Sinopsis
Emilia Bernade fue forzada a casarse con el duque Mazheón, quien era descrito por todos como alguien cruel y de corazón frío, ella atemorizada por el futuro que le esperaba decidió acabar con su vida, no obstante alguien reencarnó en su cuerpo, sin saber absolutamente nada de su anterior vida, cargando consigo pequeños fragmentos de como había muerto. Esa nueva Emilia para no estar sola decidió aferrarse al duque a pesar de sus rechazos.
¿Se ganará su amor o su odio?
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Almuerzo
El vestido que quería confeccionar para Julen era bastante moderno y la mayoría de vestidos que había visto hasta ese entonces todos eran con el corte umbrella. Tenía pensado hacer un vestido con corte de sirena y escote de cisne. Primero dibujé el diseño, tendría encajes en las mangas y en la parte del escote. Al día siguiente iría a la casa de los condes para mostrárselo a Julen.
Cuando llegó el momento del almuerzo me hallaba en la cocina con Martha y los demás, Katelyn como siempre hablaba cómodamente con Ian, el mayordomo permanecía serio en su sitio y yo disfrutaba de lo me había preparado antes, le agarré cariño a cocinar cosa que en mi anterior vida era diferente; aunque eso no quisiera decir que no lo supiera hacer. Me sentía calmada, los días anteriores habían sido agradables y estaba bastante feliz por trabajar y poder ganarme mi propio dinero.
En ese momento alguien interrumpió en la cocina llamando de ese modo la atención de todos, el hombre vestía un traje Impecable, su rostro era duro sin parecer hostil, sus ojos eran de un tono grisáceo y su cabello iba atado en una coleta baja. Primero observó a todos, luego me miró alzando varias cejas y se acercó con tranquilidad, estando frente a mi hizo una reverencia de manera respetuosa.
—Duquesa, el duque la espera para el almuerzo. —Arrugué las cejas confundida, incluso los demás se notaban desubicados, más Katelyn que se levantó con sorpresa de su asiento. Martha intentaba disimular su sonrisa pero me enteré por lo obvia que estaba siendo. Y por si no escuché bien, el secretario del duque volvió a repetir lo de antes, sacándome de esa manera en mi estado de congelación.
Me paré con calma dando pasos algo rígidos, aún me hallaba perdida preguntándome por qué razón el duque quería almorzar conmigo. En todo ese poco tiempo de matrimonio era la primera vez que íbamos a sentarnos en una mesa juntos y comer, obviamente me sentiría nerviosa debido a que no estaba acostumbrada a eso, me parecía extraño.
Durante el trayecto al comedor no podía dejar de pensar, eran miles de dudas que aparecían en mi cabeza y de esa manera también me era imposible detener el latido desenfrenado de mi corazón, por mucho que exhalara y dejara ir el aire despacio, seguía sin funcionar. Mis manos también eran otro problema, estaban temblorosas.
El secretario empujó las puertas para que pudiera ingresar al comedor, dejé escapar un suspiro cuando me adentré mientras sentía la habitación silenciosa. Levanté la vista hallándome con Iruen sentado con la mano apoyada en un puño debajo de su mandíbula, parecía pensativo. Él al notar mi presencia me miró achicando los ojos y luego embozó una pequeña sonrisa.
—No sabía que comías en la cocina, —me acerqué sentándome muy alejada justo en la silla que estaba colocada verticalmente. —Ven aquí, no podré escucharte a esa distancia. —Él se levantó retirando la silla donde quería que me sentara, estaba al lado del suyo. —¿No te gusta el comedor?, puedes remodelarlo como quieras, de hecho la casa entera.
—No es eso, —me senté a su lado, él apartó mi cabello con cuidado haciendo que mi piel se erizara por completo.
—¿Entonces? —noté que me quedé en silencio debido a la sorpresa, entonces carraspeé la garganta sin que se notara mucho el sonido. Las clases de Katherine me hicieron adquirir ese hábito.
—Eh, —sonreí en un intento de no parecer nerviosa. —No me sentía cómoda comiendo sola, por eso. Además, de esa manera puedo aprovechar y aprender más recetas de Martha.
Él alzó ambas cejas con curiosidad, movió la cabeza lentamente al lado derecho.
—¿Te gusta la cocina?
—No tanto, pero últimamente me está empezando a gustar más, supongo que me hace feliz comer.
—Entonces, debería aprender.
—¿Qué? —el duque últimamente se comportaba extraño, no era que me desagradara ese nuevo trato, pero era demasiado raro que me hacía sospechar.
—¿Te tratan con respeto los demás sirvientes? —en un segundo volvió su expresión característica y cambió el tema de conversación por completo, me quedé unos segundos agarrando señal, estaba procesando la situación y sus palabras de antes. ¿Acaso era una especie de coqueteo?
—Sí… ellos son amables —me referí al grupo que siempre estaba en la cocina. La relación con ellos era bastante buena, y me agradaban todos por igual.
—Eso es bueno, cualquiera que no te da el suficiente respeto, debería recibir un castigo. —De la nada la escena cambiaba a un ambiente sanguinario, obviamente esas atrocidades se reflejaron en mi cabeza por unos segundos y simplemente asentí a lo que él dijo. Luego el tema de la conversación fue aleatorio, sus preguntas eran interesadas en mis gustos, y en toda esa conversación que incluso continuó luego del almuerzo, me interesó ese aparato que él mencionó, dada su explicación; el objeto era circular y gracias a una magia especial podía retener los sonidos. Ese mundo no parecía tan lejano a mi anterior vida en esa parte.
Por la tarde me quedé a leer en su despacho, él mismo me había invitado. Me mostró varios libros sobre mitología y antiguos dioses, la magia de antes e inscripciones de años pasados. Mientras él trabajaba firmando algunos documentos me centré en leer la historia del mundo, en esos textos descubrí la magia de control, una magia que deseé aprender; sin embargo Iruen me explicó que los elementos de la magia son al azar, debías tener afinidad en ese tipo de magia o como se conocía en Galia, «el despertar». Esa era una de las razones del porque las mujeres no practicaban la magia, algo sumamente difícil despertar y en todo el reino solamente habían unos miles capaces de lograrlo, la mayoría hombres y por ello debían alistarse al ejército del rey.
—¿Cómo puedo lograr despertar? —El duque apartó su vista de los documentos de la mesa para observarme, me miró unos segundos antes de responder.
—No hay una manera exacta, casi todos dicen que los «creadores» te eligen, sin embargo la mayoría de despertados que conozco tuvieron que ver a alguien morir para hacerlo.
Abrí los ojos de la sorpresa, él bajó la vista centrándose nuevamente en los papeles que estaban encima del escritorio.
—Fue una masacre horrible, niños, mujeres… —se quedó callado en ese punto, nuevamente tenía esa mirada triste como la vez que observó el cuadro de su amigo.
—¿Cómo funciona la magia de control? —intenté cambiar de tema, él jugueteó un momento con la pluma que estaba sosteniendo.
—Es una magia muy antigua, aunque creo que simplemente las personas que las despiertan permanecen escondidas, es una magia muy poderosa, por supuesto eso depende del mago.
Recordé la vez que me enseñó su magia, parecía un tipo de cristal, tal vez hielo; entonces le cuestioné.
—¿Qué magia despertaste?
—Son dos, hielo y fuego —alcé las cejas con sorpresa, no pensé que él tendría dos elementos. El libro de magia que conseguí gracias a Iruen explicaba lo difícil que era tener varios despertares, incluso podía costarte la vida si no hubiera una balanza estable entre los elementos.
—Eso es impresionante, —él sonrió débilmente y luego comentó.
—La realeza tiene una línea de sangre bastante fuerte, el príncipe heredero también posee dos despertares. —Dijo lo último con una expresión fría, me preguntaba hasta qué punto le molestaba el príncipe heredero, parecía ni siquiera querer mencionarlo, ¿qué le habrá hecho el príncipe?
En ningún momento el estuvo enamorado de Elena, solo le gustó
sigue sin gustarme el duque, por qué no aclara las cosas desde el principio y se hace la víctima
Debe salir conocer mejor donde está, seguir con sus negocios, aprender magia y combate cuerpo a cuerpo, entrenar físicamente.
Salir de ese matrimonio, que lo único que hace el duque es actuar de manera inmadura. ni el sabe que siente..
Cuando va dejar al duque, se deja envolver por él