viejos informes judiciales, testimonios de testigos que habían desaparecido bajo circunstancias sospechosas, y cartas... cartas que evidenciaban cómo Escobar había manipulado el sistema a su favor, dejándole a él en el centro de la tormenta.
El sonido de pasos resonando en el pasillo lo hizo reaccionar. Guardó los papeles rápidamente, su corazón acelerado. No podía permitir que nadie viera esos documentos, no ahora. El pasado de Iván estaba lleno de sombras que podían destruir su carrera si salían a la luz, y el solo hecho de que Escobar volviera a estar en escena lo ponía en una posición delicada. No solo estaba en juego la libertad del padre de Helena, sino también su reputación y todo lo que había construido como juez.
—Esto no es una coincidencia —murmuró, convencido de que el regreso de Escobar no era casualidad.
Mientras intentaba procesar la magnitud de la situación, la puerta de su despacho se abrió lentamente. Era Helena. Sus ojos brillaban con determinación, y sin decir una palabra, se acercó a su escritorio. La tensión en el aire era palpable, pero ahora no se trataba solo de la atracción entre ellos. Había algo más. Helena parecía saber que algo oscuro rondaba el caso, y Iván no estaba seguro de si podría protegerla de lo que se avecinaba.
—Tenemos que hablar, Iván —dijo, su voz firme pero temblorosa—. Encontré algo. Algo que no encaja en todo esto.
Él la observó, tratando de mantener la compostura mientras la culpabilidad se aferraba a su conciencia. Sabía que debía escucharla, pero la verdad era un laberinto del que quizás ninguno de los dos podría salir indemne.
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