Memorias Del Corazón

Al abrir mis ojos, me quede pensando en el loco sueño que tuve, y mientras despejaba mi mente volvió a sonar mi teléfono, me levante directa al baño, dándome una ducha rápida, porque por aplazar mi alarma ahora voy justa con la hora de entrar a la universidad.

Me puse un vestido, mis tenis, trence mi cabello, tomé mi mochila y salí de la habitación, baje las escaleras y un rico aroma salía de la cocina.

Sabía que mi madre estaba en ese lugar, entre y al verme me recibió con una sonrisa cálida.

— hola mamá, hoy no desayunaré, voy tarde— ella asintió, y me entrego una pequeña lonchera.

— lo sé hija, por eso te puse el desayuno en una vianda— la abracé hasta dejar un beso en su mejilla.

— por eso te amo, eres la mejor mamá del mundo, nos vemos.

La escuché reírse, mientras salía corriendo de casa, subí a mi bicicleta y fui pedaleando hasta la universidad, que en verdad agradecía qué no estaba muy lejos de donde vivíamos.

Deje mi transporte en la pequeña estación de bicicletas, y entre a la universidad, camine con rapidez pues la primera clase estaba por comenzar y no quería quedarme afuera.

Al sentarme, saque mi libreta y mi pequeña lapicera, mientras que otros sacaban sus computadoras, en eso la voz de mi querida amiga se escuchó tras de mi.

— Tabi, ¿cuando dejaras de usar la libreta? , mirá , todos usan computadora e igual yo, estamos en la era moderna—me encogí de hombros mientras se sentaba a mi lado.

— simple Alexia, yo aún quiero oler el delicioso aroma que expide una hoja de papel y quiero aun sentir mi bolígrafo favorito entre mis dedos— negó mientras sonreía.

— en verdad, a veces que creo que tu tienes alma vieja— me sorprendí e hice una mueca por su comentario.

— quizás.

En eso entro la profesora que nos daría la primera materia, metodología en la investigación, todos hacían sus caras de sueño y de poco interés, pero a mi me fascinaba todo lo que tenía que ver con nuestros antepasados y las diferentes culturas antiguas.

Por eso escogí la carrera de historia, porque es algo que me fascina y se me da con naturalidad.

Al terminar la clase seguí con las demás asignaturas: talleres de redacción y análisis de texto, geografía y cartografía histórica, historia antigua e idiomas.

Pero en la penúltima clase nos avisaron que la profesora que nos daba historia antigua tomaría una licencia de un año, así que serían dos días en las que tomaríamos estrategia y aprendizaje sobre la historia.

Al salir de la última clase me reuní con Alexia quien estaba muy bien acompañada, salude y el chico que estaba con ella solo se fue.

— perdón si espante a tu novio— negó mientras entrelazaba su brazo en la mío.

— ¿novio?, que va, solo es un buen amigo — asentí riéndonos a la par— mejor vayamos al centro comercial, tu mamá me llamo para recordarte que recogieras tu vestido para mañana.

Ladee mi cabeza hasta asentir, al salir de la universidad, sacamos de la estación nuestros transportes ecológicos, nos subimos y fuimos hasta el centro comercial.

Al llegar subimos al segundo piso, entramos al local donde hacían costuras, me acerque hasta saludar a la chica de lentes.

— hola, buenas tardes, vengo a recoger un vestido a nombre de Tabita— asintió muy sonriente mientras buscaba en el sistema.

— ya está listo, por favor tomen asiento y en un momento lo traigo— asentimos mientras nos sentábamos en el suave sofá.

Pasaron algunos minutos hasta que la chica de lentes apareció, firme la nota, y salimos con el vestido en mis manos, lo doble con cuidado para guardarlo en mi mochila, volvimos a subir a nuestras bicicletas.

Pero antes de cruzar la avenida, Alexia se despidió de mi pues según ella tenía algunos asuntos importantes que atender, yo sabía que asuntos, aun así era su vida y yo no la señalaría por nada del mundo.

Cruce la avenida y seguí mi camino, pero al doblar en una de las calles, un auto salió de la nada haciéndome caer al pavimento.

Mi mochila al caer se abrió y todos mis cuadernos incluyendo mi vestido estaban en el sucio pavimento, me senté, levante un poco mi vestido dándome cuenta de que tenía una horrible herida en mi pierna, mis manos y brazos tambien tenían raspones.

Intente levantarme, pero el dolor de mi herida me lo impedía, en eso se escuchó la puerta de ese auto, levante mi vista y al ver a ese hombre un nerviosismo inexplicable apareció.

Se acercó hasta ponerse en cuclillas, toco mi pierna y solo me queje— discúlpame, fue mi culpa, no conozco muy bien las calles.

Solo asentí, parecía como si mi voz hubiera huido de mi garganta, no sé qué pasaba, su asentó extraño, su acercamiento y todo él me ponía los vellos de punta.

- te llevaré al hospital— volteo a verme y ese azul profundo de sus ojos, juraría que lo había visto en algún lado— todo corre por mi cuenta— volví asentir mientras que él me cargaba entre sus fuertes brazos.

Me subió a su auto, lo vi recoger todas mis cosas guardándolas en el maletero, subió él y puso en marcha su auto, el ambiente era tenso, extraño y muy silencioso.

Hasta que llegamos al hospital, me llevo al área de urgencias y mientras el médico me hacía curación, él no se apartó, ni apartó su vista de mi.

Y al final me recetaron analgésicos qué por cierto él también costeó, al subir de nuevo a su auto, saco mis cosas del maletero y nos dimos cuenta de que el vestido estaba manchado.

Me entregó todo y encendió su auto — tranquila, pagaré una tintorería y que lo lleven a tu casa, ¿te parece?.

Nuevamente, mi voz no salió y termine asintiendo, bajamos a la tintorería y deje mi dirección anotada en ese libro amarillo mientras que él pagaba en caja.

Caminamos a su auto y cuando abrió la puerta solo baje mi mochila— gracias por todo, pero aquí me quedo, creo que todo lo que ha hecho ya pago estos simples raspones.

Ladeo sus labios mostrando una pequeña sonrisa y ese nerviosismo regreso haciendo que trastabillara, mostró su agilidad ante la situación y me tomo por la cintura, al verlo de más cerca solo pase saliva.

— está bien, pero, ¿aún falta tu bicicleta? — esa voz gruesa combinada con su asentó hacía que vibrara hasta la última célula que conformaba mi cuerpo.

— ¿mi bicicleta?, ¡oh si, mi bicicleta! — reí de nervios mientras me alejaba de él — no se preocupe, solo, solo déjelo así.

Camine hacia la acera e hice la parada a un taxi, al cerrar la puerta por la ventanilla vi a ese hombre observarme, al moverse el auto solo agitó su mano en forma de, ¿despedida?.

Eso sí que era extraño, el hombre que no puedo negar lo apuesto que era, pero lo que más me llamo la atención fue sentir eso al tenerlo cerca hasta juraría que mi corazón se saldría de mi cavidad torácica si duraba un minuto más a su lado.

TABITA BECKER.