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Cruel Esposo Déjame Ir

Cruel Esposo Déjame Ir

Status: Terminada
Genre:Matrimonio arreglado / Síndrome de Estocolmo / Ascenso de clase social / Completas
Popularitas:5.7k
Nilai: 5
nombre de autor: Miry - C

Luisa escapó de un matrimonio arreglado, pero su prometido la encontró, la llevó de regreso a Grecia y la obligó a contraer matrimonio, sobre todo, a darle un hijo, porque de lo contrario, la herencia familiar pasaría a manos de fundaciones, y Francesco Nikolauo, no estaba dispuesto a perderla.
En un país que ya no siente suyo, encerrada en las cuatros paredes de una mansión, mientras su abuela está en el calabozo, Luisa le súplica a su cruel esposo, la dejé en libertad, pero él, firme en su posición le propone.
"Libertad a cambio de que seas mía, y me des un hijo".

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Capítulo 16

—Me pareció bien que lo sacara a dar un recorrido, yo lo habría hecho, Pero tengo mucho trabajo.

—La señorita Petrucci también podía haberlo hecho, pero usted no le permitió el ingreso.

—Me echó de su casa sin dejarme hablar contigo, de alguna forma debía cobrármela ¿No crees? —Luisa lardeó la cabeza y, Francesco mostró una pizca de malicia en su sonrisa— Pero si no quieres que esto vuelva a suceder y tu amiga este cerca de él, ya sabes lo que tiene que hacer.

Dicho eso, Francesco se alejó.

Luisa regresó a casa de Eliane, subió a su habitación y se lanzó sobre la cama, su cuerpo hundiéndose en el colchón suave y acogedor. Con un gesto instintivo, sus manos se posaron sobre su vientre, aún plano, pero albergando una vida que crecía lentamente en su interior.

Por varios minutos, permaneció inmóvil, simplemente disfrutando de la sensación de sentir aquella pequeña semilla de vida que había sido plantada en ella. Una mezcla de emociones la embargaba, un torbellino de alegría, incertidumbre y una profunda conexión con aquel ser que estaba por llegar.

Luisa se mordió el labio inferior, preguntándose cómo reaccionarían su abuela y Eliane ante la noticia de regresar con Francesco a Grecia. Sabía que no sería fácil, que habría preguntas incluso desaprobación.

Con un suspiro, se volteó de lado, acurrucándose entre las suaves sábanas. Su mente vagaba por los recuerdos de las últimas semanas, desde el momento en que Francesco le había pedido que se convirtiera en su esposa. Al principio, había estado asustada, ante la idea de unir su vida un hombre que no amaba, si bien era apuesto y encantador, también era un demonio cuando se lo proponía.

Sin embargo, con el paso de las semanas, Luisa había empezado a ver un lado de Francesco que pocos conocían. Debajo de esa fachada de hombre cruel, se escondía un ser sensible y atento, alguien que, por el lado bueno, podía ser más que un caballero.

Pero ¿En qué estaba pensando? Ese hombre no tenía nada de caballero, siempre la amedrantó para conseguir lo que quería. Primero le mintió diciendo que la ayudaría a tener poder, le ocultó lo del embarazo, luego apartó a su abuela para obligarla a inseminarse. Ahora se aprovechaba de la situación de Eliane, para llevarla de regreso a Italia.

Con cuidado, se sentó en la cama, apoyando la espalda contra el respaldo. Sus ojos se posaron en la ventana, observando cómo la luz del atardecer se filtraba a través de las cortinas, bañando la habitación con un suave resplandor dorado.

Lentamente, Luisa deslizó una mano bajo su blusa, acariciando la piel plana de su vientre. Cerró los ojos, imaginando cómo sería sentir a su bebé moviéndose dentro de ella, creciendo y desarrollándose con cada día que pasara, incluso, imaginó como se sentiría cuando las manos de Francesco la tocaran, solo de pensar en eso, un corrientazo recorrió en su vientre. La idea la llenaba de temor y una sensación muy extraña.

Con un suspiro, se incorporó y se puso de pie, comenzando a caminar de un lado a otro de la habitación. Sabía que debía hablar con su abuela y con Eliane, compartir con ellas esta noticia. Luisa se detuvo frente a la ventana, observando el mundo exterior. La idea de viajar a Grecia con Francesco la aterraba, estaría sola con él, absolutamente sola, sin su abuela, sin Eliane que eran las que le hacían sentir segura.

Soltando un suspiro fue a su vestidor, empezó a empacar sus cosas, entre ella las prendas de bebé que había comprado con Eliane. Tenía que irse antes de que esta llegara, porque de lo contrario no la dejaría salir. La conocía muy bien y, sabía que antes de permitir que se sacrificara por ella, preferiría reprimir.

Luisa guardó absolutamente todo. Dándole un último vistazo a la habitación salió, bajo con cautela las gradas sin hacer mucho esfuerzo. Dejó la maleta en la entrada, seguido fue a la alberca donde se encontraba su abuela leyendo un libro. La anciana retiró los lentes y dejó el libro a un lado—No sabía que habías llegado.

—Llegué hace un momento y, ya me voy.

—¿Vas a volver a salir? —Luisa asintió— ¿A dónde vas?

—Iré a casa de mi esposo —aquella respuesta hizo que Alondra frunciera el ceño— Regresaré a Grecia con Francesco.

—¡Pero! ¡¿Qué estás diciendo?! —se alteró— Esto es una broma ¿Verdad? —Luisa negó.

—No es una broma —Alondra llevó las manos a su cabeza cuando Luisa dijo— Quiero estar con el padre de mi hijo.

—No, esto tiene que ser una broma, tú más que nadie quería escapar de ese lugar.

—Eso era cuando no estaba embarazada y, cuando no conocía bien a Francesco.

—¿Qué tratas de decir con eso? ¿A qué te refieres cuando dices que no conocías bien a ese hombre? —Luisa suspiró, porque no sabía si era verdad o mentira lo que iba a decir, pero desde que Francesco empezó a mostrar más atención por ella, una chispa de no sé qué se había encendido en ella.

—No es la persona que parece, solo sigue al pie de la letra lo que su abuelo estipuló.

—Tú ¿Estás defendiendo a ese hombre? —Luisa tragó grueso— ¿Es eso?

—Solo veo la perspectiva real —suspiró profundo y dijo para que su abuela se calmara—. Espero un hijo suyo, mi hijo será el heredero, debo permanecer a su lado —Alondra quiso hablar, pero Luisa no la dejó—, además, quiero estar a su lado, creo que, mejor dicho, quiero formar una familia con él, y la voy a formar.

—No, no puedo creerlo —era incapaz de creer que su nieta estuviera pensando aquello.

—Abuela, crecí sin una figura paterna y, no quiero que mi hijo crezca igual, además, Francesco no permitirá que me quede con el bebé salvo que tenga una buena relación con él y, para estar junto a mi hijo luego de que nazca, debo empezar a trabajar desde ahora.

—¿Te está chantajeando?

—No, abuelo. no hay ningún chantaje de por medio, es mi decisión, es lo que quiero para mi futuro, estar junto a Francesco Nikolauo, y así lo haré. Solo vine a decírtelo, para que no te preocupes por mí.

—¿Crees que te voy a dejar ir sola? No, no voy a hacer eso.

—No te necesito abuela —aquello golpeó el corazón de Alondra— Eliane te necesita más. Quédate a hacerle compañía, cuida de ella, yo estaré bien, te esteré llamando cada día.

—Cariño… no hagas esto.

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Martha Ordoñez
interesantes los capítulos que eleido bendiciones
Karina Vazquez Gonzalez
una historia fascinante que desde el.primer capítulo nos llevaste ala imaginación de cada capítulo escritora muchas felicidades gran historia
Karina Vazquez Gonzalez
una historia que leí desde el.primer capítulo y esta llena de retos adversidades intrigas prejuicios emociones encontradas pero sobre todo encontraron el amor verdadero puro..y supieron afrontar las consecuencias de sus actos para ser felices..
gran historia .muchas felicidades escritora
Gloriab Gimenez
Luisa sufre y el no la tiene encuenta para nada
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