Ésta es la historia de una doctora que conquista sin querer a todos quienes la rodean... hombres, mujeres, niños... Todos la llegan a querer sin medidas, y muchos son los que quieren ir más allá con ella, pero su corazón siempre perteneció a alguien más...
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Volver a la dolorosa realidad...
Bip Bip Bip Bip Bip Bip... El largo brazo de Maximilian se estiró buscando a tientas el celular. Cuando finalmente lo encontró, abrió los ojos y la apagó. Se quedó mirando por largo rato a su bebé. El cabello desperdigado sobre la almohada su desnudez hermosa y perfecta y esa carita, esa carita tan divina que no hacía más que embellecer ante sus ojos... Comenzó a dar besitos y su mujer también comenzó a revolverse entre las sábanas. Unos dedos traviesos comenzaron a jugar con ciertos puntos que había descubierto la noche anterior, cosa que hizo que ella abriera los ojos sintiéndose sonrojada y hasta un tanto calenturienta. Comenzaron a reír y esa risa se fue transformando en besos atrevidos que los llevaron a entregarse una última vez a las llamas de la pasión.
Cayeron agotados... El cuerpo de ella parecía haber estado practicando para la Maratón de New York sin descanso por meses, pero, a su vez estaba tan ligera como una pluma. Se metieron a bañar y juntos entre miradas cómplices y absolutamente enamoradas, se vistieron, se comieron lo que no habían tenido tiempo de comer, y salieron de allí. En el camino iban en un silencio cómodo mientras escuchaban una playlist llena de canciones que Priscila había escogido para él. Cuando estuvieron cerca de entrar a la jungla de cemento, Max la miró y le dijo: Amor te juro que voy a hacer hasta lo imposible por librarme de esa estúpida amenaza que nos están haciendo. Te lo juro como que me llamo Maximilian Edwards.
Priscila se recostó en su hombro y tomados de la mano entraron en la ciudad. Los cogió un semáforo en rojo y miró hacia un lado, vio la farmacia y recordó inmediatamente lo que Andrew le había dicho. Se detuvo adelante y le compró las pastillas del día siguiente. Ella las tomó y le dijo Tan hermoso... Gracias por cuidarme, mi sueño de ser una gran cardióloga es lo más grande para mí y aunque tener un hijo tuyo sería hermoso, y hasta he soñado con ello, ahorita NO es el momento apropiado.
Se besaron y de inmediato se la tomó. Volvieron a sumirse en un silencio, pero esta vez, era diferente, esta vez el peso en el corazón de ambos se hizo presente. El momento de volver a la dolorosa realidad había llegado. Priscila comenzó sin darse cuenta a llorar, no supo en qué momento, pero las lágrimas no paraban. Por su parte Max estaba temblando. No quería parecer más débil de lo que ya se sentía ante ella. Atravesaron la entrada de la mansión Johnson poco antes de las 2 de la tarde.
Jamás habían deseado que el tiempo se detuviese tanto como ese día. El auto avanzó lentamente hasta que se detuvo por completo. Sus manos entrelazadas, pero sus almas y corazones lo estaban aún más. Él se bajó, duró unos segundos intentando ahogar sus ganas de llorar y fue hasta su puerta. Como todo un caballero la abrió, pero en el preciso momento en el que Priscila puso sus pies fuera del auto, él cayó de rodillas ante ella. Te amo bebé... Te amo y te juro que siempre voy a luchar por ti, por protegerte por hacer todo para tu bienestar, te juro que estaré incluso desde las sombras apoyándote en tu carrera, te lo juro Priscila Johnson. Juro que aunque se me vaya la vida en ello, allí estaré. Terminó de decir mientras lloraba como niño pequeño sobre las rodillas de ella.
Por su lado Priscila lloraba en silencio viendo a su grandote de ojos azules allí, arrodillado frente a ella y diciendo todo eso. En su interior deseaba con todas sus fuerzas que él cumpla ese juramento. Mi corazón es tuyo Maximilian Edwards, mi pureza es tuya, mis pensamientos son tuyos. Y haré todo para que estés tranquilo, pero quiero que sepas que si terminas casándote con esa bruja, mi amor jamás será de nadie más, será siempre tuyo, pero intentaré ser feliz. Porque no seré yo la causante de las penas de nadie más. ¿Sabes de qué estoy feliz? De que conocí el fuego de la pasión entre tus brazos, de que todas mis primeras veces fueron para ti. Y jamás me arrepentiré de ello. Cada vez que vea mi cuerpo, recordaré que fueron tus manos las únicas que me han llevado al cielo, que eres tú el dueño de mi piel... -Cogió su cara entre sus manos y siguió diciendo- Te amo mi grandote, mi amor.... y desde el fondo de mi corazón, deseo que logres encontrar una solución para todo esto, pero aún si no, eres y serás por siempre mi amor.
Max solo sollozaba en sus piernas. Desde adentro Chad y Natalia miraban la situación a través del gran ventanal. El padre estuvo a punto de salir, pero Natalia en su sabiduría de madre, lo impidió. Déjalos, es algo importante. Chad no entendía nada... Para el era increíble que Natalia estuviese diciendo eso, pero lo aceptó. Cuando finalmente Max logró calmarse y Priscila también, se levantaron, se dieron un beso que llevaba en él todos los juramentos y promesas hechas, pero que también era un beso de despedida. Priscila terminó el beso, sabía que era algo que no querían hacer ninguno de los dos, pero alguien debía hacerlo.
Max miró una última vez esos ojos ámbar que tanto lo enloquecen, besó su frente y sin decir nada más y corriendo entró a su auto, y arrancó como si de una emergencia se tratase. Ella se quedó allí parada mirando al amor de su vida irse y sabía que él estaba llorando. Lentamente y casi sin corazón, entró a la casa.
¡Princesa llegaste! ¿Cómo te fue? Chad hablaba, pero sabía que las plantas decorativas estaban prestando más atención que su hija. Bien papi. Solo que ahora estoy demasiado cansada. Voy a mi habitación. Las miradas de la madre y la hija se encontraron y eso fue suficiente para que Nat entendiera lo que su hija estaba pasando. Ve tranquila princesa. Te amamos. Fue el único comentario que salió de ella. ¿Pero y no va a comer? ¿Qué tiene la niña amor? -Alegó el moreno preocupado- Natalia con todo el amor del mundo lo abrazó y le dijo: Mi amor, nuestra hija necesita estar sola, en estos momentos nadie puede hacer nada por ella. Dale su tiempo y espacio ¿si? Chad se había vuelto un tanto como su papá Brandon y con un tanto de drama dijo... Creo que me estoy volviendo viejo. Solía ser bueno en esto con mi pequeña Leah. Supongo que perdí el toque. Natalia se rio de su comentario y le dijo... No mi amor, es solo que entre Leah y Priscila hay una gran diferencia y es que nuestra hija ha pasado por TANTAS COSAS, que aunque tenga 15 casi 16, es una mujer adulta en sentimientos. Y pienso que es mi culpa. -Terminó confesando con sentimiento-
NO, jamás digas que es tu culpa. Es solo que las circunstancias que las rodearon y la mierda de gente con las que les tocó vivir, las hicieron pasar por cosas feas. Pero te aseguro que la vida misma se encargará de hacer que nuestra nena sea feliz. -Habló el padre esperanzado- Y yo solo espero que ella acepte ser feliz... Admitió con temor Natalia...
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Mujerones hermosas, sorry, ayer tuve un día de locos. Pero ya aquí les estoy dejando un capítulo. No les prometo nada, pero intentaré regalarles aunque sea un capítulo más.
Besos... Juli 😘 💕 💜 😘 💕 💜 😘 💕 💜