Matrimonio Asegurado. Com

—¿Tu qué crees? No puedo llegar de un día para el otro y decirle “oye, mama me he casado con un desconocido solo por dinero” —puedo jurar que escucho un gruñido en su voz, aunque o diga en un murmullo para que solo yo la escuche— o no, espera, puede ser mejor —el sarcasmo tiñe su voz, esta vez— “mami me case para poder pagar tus gastos médicos” eso la deprimiría y no aportaría nada a su recuperación —dice con frustración e indignación.

 Ahora entiendo que estaba en verdad desesperada por dinero. Se muy bien que estas clínicas y sus tratamientos cuestan fortunas.

—¿A caso no tenías otra forma de poder conseguir dinero? —aun así, tengo que insistir, después de todo no conozca a esta hermosa niña.

—Créeme, que si la hubiera encontrado no estaría ahora teniendo esta conversación contigo —dice más segura y tranquila, llegamos a las inmediaciones de la salida de la clínica—. Mira sé que quieres el divorcio, pero en verdad que no te lo puedo dar, necesito el dinero. El tratamiento de mi madre cuesta un dinero que no tengo y la verdad no sé qué más decir....

—Bien... —después de todo se puede tomar como una obra de caridad—. Te llevare a tu residencia y mañana Naguel se pondrá en contacto contigo. No te daré el divorcio con una condición —necesito sacar provecho de esto y la verdad que si la veo bien esta como quiere la chica, me imagino que con la ropa adecuada o sin ella se debe ver mejor.

—No me acostare contigo —dice.

—Bueno nunca digas nunca, pero de momento quiero que hagamos que esto funcione, por lo menos para la prensa —propongo.

—¿O sea que me pides que finja? —asiento en respuesta—. ¿Me tendré que mudar?

—Eventualmente.

—Ok, mañana que tu abogado se contacte conmigo y vemos los pasos a seguir, de momento estoy muy cansada y te agradecería que me lleves a mi casa.

Tan linda cuando tartamudeaba, ahora su seguridad me deja pensando en cómo hare para volver a escuchar sus tartamudeos.

Media hora más tarde estamos aparcando frente a una casa que parece una casilla, el barrio es muy precario, así como todo lo que se ve. Ella baja de mi camioneta y sin mirar a ningún lado, solo sus pies, llega hacia la puerta de su casa he ingresa a ella. Miro alrededor y me percato que la gente que hay aquí es de muy sospechosa actitud.

—Deja que dos de los guardaespaldas se queden en las inmediaciones y en la mañana cuando la vean salir la lleven donde ella disponga —digo a mi agente de seguridad personal. Mi amigo en frente de mi me mira con una sonrisa pícara, esas que te dicen ya estas enganchado—. Borra esa sonrisa de la cara.

—¿A qué te gusto el espantapájaros? —dice en medio de un ataque de risa, miro para otro lado esquivando sus burlas y doy la orden al chofer para poner en marcha la camioneta y salir de este lugar.

¿Qué le voy a decir? Tiene razón me encanto el espantapájaros, sobre todo me encanto el sabor de sus labios.