NovelToon NovelToon
Transferencia y Contratransferencia: Entre la Ética y la Pasión

Transferencia y Contratransferencia: Entre la Ética y la Pasión

Status: Terminada
Genre:Romance / Completas / Yuri
Popularitas:85
Nilai: 5
nombre de autor: Joy campos

Josiane no quería estar allí, pero se vio obligada a ir a terapia debido a las reglas del refugio en el que vive.
Patrícia, su psicóloga, estaba acostumbrada a tratar casos difíciles, pero nada la preparó para Josiane.
Entre la ética y el amor ¿cuál prevalecerá?

NovelToon tiene autorización de Joy campos para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

Capítulo 6

Patricia estaba sentada en su sillón, con el cuaderno de notas abierto sobre su regazo. Sus dedos se deslizaban por las páginas mientras releía las observaciones de las cinco primeras sesiones con Josiane. La voz de ella resonaba suavemente en la sala, casi como si hablara consigo misma. No era lo suficientemente alta como para que alguien la oyera desde fuera, pero sí lo suficiente para organizar sus pensamientos.

—Sesión uno, resistencia total. Pocas interacciones, silencio absoluto. Sesión dominada por la apatía y la falta de compromiso. Ninguna apertura significativa. Solo relatos básicos de su vida, como dónde vivía y por qué estaba allí.— Patricia hizo una pausa, escribiendo algo en el margen. —Sesión dos, pequeño cambio. Josiane respondió con frases cortas y evasivas. La resistencia continúa, pero observé gestos de incomodidad cuando habló de un gusto particular que ella tenía. La lectura. Esto tuvo un significado, ya que ella no quería que se revelara.

Pasó la página, con los ojos atentos a las anotaciones.

—Sesión tres, silencio total – Patricia suspiró al recordar ese día y la incomodidad. —Y lo mismo ocurrió en la cuarta sesión.

Patricia suspiró y pasó a la página siguiente.

—Todavía en la cuarta sesión: la conversación con Caroline me ayudó. Mantuve la postura, controlé mis reacciones. ¿Resultado? En la quinta sesión, Josiane finalmente rompió el silencio con provocaciones, pero reveló indirectamente su insatisfacción con las sesiones y con su propia vida. Metáfora del tiempo nublado... —Patricia hizo una pausa, garabateando algo al lado de esa nota—. Fue un pequeño avance.

Hojeó hasta la última sesión, el lápiz tamborileando contra el borde de la página.

—Todavía en la sesión cinco: el desahogo. Ira. Josiane reveló la sensación de estar atrapada en las obligaciones, su relación conflictiva con las reglas y los refugios y, por supuesto, la pérdida de su madre... más hostilidad. Respuestas cargadas de sarcasmo, un claro intento de provocarme. Noté que esta hostilidad se intensifica cuando siento que estoy en control de la situación. ¿Estrategia? Usar su propia ira para poder obtener información.

Patricia cerró el cuaderno, deslizando los dedos por la cubierta de cuero.

"Tengo suficiente material para trabajar ahora. ¿Pero cómo debo abordar esto?" Pensó, sintiendo una mezcla de ansiedad y determinación.

Por un lado, el desahogo de Josiane era un tesoro, un punto de partida para profundizar la relación terapéutica. Por otro lado, usarlo directamente podría ser arriesgado. "¿Debo provocar más para ampliar la apertura? ¿O vuelvo a un enfoque estándar y más seguro? Tal vez una tercera opción..."

Antes de que pudiera decidir, el reloj de la pared marcó la hora de la sesión. Patricia se levantó, respiró hondo y se dirigió a la puerta. Al abrirla, vio a Josiane en el pasillo.

Sexta sesión

—Buenos días, Josiane —dijo Patricia, manteniendo un tono amable pero firme.

Josiane no respondió, pero su postura era diferente. Caminó hacia el sofá con pasos rápidos, casi apresurados, y se sentó incómoda, cruzando los brazos de inmediato. Patricia notó la diferencia. Algo inquietaba a Josiane.

"Ella no tiene el control esta vez".

Patricia se sentó en su sillón con calma, acomodándose como quien toma posesión del espacio. Por primera vez, percibió que la paciente parecía inquieta desde el principio. La terapeuta, sin embargo, mantuvo el rostro neutral. Por dentro, sentía que era su turno de dirigir la sesión, pero sabía que tenía que ser cuidadosa.

—Te gusta el silencio, Josiane? —dijo Patricia, con voz calmada pero calculada.

Josiane le lanzó una mirada aguda, pero no respondió. Patricia continuó.

—Entonces, vamos a hacer esto: si quieres hablar, estoy aquí. Si no quieres, yo también me quedaré callada. Y está todo bien.

Josiane cambió de posición en el sofá, con los hombros tensos. Patricia notó la reacción. La paciente detestaba la idea de que otra persona pudiera controlar el silencio. Josiane siempre había utilizado el silencio como arma, pero ahora parecía incómoda con él.

—¿Crees que esto va a funcionar, intentar usar esa técnica? —preguntó finalmente Josiane, con la voz cargada de ironía, pero sin la misma fuerza de antes.

Patricia sonrió levemente, inclinándose un poco hacia delante.

—¿Técnica? Tal vez funcione, tal vez no. Pero ese no es el punto. Lo que importa es lo que tú quieres hacer con este momento, tú decides qué hacer aquí.

Josiane entrecerró los ojos, como si tratara de descifrar a Patricia.

—Te crees muy lista, ¿verdad? —dijo Josiane, cruzando los brazos de nuevo.

—No sé si se trata de ser lista —respondió Patricia, con un tono ligero—. Pero sé que estoy aquí para escucharte, si quieres hablar.

El silencio volvió, pero era diferente. Josiane parecía estar librando una lucha interna. Después de unos segundos, se inclinó hacia delante, mirando a Patricia con una intensidad que mezclaba rabia y frustración.

—¿Y si no quiero? —disparó Josiane.

—Entonces nos quedamos en silencio —respondió Patricia, con tranquilidad.

Josiane soltó una risa breve y amarga, pero no se movió.

—No vas a rendirte, ¿verdad? —preguntó, con un tono desafiante, pero con un toque de cansancio.

—No —dijo Patricia, con una sencillez desarmante.

Por un momento, Josiane pareció sin palabras. Apartó la mirada, pero no pudo evitar que sus hombros se relajaran ligeramente. Patricia lo notó.

"Eso es. Está cediendo, poco a poco".

Todavía había un largo camino por recorrer, pero Patricia sabía que ese día algo había cambiado. Por primera vez, Josiane parecía reconocer que, por mucho que luchara, Patricia no iba a ir a ninguna parte.

El silencio en la sala continuó. Josiane miraba por la ventana, con los ojos fijos en algún punto del cristal como si intentara aferrarse a algo invisible. Patricia, sentada con el cuaderno cerrado sobre el regazo, observaba sin presionar. Sabía que ese momento no podía ser apresurado.

Después de un largo minuto, Josiane respiró hondo y finalmente rompió el silencio, pero sin mirar directamente a Patricia.

—No es contra ti —dijo, con la voz seca, pero cargada de algo más profundo—. Es contra todo esto.

Patricia permaneció callada, inclinándose ligeramente hacia delante para mostrar que estaba escuchando.

—No es contra ti, de verdad —repitió Josiane, pero esta vez su voz flaqueó. Se removió incómoda en el sofá, como si la tensión dentro de ella fuera demasiado grande para contenerla—. Pero, al mismo tiempo, también lo es.

Patricia arqueó ligeramente las cejas, pero mantuvo el tono neutral al responder.

—¿Puedes explicarme a qué te refieres?

Josiane se giró lentamente hacia Patricia, con la mirada ahora más firme.

—No eres tú, es todo esto... toda esta dinámica —dijo, gesticulando vagamente con las manos—. Esta cosa de sentarme aquí, tú con ese cuaderno, tomando notas como si estuvieras resolviendo algo.

Patricia siguió escuchando, sin interrumpirla. Josiane respiró hondo, como si necesitara reunir fuerzas para continuar.

—Sé que esto es importante, ¿vale? Que es para que pueda quedarme en el refugio. —Su voz se volvió más amarga, pero aún controlada—. Estos refugios con filas enormes de gente queriendo un lugar donde quedarse. Sería una ingratitud no esforzarme por mantener el mío.

Josiane soltó una risa breve, irónica, y volvió a mirar por la ventana.

—Entonces, ¿qué hago? Si tengo que trabajar, voy. Si tengo que participar en actividades, participo. Si tengo que recoger la basura todos los días o limpiar el mostrador, lo hago. Porque tengo que cumplir las normas, si no, estoy fuera. —Se encogió de hombros, con un gesto frío, pero cargado de resignación—. Así es como funciona.

Patricia tomó una pequeña nota, pero de forma discreta, para no llamar la atención de Josiane. Sabía que era un momento delicado y no quería romper la conexión que empezaba a formarse.

—Entiendo que el gobierno diga que es gratuito, pero no lo es —continuó Josiane—. Lo llaman concesión, pero solo si cumples las normas. Terapia, trabajo, esas fiestas sociales que ellos consideran interesantes... Si no lo haces, no te quedas. No es gratis. Nada lo es.

Patricia asintió levemente, indicando que la seguía.

—Yo cumplo con mi parte. Siempre la cumplo. Pero cada vez que vengo aquí... —Josiane se detuvo por un momento, con la mirada fija en el suelo, antes de levantar los ojos hacia Patricia—. Ustedes cogen este cuaderno, toman notas como si fuera algo importante y quieren que me abra. Que hable de mi vida, de mi pasado, y después me transfieran, solo me pinchen, algo que no quiero.

Patricia mantuvo la mirada fija en Josiane, sin juzgarla, solo escuchando.

—Por eso no quiero sacar nada a la luz. Está en el pasado, déjalo ahí. ¿Para qué sacarlo? —Su voz tembló ligeramente—. ¿Para qué traerlo a la superficie?

Josiane se quedó en silencio, pero Patricia percibió que aún había algo hirviendo dentro de ella. Esperó unos segundos antes de responder, eligiendo cuidadosamente las palabras.

—Entiendo que quieras dejar el pasado atrás. Duele, y abrir esas heridas no es fácil. —Patricia habló con calma, su voz era una invitación, no una imposición—. Pero lo que sucedió en el pasado todavía afecta a cómo vives hoy, a cómo te sientes ahora.

Josiane negó con la cabeza, como si quisiera alejar esas palabras.

—Es fácil hablar. —replicó, con un tono defensivo—. Estás ahí sentada, tomando notas. No eres tú la que tiene que revivirlo todo.

Patricia se inclinó ligeramente hacia delante, con los ojos fijos en los de Josiane.

—No, no soy yo. Pero estoy aquí para ayudarte a cargar con ello, si me dejas.

El silencio volvió, pero esta vez no era incómodo. Josiane parecía procesar las palabras, con la mirada perdida en algún punto entre Patricia y el suelo.

—Está bien —murmuró finalmente, reclinándose en el sofá—. Pero no esperes gran cosa.

Patricia se permitió una pequeña sonrisa interna. Sabía que, para Josiane, aquello era lo más parecido a un acuerdo que podía obtener en ese momento.

—No espero nada más que lo que estés dispuesta a dar —respondió Patricia, con sinceridad.

Josiane no respondió, pero algo en su postura parecía menos tenso. Patricia sabía que aún quedaba mucho trabajo por hacer, pero ese momento era un punto de partida, un comienzo de confianza.

1
NovelToon
Step Into A Different WORLD!
Download MangaToon APP on App Store and Google Play