Está es la historia de una joven pastelera que anhela desde el fondo de su corazón tener su propia confitería y deleitar al mundo con sus inigualables sabores; pero su sueño se verá interrumpido cuando en un evento muy importante se entrega a un desconocido. Desde ese momento su vida cambia por completo al descubrir que está embarazada y su hijo se convierte en su única y mayor prioridad. Sin embargo cinco años más tarde, Trevor Hamilton, el padre de Dylan, reaparece en sus vidas intentando reconquistar a su hermosa morena y formar la familia que tanto anhelaba, desestabilizando así la armonía en la vida de Carolina.
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Capítulo N°4
Era el sábado por la tarde cuando la pastelera se encontraba estacionando frente a la gran mansión Santoro, con algo de dinero de sus ahorros había alquilado un pequeño auto para llevar la torta, algunos bocadillos y todas sus cosas que necesitaba para poder preparar una agradable mesa dulce para todos los invitados, ya que la residencia estaba ubicada lejos de la ciudad y un taxi le saldría mucho más caro.
Ella estaba sorprendida por la magnificencia del lugar, había escuchado muchas veces que entrar a los jardines de la residencia era hermoso; pero ninguna descripción le hacía justicia, esa casa era un sueño y podía quedarse horas contemplando los detalles de la entrada principal.
Una vez que recobró la compostura pasada la primera impresión, comenzó a organizar mentalmente que debía guardar primero dentro de la cocina y se decidió por el pastel; pero para eso debía sacar del baúl del automóvil un arnés especial para trasladarlo con cuidado.
Ella se encontraba intentando sacar una caja muy pesada del baúl, cuando sintió que alguien en su espalda le murmuró.
⎯ Permíteme que te ayude, eso parece realmente pesado.
⎯ Gracias.⎯ volteo y se encontró con el moreno de ojos claros, aquel hombre apuesto del auto deportivo y sus mejillas cambiaron de color.
⎯ ¡Realmente pesa! ⎯ le comentó Trevor cuando tuvo la caja entre sus manos.⎯ Debes ser muy fuerte para alzar algo así.
⎯ No , yo no tengo tanta fuerza.⎯ respondió al mismo tiempo que sacaba el arnés.
⎯ ¿Cómo te las arreglaste para guardar esto en el baúl? ⎯ interrogó mientras inspeccionaba su bella silueta que se alejaba.
⎯ Me ayudó un vecino. ⎯ ella fue al asiento trasero a buscar la torta, necesitaba poner distancia, ese hombre le gustaba mucho lo cual le parecía extraño, ya que por años solo pensó en Franco.
⎯ ¡Eso lo explica todo! ⎯ dijo y tropezó con una baldosa.
⎯ ¡ Ten cuidado, no te caigas por favor! Tengo mi batidora y algunas cosas de valor en esa caja.⎯ dijo intentando ser profesional y dejando de pensar en el hermoso trasero que tenía enfrente.
⎯ Lo tendré, vamos te mostraré donde es la cocina.
⎯ De acuerdo.
⎯ Doris debe estar ocupada, así que yo seré tu guía. Ven.
⎯ Trabajas para la señora Santoro.
⎯ No, yo soy amigo de Santiago, ellos son como mi propia familia.
⎯ Entiendo.
El joven caminó con cuidado sosteniendo la caja, como si el peso no le molestara y por momentos podría sentir en su espalda la mirada penetrante de la bella mujer que lo seguía. Una vez que ingresaron a la cocina, él apoyó las cosas sobre la mesada y vio como ella sonreía y sus ojos recorrían el lugar observando todo con mucha ilusión; entonces ella lo miró y murmuró al ver su expresión y la media sonrisa que se dibujaba en el rostro del moreno.
⎯ ¡Este lugar es un sueño! Podría cocinar toda la vida aquí.
⎯ Eso sería un verdadero placer porque te vería seguido.
Ella por primera vez se sintió intimidada y recordó que la noche más triste de su vida, soñó con ese hombre desconocido y sus mejillas se tiñeron nuevamente de un rojo intenso al pensar en cómo se besaban en sueños. Ese completo extraño había borrado en parte el recuerdo de Franco y había logrado que por momentos dedique sus pensamientos a alguien más. Ella veía como él movía sus labios, y comprendió que le estaba hablando e intentó enfocarse en la conversación.
⎯ Perdón, estaba absorta en mis pensamientos y no te oí.⎯ confesó. ⎯ Este lugar me quitó el aliento.
⎯ Me di cuenta, te preguntaba si no nos conocemos de algún lado. ⎯ preguntó nuevamente al ver a la chef con su chaqueta típica, un delantal que cubría a una sexi falda azul y el cabello recogido debajo de su cofia.
⎯ No, no lo creo.⎯ mintió mientras guardaba la torta en la heladera.
⎯ Es extraño, pero tu rostro se me hace familiar.
⎯ Mi rostro es muy común.⎯ respondió y para distraerse comenzó a ordenar todo sobre la mesada.
⎯ No sé, algo en ti es …
En ese momento Doris el ama de llaves de la familia Santoro ingresó al lugar interrumpiendo la frase y observó a los dos jovencitos como estaban muy cerca y se miraban; entonces con picardía le habló al mejor amigo de Santiago.
⎯ Trevor, deja de estar coqueteando con nuestra chef y ve a estar con Santiago que está enojado como siempre.⎯ le golpeó con una palmada el trasero. ⎯ Ya vete de mi cocina, solo molestas y hay mucho trabajo por hacer.
⎯ Solo estaba ayudando a la señorita.
⎯ ¡Qué amable eres! ⎯ se burló. ⎯ ¡Ahora vete, yo la ayudaré!
⎯ No es necesario que me ayuden, ya tengo todo organizado y están por llegar mis dos asistentes.
⎯ De acuerdo, me iré, pero ya sabes, voy a pensar de donde nos conocemos y te lo haré saber.⎯ le dijo Trevor.⎯ Tu rostro no es uno más del montón.
⎯ Como quieras.⎯ respondió Caro y se puso colorada.
⎯ Deja a la niña en paz y ya vete. ⎯ lo regaño Doris.
Trevor salió de la cocina y aunque ella lo negara estaba seguro que ya se habían visto con anterioridad, pero no sabía en dónde y no iba a descansar hasta descubrirlo.
Durante el resto del día estuvo pensativo, esa mujer lo había cautivado por eso buscaba excusas tontas para ir a la cocina y espiarla; pero en un determinado momento el lugar estaba vacío y la tentación fue mayor al ver todos los bocadillos que habían en la heladera, así que tomo un plato e hizo una selección de esos manjares y salió del lugar sin ser visto.
⎯ Trevor, si vuelves a buscar otro bocadillo más, te juro que te mato.
⎯ No puedes negar que están deliciosos y vale la pena el riesgo de escabullirme en la cocina por ellos.
⎯ Tienes razón, estos dulces son fantásticos; pero debemos dejar algunos para la noche.
Los amigos estaban conversando animadamente en la terraza con el plato de bombones de frutas, brownies, y otras delicias; mientras que la pastelera estaba enojada por el faltante en sus bandejas.
⎯ ¿Seguro ninguno vio quién se llevó los dulces?
⎯ No Caro, estábamos ocupados, lo sentimos.
⎯ Seguro cuando fuimos a hablar con la señora, alguien entró y tomó los bocadillos. ⎯ dijo uno de sus asistentes y ella asintió.
⎯ No importa, tendremos que improvisar. Vamos a hacer algunos bombones de coco, es simple y rápido.
⎯ De acuerdo.
Cansada pero encantada con el nuevo desafío comenzó a preparar nuevas recetas y solo esperaba que la dueña de casa no se molestara por el cambio en el menú.
Estaba delicioso su chupete 🍭 🤣🤣 y lo quiere a toda costa, mismo si sus padres no le dan la bendición ( si fuera así 🤔) esperamos la boda 😉
Gracias mi Lola, hicieron mi tarde 🤣🤣