Recuperando La Felicidad

Narra Ada

—Chicas, ¿qué pasa? —nos pregunta Mateo con una cara de curiosidad.

—No, nada —decimos ambas al mismo tiempo.

—Bueno, como ya todo está listo, ¿qué tal si vamos al mar? —dice Alex. Todos nos miramos y salimos corriendo hacia el mar. Me quito la camisa y los shorts, me volteo a ver a los muchachos y noto a Alex caminando. Me quedo boquiabierta, parece una escultura de arte. Tiene unos músculos que resaltan su abdomen. ¡Uy, qué papasito!

—Pero, Ada, ¿qué estás pensando? ¿Dónde quedó el hecho de que no te gusta? —me pregunto a mí misma.

—¡Al diablo! Ese chico está todo un bombón —mi conciencia me repite para mí.

Noto cómo Alex ve cómo lo miro. ¡Uy, qué pena! Me volteo rápidamente y salgo corriendo al mar.

Los chicos se acercan, y empezamos a jugar en el agua. La tarde pasa entre risas y burlas. No sé cuánto tiempo pasa, lo único que sé es que es la primera vez en mucho tiempo que me divierto y soy feliz.

Una hora y media después

Estamos todos reunidos en una fogata en medio de la playa. Estamos asando malvaviscos y contando historias. En un momento, Amelia y yo nos alejamos y los dejamos solos.

—Vamos rápido, hay que llegar antes de que cierren la pastelería —me dice Amelia y salimos rápido hacia la panadería. Cuando llegamos, estaban a punto de cerrar.

—Hola, señoritas, ¿en qué puedo ayudarlas? —nos atiende muy amablemente la encargada.

—Hola, tengo encargado un pastel, ya está pagado y todo. Está a nombre de Amelia Rojas —la encargada se pone a buscar en unas hojas y parece que nos encontró, porque se va y regresa con el pastel.

—Sí, señorita, aquí está. Permítame, le regalo unas velas —asentimos con la cabeza. Luego de entregarnos lo pedido, nos despedimos y salimos corriendo de nuevo hacia la playa.

No paramos en ningún lugar antes de llegar. Sacamos el pastel, le ponemos las velas, y yo llevo el pastel mientras Amelia lleva un regalo. Caminamos lentamente hacia los chicos. A unos pasos de llegar, empezamos a cantar.

—¡Feliz cumpleaños a ti! ¡Feliz cumpleaños, amor (Mateo)! ¡Feliz cumpleaños a ti! —cantamos las dos al mismo tiempo. Claro, mencionamos antes que yo decía "Mateo" y Amelia "amor". Los chicos se voltean y veo cómo Mateo camina hacia Amelia con un brillo en los ojos y una sonrisa gigante. Esa escena me llena de amor. Ellos hacen una hermosa pareja. Sufrieron mucho, pero lo han logrado.

—Mateo, te amo y espero pasar muchos cumpleaños contigo. Gracias por brindarme todo tu amor durante este tiempo. Te amo y quiero que tengas este regalo —le dice Amelia con una sonrisa, mientras le muestra una cadena con una foto de los dos en su primer mes de noviazgo. En ese momento, Mateo se le tira encima, la abraza, y veo que me regala un beso muy lindo. Luego se pone la cadena y la vuelve a besar.

—¡Toso para llamar su atención! —digo. —Mateo, amigo, yo también te tengo un regalo, espero que te guste —le entrego un reloj. Él me mira, me agradece y luego me da un abrazo.

—Gracias, Ada, no debiste hacerlo —dice él.

Luego todos nos sentamos alrededor de la fogata, comemos pastel, cantamos, y al final todos nos vamos a nuestras habitaciones.