Liana, una joven que descubre que es la última descendiente de una antigua línea de guardianes de ángeles. Su vida cambia drásticamente cuando una serie de misteriosos eventos la lleva a ser reclutada por una organización secreta encargada de mantener el equilibrio entre los mundos humanos y celestiales.
A medida que Liana profundiza en su nuevo rol, comienza a desentrañar secretos oscuros sobre su familia y la verdadera naturaleza de su poder. Un ángel caído, caudillo de una rebelión celestial, amenaza con desatar el caos en ambos mundos, y Liana debe enfrentarse a él antes de que sea demasiado tarde.
Mientras navega por traiciones, alianzas inesperadas y su propio conflicto interno, Liana descubre que nada es lo que parece. Cada revelación acerca de su pasado revela un nuevo giro en la trama, desafiando sus creencias y forzándola a confrontar la verdad sobre su identidad y el destino que le espera.b
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Capitulo 17: La Profecia Antigua
La biblioteca de la Alianza era un lugar lleno de secretos, de pergaminos polvorientos y libros encuadernados en cuero que escondían conocimientos olvidados por siglos. Liana caminaba entre las filas de estanterías con cautela, sus dedos rozando los lomos de los volúmenes que parecían susurrar al ser tocados. Sabía que la respuesta que buscaba estaba aquí, oculta entre las páginas de un texto antiguo que solo los más sabios de los Guardianes podían descifrar.
Valen la seguía de cerca, su presencia una sombra constante a su lado. Aunque aún desconfiaba de él en cierto nivel, sabía que era el único que podía ayudarla a encontrar lo que necesitaban. La traición de Kael, aunque explicada, había dejado una grieta en su fe en los Guardianes, y ahora, más que nunca, necesitaban algo que los uniera, algo que les diera una ventaja contra los Ángeles Caídos.
Finalmente, Liana se detuvo ante una estantería que parecía más antigua que las demás. Sus ojos se posaron en un tomo grande y polvoriento, con la tapa adornada por símbolos que no reconocía. Lo sacó con cuidado y lo llevó a una mesa cercana, donde lo abrió lentamente.
El libro crujió al abrirse, como si no hubiera sido tocado en siglos. Las páginas, amarillentas por el tiempo, estaban cubiertas de una escritura que solo los más antiguos Guardianes podían leer con fluidez. Pero entre las palabras ininteligibles, un pasaje llamó la atención de Liana.
—Aquí está —murmuró, señalando el texto—. La profecía.
Valen se inclinó sobre el libro, sus ojos recorriendo las líneas con una intensidad que reflejaba la importancia del momento. La profecía hablaba de una batalla final, de la llegada de un ser de poder inmenso que decidiría el destino de ambos mundos, el de los Guardianes y el de los Ángeles Caídos. Pero también hablaba de una llave, un objeto perdido hace mucho tiempo, que podría inclinar la balanza a favor de aquellos que lo poseyeran.
—La llave de la Profecía —dijo Valen en voz baja, como si pronunciar esas palabras pudiera invocar a algún espíritu antiguo.
—¿Qué es? —preguntó Liana, sintiendo que el peso del destino recaía sobre sus hombros.
Valen se apartó un poco, sus ojos oscurecidos por la comprensión.
—La llave no es un objeto físico. Es un símbolo de poder, de conocimiento. Algo que los Guardianes de antaño ocultaron para evitar que cayera en manos equivocadas. Pero la profecía también menciona que la llave solo puede ser utilizada por aquel que sea digno, alguien que posea tanto la luz como la oscuridad dentro de sí.
Liana frunció el ceño. Sabía que la oscuridad dentro de uno era peligrosa, un terreno resbaladizo donde cualquier error podría significar la perdición. Pero también sabía que la luz sola no siempre era suficiente para ganar una guerra.
—¿Sabes dónde encontrarla? —preguntó, mirando a Valen con determinación.
Valen asintió lentamente, pero la duda era evidente en su rostro.
—Sé dónde buscar —admitió—. Pero llegar allí no será fácil. Está en un lugar prohibido para los Guardianes, un lugar donde la línea entre lo correcto y lo incorrecto se difumina.
Liana sintió un escalofrío recorrer su espalda. Sabía que lo que estaban a punto de emprender no sería un simple viaje. La búsqueda de la llave sería una prueba en sí misma, una que pondría a prueba su valor, su fe, y su capacidad de discernir entre la luz y la oscuridad.
—No tenemos opción —dijo finalmente—. Debemos encontrarla antes que los Ángeles Caídos. Si no lo hacemos, todo por lo que hemos luchado podría perderse.
Valen la miró a los ojos, su expresión más seria de lo que Liana había visto antes.
—Entonces prepárate, Liana. Porque lo que estamos a punto de enfrentar no es solo un viaje a través de tierras desconocidas, sino un descenso a lo más profundo de nuestras propias almas.
Liana asintió, sabiendo que tenía razón. La profecía antigua había sido escrita por una razón, y ahora, ellos eran los protagonistas de una historia que podría redefinir el mundo para siempre. Se levantó, cerrando el libro con cuidado, y lo guardó en su bolsa.
—Vamos —dijo, dirigiéndose hacia la salida—. Tenemos un destino que alcanzar y una llave que encontrar. Y espero que cuando llegue el momento, seamos lo suficientemente fuertes para enfrentarlo.
Juntos, Liana y Valen dejaron atrás la seguridad de la biblioteca, adentrándose en la incertidumbre de lo desconocido. El destino de los Guardianes, y tal vez del mundo entero, dependía de su éxito en la búsqueda de la llave que la profecía antigua había predicho.