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Entre Las Páginas Del Destino

Entre Las Páginas Del Destino

Status: En proceso
Genre:Espadas y magia / Romance / Viaje a un mundo de fantasía / Yaoi / Aventura / Fantasía LGBT
Popularitas:2.1k
Nilai: 5
nombre de autor: Shion Miller

Cleoh era solo un nombre perdido en una línea secundaria de una novela que creyó haber olvidado. Un personaje sin voz, adoptado por una familia noble como sustituto de una hija muerta.

Pero cuando despierta en el cuerpo de ese mismo Cleoh, dentro del mundo ficticio que alguna vez leyó, comprende que ya no es un lector… sino una pieza más en una historia que no le pertenece.

Sin embargo, todo cambia el día que conoce a Yoneil Vester: el distante y elegante tercer candidato al trono imperial, que renunció a la sucesión por razones que nadie comprende.

Yoneil no busca poder.
Cleoh no busca protagonismo.
Pero en medio de intrigas cortesanas, memorias borrosas y secretos escritos en tinta invisible, ambos se encontrarán el uno en el otro.

¿Y si el destino no estaba escrito en las páginas del libro… sino en los espacios en blanco?

NovelToon tiene autorización de Shion Miller para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

CAPÍTULO 16

La noche previa a la llegada de Eloy, la mansión dormía bajo la luz pálida de una luna velada.

Cleoh permanecía sentado junto a la ventana de su habitación, con las cortinas apenas entornadas, permitiendo que la brisa fría del invierno deslizara sus dedos helados sobre su piel.

El vidrio, empañado en los bordes, dejaba ver solo un jardín cubierto de sombras.

La noche era húmeda, silenciosa… expectante, como si contuviera un presagio.

Sobre la mesa reposaban varios libros abiertos —crónicas antiguas, registros militares, tratados sobre la Guardia Real y compilaciones de historia imperial— todos marcados con cintas y anotaciones recientes.

Pero hacía rato que Cleoh había dejado de leer.

Las palabras, confundidas con sus pensamientos, se deshacían antes de cobrar forma.

Su mirada seguía atrapada en el jardín escarchado.

Eloy regresaría al amanecer.

Y, sin embargo, lo más desconcertante era lo poco que recordaba de él.

Aunque la mayoría de los recuerdos de Cleoh habían regresado días atrás, Noah había confirmado que no quedaban trazos nítidos de Eloy en aquella memoria ajena. Por más que buscara entre los restos fragmentados de la vida del verdadero Cleoh, lo único que encontraba eran luces borrosas, voces distantes, emociones sin dueño.

Probablemente, nunca habían tenido una relación cercana.

Cinco años separados eran tiempo más que suficiente para convertir la familiaridad en silencio… y el silencio en olvido.

Ni siquiera era capaz de reconstruir su rostro.

Aquella incapacidad —tan simple, tan absurda— terminaba oprimiéndole el pecho.

Necesitaba aire.

Se levantó con suavidad, cuidando que el crujido del suelo de madera no despertara a nadie.

No tomó abrigo; solo se cubrió con un chal ligero que descansaba sobre una silla.

Con pasos cautelosos descendió las escaleras sumidas en penumbra.

La mansión entera parecía contener su propio aliento, como si también esperara el amanecer.

Al llegar a la puerta trasera, la abrió lo justo para escabullirse hacia el exterior.

No nevaba, el cielo era un manto gris plateado, y la escarcha tejía un velo casi etéreo sobre la hierba y los setos adormecidos. El aire frío lo recibió como un latigazo seco que despejó la bruma de su mente.

Cleoh avanzó entre los arbustos inmóviles, dejando que el silencio nocturno se posara sobre él. Allí, bajo la luna invernal, lejos de las paredes que más que protegerlo lo oprimían, intentó ordenar el tumulto que lo atravesaba.

Mañana conocería —o volvería a conocer— a Eloy Caisent.

Y por primera vez en horas, respiró hondo.

Una exhalación lenta, helada, que parecía arrastrar consigo parte de la ansiedad que lo cercaba.

La escarcha crujió bajo sus pies cuando Cleoh se internó un poco más en el jardín. El aire tenía ese filo cortante que adormecía los dedos y enrojecía la punta de la nariz, pero aun así él avanzaba, respirando hondo, dejando que el frío limpiara la maraña de pensamientos que lo perseguía.

Fue entonces cuando percibió una presencia.

Alzó la vista, y a unos metros, entre la sombra alta de un ciprés y el brillo azulino de la luna, un hombre estaba de pie. Inmóvil, como si llevara allí demasiado tiempo o como si acabara de materializarse desde la oscuridad misma. Su figura era alta, recta, y la luz plateada delineaba los bordes de su capa, todavía húmeda por el rocío.

Cleoh se detuvo. No esperaba encontrar a nadie a esas horas.

El hombre levantó ligeramente el rostro, sus ojos —demasiado tranquilos, demasiado atentos— fijándose en los de Cleoh. No había hostilidad en su mirada, pero sí un tipo de silencio que pesaba.

«Debe ser uno de los guardias nocturnos», pensó Cleoh, aunque había algo en su porte que no encajaba del todo con esa idea.

Durante unos segundos, ninguno de los dos habló. Solo se estudiaron desde la distancia, respiraciones mezclándose con el aliento blanco del invierno.

Finalmente, el hombre comenzó a caminar hacia él. Sus pasos eran lentos, medidos, como si se acercara con cuidado a algo frágil.

—¿Qué haces aquí afuera? —preguntó con una voz profunda, su tono era informal, casi descuidado, distante de la rigidez que Cleoh esperaba de un guardia.

El joven parpadeó, sorprendido por la manera en que se le dirigía.

—Ah… solo estaba dando un paseo —respondió con suavidad

—No podía dormir.

El hombre no respondió de inmediato., lo observó, no con descaro, sino con una especie de detenida evaluación, como si buscara algo en su rostro… y no lo encontrara.

Cleoh se sintió ligeramente incómodo.

«¿Por qué me mira así…?»

Entonces, lentamente, casi con un gesto que revelaba más intimidad de la que debería existir entre dos desconocidos, el hombre se desabrochó la capa oscura que llevaba puesta.

Cleoh apenas tuvo tiempo de reaccionar cuando la prenda fue colocada sobre sus hombros con suavidad.

Cleoh alzó la vista, sorprendido.

—Se va a enfriar si—

Pero el hombre ya había dado un paso atrás, no dijo nada, no explicó nada. Solo lo miró una última vez, como si grabara su imagen en algún rincón profundo, y luego se giró, perdiéndose entre los árboles con el mismo silencio con el que había aparecido.

Cleoh se quedó allí, envuelto en una capa demasiado grande, sin comprender del todo lo que acababan de ocurrir.

...**********...

El amanecer llegó sin anunciarse con colores cálidos. Fue más bien una claridad fría, azulada, que se filtró lentamente entre las nubes densas del invierno. La mansión se despertó con un murmullo contenido: pasos apresurados en los pasillos, puertas que se abrían y cerraban, voces bajas de los sirvientes preparando la recepción.

Cleoh había dormido apenas unas horas. Al despertar, encontró la capa doblada con cuidado sobre la silla, como si la hubiera colocado allí otro que no él, la miró largo rato antes de vestirse.

«Solo fue un guardia», se dijo

Bajó al vestíbulo principal cuando el reloj marcó el momento exacto en que la comitiva debía llegar.

El duque ya se encontraba allí, firme y silencioso, con su porte imponente. A su lado, varios capitanes del ducado conversaban en voz baja. La duquesa sostenía un pañuelo contra su pecho, nerviosa y emocionada.

Cleoh se se acercó a ellos y se posicionó al lado de la duquesa silenciosamente.

Las enormes puertas se abrieron de par en par cuando el sonido de cascos resonó en el patio central.

Tres caballos avanzaron entre la bruma matinal. Dos eran montados por caballeros del ducado; el tercero, por el hombre que lideraba la marcha.

Eloy Caisent.

Bajó del caballo con un movimiento limpio y seguro. Su capa ondeó apenas con el viento. Sus botas resonaron contra el piso de piedra. Su postura, sin pretenderlo, imponía un respeto instintivo.

Sus ojos, eran lo que más destacaban, invernales, quietos, con un brillo duro que no era agresivo, pero sí distante.

Cleoh sintió cómo el pulso se le aceleraba sin razón aparente.

«Anoche…»

La duquesa fue la primera en moverse, casi corriendo hacia él, su voz quebrándose en un susurro:

—Eloy…

Él se detuvo, y por primera vez la dureza de su expresión se suavizó. La abrazó, con un gesto que era al mismo tiempo gentil y contenido, como si midiera su propia fuerza.

Eloy avanzó unos pasos hasta quedar frente al duque. Bajó la cabeza en señal de respeto.

—Mi señor.

—Bienvenido a casa —respondió el duque, con ese tono grave que no revelaba emociones, aunque sus ojos sí escondían un leve alivio.

Los capitanes se acercaron a saludarlo, uno tras otro, mientras los sirvientes se movían alrededor descargando equipaje y atendiendo a los caballos.

Fue entonces cuando Eloy levantó ligeramente la vista… y sus ojos se encontraron con los de Cleoh.

Fue solo un instante, un segundo tan breve que cualquier otro lo habría pasado por alto.

Pero Cleoh sintió cómo el aire frío se estancaba en su garganta.

Eloy no mostró sorpresa, tampoco molestia, solo una disimulada pausa, una sombra que cruzó sus ojos, demasiado rápida, demasiado tenue para interpretarse.

Después, apartó la mirada como si nada.

Cleoh bajó la suya al instante, sin entender por qué aquel brevísimo cruce lo había dejado inquieto. El corazón le latía con un ritmo irregular, como si algo dentro de él hubiera reconocido una silueta que su memoria no retenía.

Mientras los caballeros guiaban a Eloy hacia el interior del ducado, las puertas volvieron a cerrarse tras ellos con un eco suave.

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Arin Wang
🥰
Shian Leen
muy buena historia, estaré esperando más capítulos
Lex
Me encanta💕
Lenn
me encanta
BodySnatcher
Me encanta como escribes, me hace sentir parte de la historia. Espero poder seguir leyendo más de tus obras.
Shoot2Kill
más capítulos porfavor
Zorro Rojo
Muy buena historia🎉✨ a mi me gustó hasta ahora, y quería saber si podrías leer alguna de las mías y darme tu opinión 😅
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