Odette, Aurora Y Dafne, Las Mejores Amigas

Tiempo después...

Monterrey. N. L.

Ese día Odette estaba comiendo con su madre y su padre y su hermano cuando de pronto sonó el teléfono de su casa.

Vanessa fue a contestar de inmediato.

Odette, es para ti la llamada, de un tal Azael.

Mamá, no conozco a nadie con ese nombre.

Ya habían pasado alrededor de 3 meses y Odette no se acordaba para nada de ese chico.

¿Que no es el muchacho que se presentó en la iglesia, el día de tu graduación?, le dijo Vanessa.

Entonces, una luz iluminó la mente de Odette y se paró como un resorte.

¡Azael!, y fue corriendo al teléfono.

Al pasar a un lado de Vanessa esta le dijo: si te invita a salir dile que sí, no puedes permanecer tanto tiempo sufriendo por amor.

Odette no dijo nada y contestó el teléfono.

¿Azael?, ¿cómo diste con mi teléfono?, preguntó Odette con una mezcla de ilusión, amor y esperanza.

Pues ya ves, el interés tiene pies; ¿a poco creías que te ibas a librar de mí?, te invito a salir, ¿qué dices?

Odette volteó a ver a su madre y ella le hizo una seña con la cabeza en señal de que sí.

Sí, está bien, ¿cuándo quieres que nos veamos y dónde?

¿Te parece bien si nos vemos mañana en Tapia y Guerrero, a la una?, dijo Azael, su voz sonaba como música para los oídos de Odette.

El solo escucharlo hacía que su sangre corriera por sus venas, y en su cuerpo empezó a sentir como un hormigueo.

Odette no creía que ese chico que había dejado de ver hacía como tres meses se acordara de ella y la buscara no supo cómo, pero había dado con su número de teléfono (antes había de esos teléfonos de rosca).

Odette, ¿estás ahí?, se oyó del otro lado de la línea.

¿Eh?, sí, está bien, hasta mañana entonces.

Odette estaba muy ilusionada por volver a ver a Azael. Esa idea le atenazaba el corazón. Sentía que el amor renacía con más fuerza en Azael. Javier pasó a segundo lugar, ya no se sentía tan adolorida por él. Ahora Azael llenaba el hueco que había dejado Javier.

En el trabajo se habían dado cuenta del gran cambio en Odette. Se le veía diferente.

Un cambio se veía reflejado en su semblante.

¡Estaba enamorada!

.

.

Guadalajara, Jalisco...

Aurora estaba trabajando sola en la agencia de publicidad porque su novio había ido a la cita con Isabel.

Habían acordado verse en un pequeño restaurante para poder hablar del tema.

¿Y bien?, ¿qué es lo que se le ofrece?, dijo Rolando muy decente y educado.

Ay, pero no me hables de usted tenemos casi la misma edad. Soy Isabel.

Lo siento, pero no acostumbro a tutear a mis clientes es por respeto, usted sabe.

Gracias, eres muy atento y educado.

Entonces, ¿me va a decir qué es lo que se le ofrece, señorita Isabel?

Está bien, iré al grano, mi novio y yo estamos poniendo una joyería, y necesitamos que nos haga un anuncio que diga exactamente lo que queremos.

Y, ¿qué es exactamente lo que quiere?

Isabel le estaba explicando todo mientras que Rolando la observaba, la chica era verdaderamente muy atractiva.

Inmediatamente, deshizo esos pensamientos en su cabeza y se concentró en lo que hablaba Isabel.

Ella, consciente de la gran admiración que despertaba en Rolando se contoneaba y hacía todo lo posible por llamar su atención.

Tenía un vestido muy ajustado a su cuerpo y un gran escote que dejaba ver parte de sus senos redondos y duros.

Su vestido también dejaba al descubierto unas piernas bien torneadas y hermosas.

Rolando trataba de no demostrar mucho interés en ella, su corazón estaba ocupado por Aurora.

Entonces, quiero que me hagas ese anuncio no importa lo que cueste yo te voy a pagar hasta el último centavo.

Eso lo pudo haber hablado en el local no veo la relación de salir a comer juntos para eso.

Discúlpame, dijo Isabel, pero la actitud de tu novia o esposa o lo que sea me puso nerviosa por eso no quería hablar delante de ella.

Señorita, no juzgue mal a mi novia. Ella es así, pero le aseguro que es una persona muy eficiente y amable, dijo Rolando tratando de defender a su novia.

Pues a mí me ha parecido lo contrario y no estoy dispuesta a tratar con ella y dime si me vas a hacer el trabajo si no para buscar a otra persona.

No se preocupe, señorita, sí le voy a hacer su trabajo, pero es necesario que trate con mi novia también, ella es la que se encarga de hacer todos los contratos.

Lo siento, no estoy dispuesta a tratar con ella, y si me disculpas tengo que irme.

¿Entonces?, le dijo Rolando.

Yo te hablaré, necesito hablarlo con mi novio.

Bueno, pues estamos a sus órdenes.

¿Me vas a dejar a mi casa o prefieres que me vaya en taxi?, dijo ella muy seductora.

La dejaré a su casa.

Rolando no perdió su caballerosidad en ningún momento.

La fue a dejar a su casa, ella lo invitó a pasar, pero él se negó aduciendo que tenía mucho trabajo pendiente.

Bueno, será otro día. Hasta pronto.

Rolando solo la observó hasta que se metió a su casa. Y después partió hacia su negocio.

En cuanto Aurora lo vio llegar corrió a abrazarlo. Mi amor, al fin llegas.

Lo siento, pero era mucho lo que tenía que decirme esa mujer.

Y, ¿en qué quedaron pues?

Ella me va a hablar para decirme exactamente lo que quiere va a poner una joyería con su novio.

¿Le dijiste que tratara conmigo los contratos?

Sí, pero al parecer ella está enojada contigo por el mal trato que le has dado.

¿El mal trato que le he dado, dices?

Bueno, eso fue lo que ella dijo, pero yo la verdad no creo que eso sea posible, tú eres mejor que el pan caliente.

¿Cómo, me comparas con un pan?

Pues sí, un pan con café es lo más sabroso que hay y tú eres mejor que eso.

Aurora se acercó a él y ambos unieron sus labios en un gran beso.

Gracias por decirme eso, mi amor. Eres el mejor hombre que he conocido.

Y tú la mejor mujer.

Rolando cerró el negocio y la llevó a la trastienda, pero en el momento en que él iba a quitarle la ropa, ella, inmediatamente lo detuvo.

Pero, ¿por qué, mi amor?, eres mi novia y te amo.

Aún no estoy preparada para eso. Además, no quiero hacer esto sin estar casada.

Mi amor, pero hoy en día la mayoría no se casa, solo viven juntos y eso es lo que hacemos nosotros, vivir juntos.

Rolando, no vivimos juntos, trabajamos juntos que no es lo mismo yo vivo aún con mis padres.

Por favor, mi amor, deja tu niñerías para otra ocasión.

Rolando, ¿por qué me hablas así?, es la primera vez que me dices esas cosas.

Sí, tienes razón, perdón, me exalté no volverá a pasar.

El día transcurrió sin mayor incidente y la hora de cerrar se había llegado.