A los dieciocho años, me vi obligada a casarme con Aureliano Estrada, un hombre poderoso, atractivo e inteligente, pero también un despota que se había encaprichado conmigo. Lo odiaba profundamente, ya que su ambición me había obligado a renunciar al amor de mi vida, Marcos Villasmil, el chico más guapo y dulce que jamás había conocido. Nuestro amor era real y puro, pero mis padres no lo aceptaban; al menos eso me hacían creer. Cada día en la vida con Aureliano se sentía como una prisión dorada. Aunque tenía todo lo que muchos desearían: una mansión, fiestas lujosas y la admiración de la sociedad, mi corazón seguía anhelando la libertad que había perdido junto a Marcos. La sombra de su recuerdo me seguía, recordándome lo que realmente importaba: el amor verdadero y la felicidad genuina. Mientras navegaba por esta nueva vida impuesta, comenzaba a cuestionar mis decisiones y a buscar maneras de recuperar el control sobre mi destino. Sabía que no podía seguir viviendo así, atrapada entre las expectativas de mis padres y el dominio de Aureliano
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Capítulo XV Más allá de los miedos
Punto de vista de Veronica
Estas semanas han sido fundamentales para llevar una buena relación con Aureliano, se que no será fácil, pero tengo la sensación de que algo está naciendo entre los dos. Lamentablemente las vacaciones están llegando a su fin y pronto volveríamos a la ciudad. Pensar que mi padre seguirá tratando de chantajearme me estaba volviendo loca, no sabía con que me saldría ahora, tampoco sabía si podía confiar completamente en mi esposo, en estos días me había demostrado que no era lo que yo pensaba, pero la sombra de la duda aún estaba presente en mi.
Esa noche Aureliano me llevo a la orilla de la playa, en esta había una mesa puesta para dos personas, todo se veía tan romántico, el camino de pétalos de rosas rojas formando un largo pasillo, el olor del mar que se mezclaba con el de las flores y la colonia de mi esposo me hacían sentir una gran paz interior. Caminamos hasta llegar a la mesa y el cómo todo un caballero me ayudó a sentarme.
Cabe destacar que Aureliano se veía muy atractivo vistiendo de manera casual, su cabello desordenado por la fresca brisa del mar, sus ojos penetrantes que te atrapaban al instante y esa sonrisa seductora con la que se le marcaban hoyuelos es sus mejillas hacía que mis piernas temblaran. Todo el era perfecto.
No sabía en que momento empecé a sentir tanta atracción por el, pero lo que sí era seguro es que me tenía hipnotizada.
“Si me sigues viendo así no me voy a controlar y te haré mía aquí mismo”, comentó Aureliano sacándome de mi trance.
“No es mi culpa que mi esposo sea tan guapo”, si esa respuesta sin pensar.
“Eres tan hermosa, tu belleza es inigualable”.
Conversamos sobre lo que haríamos al regresar a casa, cenamos, reímos, bailamos bajo la luz de la luna, nos besamos. Entre sus brazos me sentía segura, era como si alrededor de nosotros no hubiera nada más.
Caminamos por la orilla de la playa, nos sentamos en la arena a ver las estrellas, el cielo se veía especialmente hermoso ese día.
“Las estrellas son una brújula para los marineros, ellas cuentan historias y ayudan a los náufragos a encontrar el camino a casa”, susurro Aureliano mirando al cielo.
“Que bonito eso que dices, nunca las había visto de esa forma”, respondí viendo los hermosos ojos de mi esposo.
“También dicen que las estrellas ayudan a los amantes a reencontrarse, así que si algún día nos separamos. Solo búscame en las estrellas que yo también te buscaré a ti”.
“Nunca me dejes, no importa lo que pase. Siempre cree en mi”, no sabía lo que estaba sintiendo por Aureliano, pero sea lo que sea no quería separarme de él.
“Creo en ti, pero tú también debes creer en mí, hay cosas que parecen y no son. Debemos hacer un pacto”, sus palabras me sorprendieron.
“¿Un pacto?”, pregunté.
“Si, uno en el que pase lo que pase primero hablaremos antes de suponer cualquier cosa”, al principio no quería hacerlo, pues yo aún tenía dudas sobre Aureliano, pero al ver sus ojos vi en ellos sinceridad. Así que cerramos ese pacto con un beso frente al mar, la luna y las estrellas como testigos.
Volvimos a la casa, estaba toda llena de arena así que fui a asearme antes de irme a dormir, entre al baño y me mire al espejo, mi rostro se veía diferente, mis ojos tenían un brillo especial, nunca antes me había visto así, ni siquiera cuando estaba con Marcos. ¿Será por Aureliano?”, pense.
Vi que la puerta del baño se abrió, sacándome de mi ensoñación, Aureliano apareció detrás de mi y empezó a besar mi cuello. Ver nuestro reflejo en el espejo encendió el deseo en mi. Él empezó a quitarme el vestido que llevaba puesto con mucha lentitud. Sus manos recorrían mi cuerpo deteniéndose en lugares que me hacían desear más de él, nuestras miradas se conectaron a través del espejo mostrando el deseo que sentíamos el uno por el otro.
Voltee para poder acceso a sus labios y fundí los míos con los de él. Fui desabotonando su camisa y acariciando su pecho hasta llegar al pantalón, me detuve ahí y volví a posar mis manos en sus hombres para después subir hasta su sedoso cabello enredando mis dedos en el, ya para este momento estaba encima del burock del lava manos. Quería más de él, anciana poder sentirlo en mi, así que volví a bajar hasta su cintura y le ayude con su pantalón mientras él me ayudaba con la poca ropa que me quedaba.
Me llevo a la regadera cargada con mis piernas alrededor de su cintura y en un momento sublime. Por primera vez me entregue a él sin pensar en las palabras amenazantes de mi padre, por primera vez lo hice porque quise y se sintió liberador, diferente, una experiencia nueva que quería seguir disfrutando, así que pasamos toda la noche entregándonos el uno al otro sin prejuicios ni amenazas.
Al día siguiente desperté abrazada a mi esposo, los recuerdos de la noche anterior llegaron a mi haciéndome sonrojar. Nunca pensé que se podía tener tanto placer en una sola noche.
“Buenos días, mi princesa”, su voz soñaba ronca y sexi al mismo tiempo.
“Buenos días, esposo mío”, respondí sin saber cómo llamarlo.
“¿Descansaste?”, pregunto abrazándome más fuerte a él.
“Si, aunque muy poco”, respondí sinceramente.
“Anoche fue espectacular, tu entrega, tu cuerpo, tus caricias fueron sublime”, comentó besando mi cuello.
“Solo me dejé llevar por lo que estoy sintiendo”, respondí con sinceridad.
“¿Y que es eso que estás sintiendo?”, pregunto en un susurro.
“Aún no lo sé, pero me gusta y me hace sentir en las nubes, y me hace querer más de ti”, tenia que ser sincera él tenía más experiencia que yo y me podía ayudar a entender que me estaba pasando.
“Eso se llama deseo y el deseo ocurre cuando quieres a alguien, pero eso es algo que debes descubrir por ti misma. Analiza tus sentimientos y sabrás lo que estás sintiendo”, sus palabras me llevaron a reflexionar lo que estaba sintiendo. Aunque aún no amaba a mi esposo al menos sabía que lo había empezado a querer y que ese sentimiento podía seguir creciendo.