"El Misterio del Bosque Encantado" es una emocionante novela de aventuras que sigue a Lucas, un joven aventurero que, desafiando las advertencias de su pueblo, explora un bosque misterioso lleno de secretos. Tras encontrar una puerta oculta y enfrentarse a una criatura mítica, Lucas descubre que su destino está ligado a una espada ancestral y a un portal que lo transporta a un mundo desconocido. Allí, es recibido por un grupo de guerreros que lo guiarán en una nueva misión, mucho más peligrosa de lo que jamás imaginó. Esta es la historia de un viaje lleno de valor, misterio y descubrimientos.
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La Entrada Prohibida
Los días siguientes transcurrieron en un silencio lleno de tensión mientras Lucas, Mara y Torak avanzaban hacia el Templo de la Luz. La presencia de la oscuridad en Lucas había disminuido tras el enfrentamiento con la criatura sombría, pero no había desaparecido del todo. Se sentía como una sombra latente dentro de él, acechante, esperando el momento oportuno para reaparecer.
El camino hacia el templo se tornaba cada vez más complicado. El frío se volvía insoportable, y las montañas parecían extenderse eternamente hacia el cielo, sus picos ocultos entre densas nubes grises. Cada paso era más difícil que el anterior, pero la determinación del grupo no flaqueaba.
—Allí está —dijo Lucas finalmente, señalando un punto en la distancia.
A través de la nieve y la niebla, vieron la estructura imponente del Templo de la Luz, tallada en la roca de la montaña. Era mucho más grande de lo que habían imaginado. Enormes columnas se alzaban hacia el cielo, y la entrada, oscura y silenciosa, parecía un abismo que los invitaba a entrar. No había señales de vida, ni guardianes, ni ningún indicio de que alguien hubiera estado allí en siglos.
—Esto es más antiguo de lo que pensé —dijo Mara, observando los grabados en las columnas. Las runas brillaban débilmente, con un resplandor que parecía pulsar al ritmo de la energía mágica que envolvía el lugar—. ¿Qué crees que encontraremos ahí dentro?
Lucas no respondió de inmediato. Se sentía cada vez más cerca del poder que necesitaba para purificar la llave, pero también sentía una creciente sensación de peligro. El Templo de la Luz había sido creado para mantener a raya la oscuridad, pero algo en el aire le decía que las fuerzas dentro del templo no serían tan benévolas como el nombre sugería.
—Solo hay una manera de averiguarlo —dijo finalmente, ajustando su capa y avanzando hacia la entrada.
Torak desenfundó su espada, siempre precavido.
—No me gusta esto —gruñó—. Esto parece una trampa.
Mara se giró hacia él.
—No tenemos elección. Si no encontramos lo que buscamos aquí, la oscuridad acabará por consumirnos a todos.
Torak asintió, aunque su desconfianza seguía presente.
Cruzaron el umbral del templo con cautela. El interior era vasto y oscuro, con pasillos que parecían interminables. La luz del exterior apenas iluminaba los primeros metros de la entrada, y más allá, la oscuridad reinaba. Sin embargo, las paredes estaban decoradas con antiguos grabados y símbolos que brillaban débilmente, como si algún tipo de energía mística fluyera a través de las piedras.
Lucas sintió una extraña calma al entrar, como si una parte de él supiera que estaba en el lugar correcto. La llave dentro de su ser reaccionaba al templo, vibrando levemente, indicándole que avanzara.
—Este lugar es inmenso —comentó Mara, observando los corredores que se extendían a ambos lados.
—Debemos seguir adelante —dijo Lucas, guiado por una sensación interna—. Lo que buscamos está en el corazón del templo.
Mientras avanzaban, comenzaron a escuchar un murmullo bajo, casi imperceptible. Las voces eran tenues, susurros que parecían provenir de las mismas paredes, como si las antiguas piedras estuvieran llenas de secretos. Torak y Mara intercambiaron miradas de preocupación, pero Lucas no se detuvo. Sabía que las voces no eran una amenaza, sino parte del misterio del templo.
Finalmente, llegaron a una gran sala central. Era enorme, con techos altos y columnas que se perdían en las sombras. En el centro de la sala, una luz brillaba tenuemente, proveniente de un pedestal que se alzaba sobre una plataforma circular.
—Ahí está —dijo Lucas, con voz ronca—. Eso es lo que buscamos.
Se acercó al pedestal, cauteloso pero decidido. La luz que emanaba del objeto sobre el pedestal era pura y cálida, como el sol de la mañana. Parecía una fuente de energía inagotable, la contraparte perfecta de la oscuridad que había dentro de él.
—La fuente de la luz —murmuró Mara, maravillada—. Nunca pensé que algo así realmente existiera.
—Esto debe ser lo que puede purificar la llave —dijo Lucas, extendiendo una mano hacia el pedestal.
Sin embargo, antes de que pudiera tocar la luz, una fuerza invisible lo detuvo en seco. Un poderoso campo de energía lo rodeaba, impidiéndole avanzar. La luz, aunque brillante, estaba protegida por una barrera invisible que ninguno de ellos había notado antes.
—¿Qué es esto? —preguntó Torak, golpeando la barrera con su espada, que rebotó sin causar el menor impacto—. ¿Por qué no podemos pasar?
De repente, una voz profunda resonó en la sala, clara y potente, como el trueno.
—No puedes tocar la luz sin pagar el precio.
Lucas, Mara y Torak giraron en dirección a la voz, y en la penumbra, vieron aparecer una figura. Era un hombre de aspecto imponente, vestido con ropajes antiguos, su rostro oculto bajo una capucha. Sus ojos brillaban con una luz dorada, como si fueran una extensión de la propia energía del templo.
—¿Quién eres? —preguntó Lucas, dando un paso hacia él.
—Soy el Guardián del Templo de la Luz —respondió el hombre—. Durante siglos, he protegido este lugar y su poder. Nadie puede acceder a la fuente sin demostrar que es digno.
Lucas apretó los puños, sabiendo que esto no sería sencillo.
—Necesito esa luz —dijo—. Llevo la llave dentro de mí, la única que puede mantener la oscuridad sellada. Si no la purifico, el mundo entero estará en peligro.
El Guardián lo observó en silencio durante unos instantes, como si estuviera evaluándolo. Finalmente, asintió lentamente.
—Eso lo sé, joven portador de la llave. Pero la purificación de la luz no es un regalo que se otorga a la ligera. Hay un precio que debes pagar.
Lucas tragó saliva, con el corazón acelerado.
—¿Qué precio?
El Guardián avanzó lentamente hacia el pedestal, sus pasos resonando en la sala vacía.
—La oscuridad y la luz están ligadas de maneras que no comprendes. Para purificar la llave, debes renunciar a una parte de ti. Algo que valoras profundamente. La luz que buscas puede limpiar la oscuridad, pero también tomará de ti aquello que consideras más preciado.
Lucas sintió un nudo en el estómago. Sabía que lo que el Guardián decía era cierto. El poder de la luz no vendría sin un sacrificio.
—¿Qué debo sacrificar? —preguntó, aunque ya temía la respuesta.
El Guardián lo miró fijamente, sus ojos dorados brillando intensamente.
—Eso solo tú puedes saberlo. La luz revelará el precio cuando estés listo para aceptarlo.
Lucas miró la luz que brillaba en el pedestal, sintiendo su calidez, pero también su peligro. Sabía que la decisión que estaba por tomar cambiaría su vida para siempre. ¿Podría sacrificar lo más importante para él por el bien del mundo?
El silencio se apoderó de la sala mientras Lucas meditaba su siguiente paso.