Renace con una nueva oportunidad para ser feliz, amando a los caballos como en cada vida...
El mundo mágico también incluye las novelas
1) Cambiaré tu historia
2) Una nueva vida para Lilith
3) La identidad secreta del duque
4) Revancha de época
5) Una asistente de otra vida
6) Ariadne una reencarnada diferente
7) Ahora soy una maga sanadora
8) La duquesa odia los clichés
9) Freya, renacida para luchar
10) Volver a vivir
11) Reviví para salvarte
12) Mi Héroe Malvado
13) Hazel elige ser feliz
14) Negocios con el destino
15) Las memorias de Arely
16) La Legión de las sombras y el Reesplandor del Chi
17) Quiero el divorcio
18) Una princesa sin fronteras
19) La noche inolvidable de la marquesa
20) Ni villana, ni santa
21) Salvando a mi Ernesto
22) Cartas para una princesa
23) Ya te olvidé
24) Dulce Prisión
25)Secretos de una poción
26) La venganza de Leia
27) Recuerdos de mi futuro
28) Una esposa para el príncipe maldito
29) Una madrastra reencarnada
** Todas novelas independ
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Archiducado
Las semanas pasaron tranquilamente en el ducado Huxley, y para Astrid, el recuerdo del principe Emmet Dunwich se desvaneció como un suspiro.
El invierno comenzaba a rendirse ante los primeros brotes de primavera, y la joven volvió a sus rutinas.. montar al amanecer, reir con los trabajadores del establo y escaparse a los jardines con un cuaderno lleno de bocetos..
Su mente estaba completamente ocupada en un nuevo proyecto.. el diseño de una montura personalizada. Queria que fuera cómoda, firme y elegante, adaptada perfectamente a Valiant y a su forma de cabalgar.
Astrid: Si refuerzo el cuero aqui… podria resistir los saltos mas altos. Y quizas un grabado con flores de lirio en los costados, para darle un toque mio.
James, el encargado del establo, la observaba divertido desde la puerta.
James: Señorita, si sigue asi, pronto tendré que pedirle trabajo como diseñadora.
Astrid: jajaj No seria mala idea. Pero esta montura sera para mi cumpleaños. Pienso pedirsela a mi padre… aunque sé que intentara convencerme de aceptar joyas en su lugar.
James: Lo hara, sin duda. Pero usted siempre gana sus batallas.
Astrid sonrió con orgullo y volvió a dibujar, completamente absorta. El viento movia los mechones sueltos de su cabello rojo, y el sol se reflejaba en sus ojos azules. En su corazón no quedaba ni una sombra del principe.. habia sido solo un encuentro curioso, una anécdota que se disolvia en el aire.
A cientos de kilómetros, en el Archiducado Cavendish, la historia era distinta.
El principe Emmet cumplia con sus deberes con la precisión de siempre. Asistia a reuniones diplomaticas, recorria los campos observando la estabilidad del archiducado y escuchaba los informes de los comerciantes locales. Nadie habria imaginado que algo perturbaba su mente… pero lo hacia.
Cada vez que el silencio caia.. durante una cena formal, en una cabalgata, o incluso al revisar documentos.. su pensamiento se desviaba inevitablemente hacia ella.
La recordaba con una nitidez irritante: su voz llena de vida, su risa desbordante, la forma en que lo desafiaba sin miedo.
A veces cerraba los ojos y aún podia escuchar su tono burlón..
[¿No sabia que pensaba en mi?]
Intentó convencerse de que era simple curiosidad. Una molestia pasajera. Pero con el paso de los dias, descubrió que Astrid Huxley se habia convertido en una presencia constante.
En los paseos matutinos, cuando el aire frio tocaba su rostro, pensaba en cómo ella habria comentado el clima con sarcasmo.
Una tarde, el archiduque hablo con la archiduquesa Eleanor su prima y con el archiduque.. no solo de la estabilidad del archiducado o de la enfermedad de él.. sino con sinceridad y en confianza..
Principe: debo admitir, archiduque, que no entiendo cómo lo hace.
Archiduque: ¿hacer qué, alteza?
Principe: reir. usted. el hombre mas disciplinado del reino, el que nunca bajaba la guardia… ahora rie, y con facilidad.
el archiduque sonrió, lanzandole una mirada fugaz a Eleanor.
Archiduque: tal vez porque ahora tengo razones.
Eleanor lo miró con ternura, pero el principe desvió la vista hacia su copa.
Principe: razones… eso suele ser lo mas peligroso para los hombres como nosotros.
la frase sonó mas triste que cinica. Eleanor lo notó. conocia ese tono.. el de quien cargaba algo que no se atrevia a decir.
Eleanor: ¿habla por experiencia, primo?
el principe dudó, y por un momento, su mascara de frialdad se quebró.
Principe: digamos que… conoci a alguien que no se parece en nada a lo que se espera de una dama de la corte. es como un huracan, si quiere. desordenada, insolente…
(se detuvo, bajó la mirada con una sonrisa casi imperceptible)
y sin embargo, no puedo sacarmela de la cabeza.
Archiduque y Eleanor se miraron, sorprendidos por esa confesión poco habitual en él.
Archiduque: los huracanes suelen dejar huella.
Principe: también destruyen lo que tocan.
Eleanor: o limpian lo que ya estaba muerto.
el principe la miró un segundo, como si sus palabras le hubieran llegado mas hondo de lo que esperaba.
luego, alzó la copa.
Principe: tal vez. pero prefiero no descubrirlo demasiado pronto.
Cuando cayó la noche, Emmet salió solo al balcón de la mansion Cavendish.. El viento traia el aroma de los campos y el sonido distante del rio. Se recostó en la baranda, con la vista perdida en el horizonte.
[Insolente… terca… imposible.]
Pero el eco que resonó en su mente no fue de irritación, sino de una melancolia que no comprendia.
Y por primera vez en su vida, el principe frio y perfecto reconoció que algo en su interior comenzaba a cambiar.. como si una rafaga de aire calido se filtrara lentamente en su invierno.
Mientras tanto, en el ducado, Astrid dibujaba flores sobre el cuero de su futura montura, sonriendo sin saber que, muy lejos de alli, ella era el pensamiento mas constante del principe heredero..
Fuese de dia o de noche cuando se retiraba a su habitación.. era una lucha interna para Emmet Dunwich.. a veces caminaba por el balcón de piedra mirando el cielo estrellado, con las manos tras la espalda y la mente dividida.
[Es absurdo… no tiene sentido. No puede ocupar mi pensamiento de esta manera.]
Apretaba la mandibula, molesto consigo mismo.
Queria expulsarla de su mente, apagar ese huracan que lo habia dejado sin equilibrio. Pero cuanto mas intentaba olvidarla, mas vivido era su recuerdo.. su sonrisa impertinente, el brillo de sus ojos, la forma en que no temia decir lo que pensaba.
El archiduque notó su distracción en una cena y comentó, con una sonrisa amistosa..
Archiduque Cavendish: Alteza, ¿acaso el clima de nuestro archiducado no es de su agrado? Lo noto… distante.
Emmet: (breve) Estoy perfectamente, Excelencia.
Archiduque Cavendish: Pues si ese es su perfectamente, temo imaginar cuando esté preocupado.
Emmet no respondió. Se limitó a beber un sorbo de vino, mientras su mente vagaba, rebelde.
Aquella noche, cuando todos durmieron, volvió al balcón. El viento era fresco, y las luces del valle titilaban a lo lejos. Cerró los ojos, intentando serenarse, pero una imagen persistia, una voz, una risa:
[Astrid: “No sabia que pensaba en mi.”]
El principe apretó los puños.
Emmet: (en voz baja) Insolente…
Pero en su pecho no habia enojo, sino una punzada de nostalgia.
Por mas que lo negara, habia una parte de él que la envidiaba.. su libertad, su alegria, su forma de vivir sin miedo ni deber.
Y mientras el viento agitaba su capa, comprendió algo que le disgustó profundamente:
cuanto mas intentaba borrarla, mas profundamente se grababa Astrid Huxley en su memoria.