Lissa Rosette una joven doctora del siglo XXI cae en coma después de salvar a una niña de ser atropella por un camión. Sin saberlo queda atrapa en una de las mejores novelas de harén inverso y erotismo escrita por su autora favorita. Ahora Lissa es Eyra una extra que muere cuando el príncipe heredero del reino de Eldoria se aburre de ella, al fijar sus ojos en la dulce protagonista. Pero ahora Lissa siendo Eyra cambiará su destino, se vengara del príncipe que jugo con ella como si fuera un objeto y de la protagonista que no le importo arruinar las vidas de las demás para su lograr sus objetivos. Todo esto antes de que la maldición que posee el cuerpo de Eyra la mate. ¿Lograra Lissa cumplir sus objetivos?
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Capítulo 16
Eyra pidió un permiso a la Academia para volver a su hogar y llevar consigo la cura. La primera persona en quien debía ser usada era Thyra. Todo lo que había hecho, lo había hecho por ella. Pero los dos profesores que supervisaron el proceso se negaron, alegando que lo mejor era producirla en masa y comercializarla. Eyra, por supuesto, se negó. Sabía perfectamente que si la cura salía al mercado, la venderían por una fortuna que solo los nobles podrían pagar.
—El joven Greenwood y yo fuimos los creadores de la cura. Nos pasamos meses investigando. Y fuimos nosotros quienes, sin ayuda de nadie, nos arriesgamos a buscar los ingredientes —Eyra se acercó a los profesores con semblante serio y mirada fría, haciendo que un escalofrío recorriera sus cuerpos—. Ninguno de ustedes, por su ambición, va a hacer con ella lo que quiera.
Se plantó con determinación frente al director.
—O me dejan regresar a Eldoria… o pueden olvidarse de la cura.
—Olvida un pequeño detalle, señorita Rosenberg —dijo con cinismo uno de los profesores—. Nosotros vimos todo el proceso, sabemos cuáles son los ingredientes. No la necesitamos para producirla en masa.
Eyra soltó una risa desquiciada que resonó en todo el despacho. El aire se volvió denso. Los presentes sintieron miedo.
—Adelante entonces. Creen la cura en masa sin mí. Pero yo me regreso a Eldoria.
—Si sale por esas puertas, olvídese de volver a la Academia —dijo el director con voz firme.
Eyra lo miró con seriedad.
—Ambos sabemos que no puede hacer eso.
—Sí que puedo. Soy el director. Y le digo que si abandona la Academia en estos momentos, será expulsada definitivamente.
—Pues que así sea.
Y sin más, se dio la vuelta y salió de aquella oficina. Si esos hombres querían replicar la cura, que lo intentaran. Más adelante descubrirían que sin ella… no había cura.
Lo que ninguno de ellos sabía era que la mezcla alquímica, por sí sola, no bastaba. Eyra había creado un hechizo completamente nuevo, nacido de su estudio, intuición y vínculo con su magia de bruja. Lo pronunció en la lengua antigua de Lysarien durante el ritual bajo la luna, y ese conjuro —único en su tipo— era el verdadero catalizador de la cura. Sin él, la fórmula era solo una mezcla inerte. Nadie más conocía ese hechizo, ni podría replicarlo. Era suyo, y solo suyo.
El viaje de regreso a Eldoria duró cinco días. Eyra se mantuvo firme en su decisión. No sentía arrepentimientos con respecto a su decisión. Al llegar a la mansión, Miranda la recibió con una sonrisa. Estaba informada de todo gracias a las cartas que Eyra enviaba con frecuencia.
Miranda condujo a Eyra hasta los aposentos de la Madame. Al entrar, la mujer se encontraba sentada tras su escritorio, revisando documentos.
—Es que nunca paras de trabajar, anciana —comentó Eyra, deteniéndose frente al escritorio—. Aunque debo admitir que verte trabajando es mejor que verte postrada en una cama.
—Hace falta más que una maldita enfermedad para tenerme en cama —respondió Thyra, levantándose y acercándose—. Es bueno verte de nuevo, aunque sea en estas circunstancias.
Eyra le pidió que se sentara en la cama. Quería hacerle una revisión. Le preguntó si había seguido el tratamiento, y la mujer confirmó que sí. Al terminar, Eyra sonrió. La enfermedad no había pasado de la etapa dos. Eso era bueno. No sabía hasta qué punto la cura podía sanar.
Sacó el frasco de líquido plateado. Thyra no entendía qué estaba pasando. Eyra le había pedido a Miranda que no mencionara nada. Quería que fuera una sorpresa.
—Bébelo —dijo Eyra, entregándole el frasco.
Thyra lo hizo. Segundos después, comenzó a toser sangre. Eyra se asustó, pero se mantuvo firme. Tenía esperanza de que la cura que había desarrollado funcionaría. Después de unos segundos la mujer tosió una plasta negra y viscosa… y luego se desmayó.
Cuando recobró la conciencia, ya era de noche. A su lado estaban Eyra, Miranda y todas las chicas de la Casa de las Musas. Thyra se sentó despacio. Eyra la revisó por rutina, aunque el cambio era evidente.
—Aún no estás del todo bien. Necesitas otra dosis. Estuviste enferma durante años —dijo Eyra, poniéndose de pie—. Pero es un placer decirte que ya no vas a morir. Vivirás más tiempo.
Thyra la abrazó con fuerza. Eyra le devolvió el abrazo, sorprendida. La mujer frente a ella no solía mostrar afecto muy seguido. Al separarse, Thyra tomó sus manos con ojos llorosos.
—Gracias por cumplir tu promesa. Gracias por salvarme la vida.
Todas las chicas se inclinaron ante Eyra. Ella sonrió con lágrimas en los ojos. No solía expresar lo que sentía, pero esta vez no se contuvo. Lo había conseguido. Había curado a Thyra. Todo gracias a la unión de la magia y la ciencia.
Una semana después, con las muestras que Eyra había traído, logró crear cinco dosis más. La Madame fue curada por completo. En ese tiempo, Oliver le envió cartas informándole de lo sucedido en Cryovent. Los profesores y el director intentaron replicar la cura. La llevaron ante la familia real, pues el rey y el príncipe heredero padecían la misma enfermedad. Pero la cura no funcionó. Solo empeoró su estado. Fueron arrestados por intento de asesinato.
Eyra sonrió al terminar de leer la carta. Ahora entendía el ataque que había sufrido la mansión dos días antes.
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Unos mercenarios llegaron buscando a Eyra. Pero ella estaba en el pueblo. Quien los recibió fue Miranda, junto a los guardias. Los mercenarios exigieron que les entregaran a la niña de cabellos naranjas. Al ver que Miranda no respondía, se lanzaron al ataque.
Los guardias, aunque pocos, estaban bien entrenados. Varios mercenarios rodearon a Miranda, mirándola con lascivia.
—Vinimos por una niña, pero nos llevaremos un extra.
—Sí. Se llevarán un extra… para la muerte.
La tierra tembló. De ella emergieron tallos con espinas que envolvieron los cuerpos de los mercenarios, haciéndolos pedazos.
Miranda miró a los que quedaban vivos. Los atacó sin piedad. Los tallos acabaron con ellos. Lo último que vieron fue su mirada fría.
Eyra se enteró de lo sucedido al regresar. Quedó sorprendida al ver los cuerpos. Nunca imaginó que la dulce y gentil Miranda fuera tan fría… y despiadada.
carruaje se detuvo frente a las puertas del palacio real de Cryovent. Las torres de hielo se alzaban majestuosas bajo el cielo gris, y la nieve caía con una solemnidad que parecía guardar silencio ante lo que estaba por suceder. Eyra descendió con paso firme, su capa ondeando con el viento helado, su mirada fija en el destino que la esperaba.
La última carta de Oliver había sido clara. Tras la captura de los dos profesores y del ex director de la Academia, las torturas habían revelado la verdad: Eyra Rosenberg era la verdadera creadora de la cura. Oliver, citado por los reyes, no dudó en decirlo. Él solo había ayudado. El sanador que había estado presente en el ritual bajo la luna confirmó cada palabra.
Y así, los reyes enviaron una carta personal a Eyra, pidiéndole que regresara a Cryovent y tratara al rey Arcturus Glacian y al príncipe heredero Caelum.
Ahora, en una sala privada del palacio, Eyra se encontraba frente a ambos. Los revisó con precisión. La enfermedad había avanzado. Estaban en la etapa tres, al borde de la final. Sus cuerpos mostraban signos de necrosis mágica, y sus ojos, aunque aún lúcidos, comenzaban a perder brillo.
Sin perder tiempo, Eyra sacó de su bolso las cuatro dosis restantes de la cura. Les administró dos a cada uno. Tal como había ocurrido con Thyra, ambos comenzaron a toser sangre, luego expulsaron una plasta negra y viscosa… y finalmente se desmayaron.
La sala quedó en silencio.
Horas después, cuando ambos despertaron, Eyra les explicó que necesitarían dos dosis más para una recuperación completa. Dos días después, el rey y el príncipe estaban de pie, con la piel más clara, los ojos más vivos, y la magia fluyendo nuevamente por sus cuerpos.
En agradecimiento, el rey Arcturus y la reina Aurora la recibieron en el salón de audiencias. Eyra se presentó con la misma serenidad que la caracterizaba, sin buscar reverencias ni halagos.
—Nuestro reino es de alquimistas y científicos, y sin embargo ninguno en todos estos años logró hacer lo que tú —dijo el rey Arcturus con voz serena—. Queremos pedirte que crees más dosis de la cura para que sea distribuida y comercializada.
Eyra bebió de su té con calma, luego levantó la mirada.
—Crearé más dosis de la cura con tres condiciones.
Los reyes la miraron con atención.
—La primera: la cura no se venderá a precios altos. Y será suministrada de forma gratuita a todo plebeyo que no pueda pagarla y que sufra la enfermedad.
La reina Aurora asintió, interesada.
—La segunda: yo escogeré personalmente a las personas que me ayudarán a crear las dosis. Como se percataron, solo yo tengo el hechizo que actúa como catalizador. Sin él, la poción no funciona.
—Estaba esperando que llegaras a esa parte —dijo la reina Aurora, con una sonrisa—. Solo una poderosa bruja podría crear pociones que curan sin necesidad de magia directa. Y sobre todo, crear un hechizo que, combinado con alquimia, lograra sanar una plaga que ha atormentado Valdoria por tres siglos.
Eyra la miró con interés.
—Me lo imaginaba. El poder que emana de su cuerpo no es el de un mago ordinario ni de un portador de magia divina.
Terminó su té y sonrió.
—Me gustaría, si no es mucho pedir, que usted me instruyera.
La reina se sorprendió. No esperaba esa petición. Pero con una sonrisa cálida, aceptó.
—Será un honor compartir contigo lo que sé. Las brujas como nosotras no aparecen todos los días.
El rey intervino.
—¿Y cuál es tu tercera condición?
Eyra se puso de pie, con la mirada firme.
—Mi nombre no aparecerá como la creadora de la cura. Quiero que se mantenga en el anonimato. Quien dará la cara al público será una persona de mi confianza. Ella me representará.
El rey la observó en silencio. Luego se levantó, extendiéndole la mano.
—Sus razones tendrá, señorita Rosenberg, para querer que su nombre no sea revelado.
Eyra tomó su mano sin dudar.
—Entonces tenemos un acuerdo, joven bruja.
La verdad fuiste cruel con Adryel, él siempre te ha amado y tú sigues de rejega y llamándolo niño /Whimper/
También queremos el chisme de qué paso con Eyra 🤔
Porqué va a regresar verdad??
todo lo tenían bien planeado y los verdaderos héroes aún luchan por su vida y la del reino 😢😔
Ross y Eyra no importa si están heridas pero deben salir vivas de ahí 😰😢 esa vieja no puede salir victoriosa o ese mundo colapsara /Grievance//Whimper/
Eyra bajo la guardia, no hizo caso a su intuición /Whimper/ pero no toda la culpa es suya, nadie esperaba este ataque, esta vez la reina fue más astuta y fue a través de otros qué organizó esto. 🤬🤬🤬