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Hasta Que Nuestras Vidas Se Apaguen

Hasta Que Nuestras Vidas Se Apaguen

Status: En proceso
Genre:Amor a primera vista / Dominación / Malentendidos / Diferencia de edad / Pareja destinada / Casada con el millonario
Popularitas:43.4k
Nilai: 5
nombre de autor: Marîana Ibañéz

Alejandra quien a sus 5 años fue alejada de su padre por el echo de ser la hija de una empleada y nacida fuera del matrimonio. La quiso proteger de la humillación y del maltrato, la llevó a vivir a Colombia con su familia materna. La cuido y velo por ella desde la distancia sabiendo que era la hija de su gran amor. Después de 20 años creció como una hermosa mujer, educada y valiente. Una hermosa joya... quien será la presa de un delicioso hombre que la absorberá y amará hasta que sus vidas se apaguen.

NovelToon tiene autorización de Marîana Ibañéz para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

Libro.

— ¿Familiares de la señora Rosa? — Preguntó una voz firme en la sala.

Alejandra se puso de pie de inmediato, casi de un salto. Su corazón latía fuerte mientras caminaba hacia el médico que acababa de salir del área restringida. Tía May la siguió de cerca, en silencio.

— Soy su sobrina. — Dijo Alejandra, con ansiedad.

El médico la miró con expresión tranquila.

— Está estable, pueden respirar con calma. Los exámenes salieron bien y no hubo mayores complicaciones. Fue un episodio cardiaco leve, pero vamos a dejarla en observación por precaución. Más tarde, con los resultados completos, veremos si puede regresar a casa. — Alejandra asintió, soltando un suspiro que no sabía que tenía contenido en el pecho.

— ¿Puedo verla?

— Sí, claro. Habitación 214. Pero por favor, solo unos minutos, necesita descanso. — Cuando Alejandra empujó la puerta de la habitación, el golpe visual le sacudió el alma. Su tía Rosa estaba recostada en la cama, con cables saliendo de su pecho y una mascarilla que le ayudaba a respirar. Las máquinas marcaban signos vitales constantes, y el pitido suave del monitor era el único sonido dominante en la habitación.

Alejandra se acercó despacio, con los ojos vidriosos.

— Tía... — Susurró, inclinándose para tomarle la mano. — ¿Te duele algo? ¿Estás bien? ¿Puedo hacer algo? — La mujer abrió los ojos con esfuerzo, y al verla, esbozó una débil sonrisa.

— Estoy bien, hija. Tranquila. Ya pasó.

— ¿Segura? ¿No necesitas nada?

— Sí. Pero siéntate. — Dijo la mujer, con un tono más firme del que Alejandra esperaba. — Tenemos que hablar. Hay algo importante que debes saber. — Alejandra frunció el ceño, confundida.

— ¿Ahora?

— Ahora, Alejandra. — Insistió con una mirada que no admitía objeciones. — Lo que tengo que decirte no puede esperar. — Alejandra se sentó junto a la cama, tomándole la mano con suavidad. Su corazón aún no se calmaba del susto. Pero cuando su tía Rosa la miró a los ojos, algo en esa expresión le dijo que lo peor no había pasado.

— Tia Rosa... ¿Qué es eso tan urgente que tienes que decirme? — Preguntó con voz quebrada, preparándose para lo que fuera. La mujer suspiró hondo. Se acomodó con dificultad, como si necesitara energía para soltar lo que llevaba guardado.

— Esta mañana... cuando estaba en casa, me llegó un paquete. — Alejandra frunció el ceño.

— ¿Un paquete?

— Sí. Era un libro. Viejo, grueso... no tenía remitente visible, pero apenas lo abrí, supe de quién venía.

— ¿De quién? — Rosa apretó un poco más la mano de Alejandra, buscando sostén.

— De tu padre. — El silencio cayó como una losa en la habitación. Alejandra sintió que se le paralizaba la sangre.

— ¿Qué...? — Murmuró, apenas respirando.

— Ese hombre... después de tantos años. — Dijo con la voz temblorosa. — Quería hablar contigo. Reclamarte. El libro tenía una carta adentro. Una carta dirigida a ti, Alejandra.

— ¿Una carta? — Preguntó, incrédula.

— Sí. Pero antes de que pudiera decidir si debía dártela o no, empecé a leer... y fue como si el tiempo retrocediera. Fue demasiado. La presión se me subió, el corazón se me agitó. Y... bueno. Terminé aquí. — Alejandra se quedó en silencio por un momento, como si el mundo se hubiera detenido.

— ¿Dónde está ese libro? — Preguntó, más firme ahora.

— En casa. En el cajón del escritorio, donde guardo las cosas importantes. No quería que nadie más lo viera... pero es tuyo. Es tu historia. Tu verdad. — La joven se puso de pie, con los ojos húmedos, mirando a su tía con una mezcla de asombro, rabia contenida y miedo.

— ¿Por qué ahora? ¿Por qué él? — Rosa negó suavemente con la cabeza.

— No lo sé, hija. Pero creo que es momento de que sepas quién es. Él te está buscando, y no sé si eso es bueno o malo. Solo sé que ya no podemos ocultarte más nada. — La habitación tenía un silencio espeso, interrumpido solo por el leve pitido de los monitores. La tía Rosa tomó aire con dificultad y luego miró a Alejandra con una mezcla de ternura y solemnidad.

— Siéntate, por favor. — Le pidió, con la voz más seria que Alejandra recordaba haberle escuchado jamás.

La joven obedeció, aún desconcertada, sentándose al borde de la silla con el corazón encogido. Rosa giró la cabeza hacia un rincón de la habitación, donde tía May estaba de pie, los brazos cruzados, la expresión dura, como si quisiera evitar esa conversación a toda costa.

— Debes escucharlo. — Dijo Rosa, y esta vez no solo hablaba para Alejandra. May desvió la mirada, pero no dijo nada. Solo asintió, con los labios apretados.

— ¿Escuchar qué? ¿De qué están hablando? — Preguntó Alejandra, mirando de una a otra, sintiendo cómo la angustia le subía por la garganta.

— Durante toda tu vida — Empezó Rosa, con la voz quebrada, — Hicimos lo posible por darte amor. Por darte una vida tranquila. Y nunca te faltó nada esencial, ¿Verdad? — Alejandra negó lentamente, con el ceño fruncido. —Tu madre… era un recuerdo hermoso. Nosotras éramos tus madres. — Añadió Rosa, señalándose a sí misma y a May. — Siempre lo creímos así. Siempre lo sentimos así.

— Y lo siguen siendo. — Dijo Alejandra, con voz baja, casi temiendo romper algo frágil con sus palabras.

Rosa esbozó una sonrisa tenue, pero sus ojos se llenaron de lágrimas.

— Tu padre… nunca fue parte de este cuadro. No realmente. Estaba ausente. Solo mandaba una pequeña cantidad de dinero cada tanto. Como un trámite, como una obligación. — May intervino con voz seca, pero firme:

— Nunca le dimos más importancia de la que tenía. Y no creímos que valiera la pena hablarte de él. Estaba claro que no quería formar parte de tu vida.

— Hasta ahora. — Agregó Rosa con pesar. — No pensamos que aparecería. No después de tanto tiempo. No ahora, cuando ya eres una mujer. ¿Para qué?

— ¿Y qué quiere? — Preguntó Alejandra, sintiendo una mezcla de rabia y miedo.

— Reclamarte. — Dijo Rosa, bajando la mirada. — Con ese libro... con esa carta. Él quiere que sepas que existe. Que está vivo. Y que tiene algo que decir... — Alejandra se quedó paralizada. La sangre le bajó del rostro, como si cada palabra hubiera sido una puñalada lenta. Miró a tía Rosa, luego a tía May, como si esperara que todo fuera una broma de pésimo gusto, una confusión. Pero no. Ninguna de las dos la miraba con ligereza. Era real.

— No... — Musitó primero, apenas audible. Se levantó de golpe de la silla, alejándose un par de pasos de la cama, como si con eso pudiera alejarse también de la verdad. — No, no, no... — Repitió, negando con la cabeza, las manos temblándole. — ¡No quiero saber nada de ese hombre! — Rosa intentó hablar, pero Alejandra levantó una mano, frenándola. Su voz se quebró, temblorosa, dolida, pero firme: — ¡Él lastimó a mamá! ¡La destruyó! ¿Ahora quiere aparecer como si nada? ¡Como si el tiempo no hubiera pasado! — Sus ojos, enrojecidos, se clavaron en los de su tía. — No lo quiero, tía Rosa… no lo quiero. ¡No lo quiero! — Se giró hacia May, suplicante, con la respiración agitada. — Tía May por favor... no me pidan esto. No me pidan que lo escuche. No me pidan que lo acepte. — Las lágrimas comenzaron a resbalar por sus mejillas. Dio un paso hacia atrás, tambaleante, con el corazón latiendo en su garganta. Todo dentro de ella gritaba que no estaba lista para esto. Que no lo necesitaba. Que no lo quería.

Y en el fondo, muy en el fondo, un miedo empezó a crecer: ¿Y si ese hombre no solo existía… sino que venía dispuesto a quedarse?

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Martha Beatriz Diez Ticle
buen trabajo, estoy esperando el final para dar una total opinion
Maia
Perdón!!! Ya te actualizo querida.
Discul9en tod@s chicas..
Alba Goyo
Esa tóxica q no dure muchosssss x favor escritora 🤔muy hermosa tu historia y muy bien presentada 👏🏻👏🏻👏🏻👏🏻👏🏻💗❣♥️🌻🥀🪴/Heart/
Maria Rosa Grisinco
Porqué no siguieron publicando está historia, creo que los lectores nos merecemos un poco de respeto, si no la van a seguir al menos avisen y no que uno sigue esperando, gracias.
Alba Goyo
Tremendo capitulo escritora 👏🏼👏🏼👏🏼👏🏼disfrutando la lectura ❣💗😍olvido✍jejeje 🙈
Alba Goyo
Desde inicio sin poder dejar de leer👏🏻👏🏻🥰💞♥️👏👏👏👏
Elena Anabel Moreno
me gusta este capitulo pero siento que es una mezcla de 50 sombras de gray y de 365 días jajaj ya mi imaginación me distrae jajaja pdtt muy buena la historia 💙
mariela
Ese juego de seducción de Graham y Alejandra me encanta esa complicidad que hay entre ellos ese amor y lo posesivo me fascina que hará Graham con esa lencería provocativa que le dejo que sorpresa le tendrá.
Yandisita Perea maturana
los dos le van a dar como a zapato con barro
Maia: Jajajaja 😆 🤣
total 1 replies
Mary Ney
Son morocho y padre lo separó o estoy equivocado /Smile/
Mary Ney
Más capítulos por favor /Smile/
mariela
Graham posesivo loco es tanto lo que cela a Alejandra que no deja que su hermano la vuelva a tocar jajajaja loquito
mariela
Antonio Smith no es una pera en dulce no le importa lo que diga Lian Smith así es que no se deje y ahora conocerá a su hermana.
mariela
Hermoso mensaje de como esposos e hijos honran a ese ser que es Madre felicidades a todas las personas que lo son 👏👏👏
Mary Ney
gracias escritora si es madre Feliz día de las madre es un hermoso capítulo de amor /Smile/
Mary Ney
Que bueno Leonor que le cante sus verdades a ese manipulador la mejor decisión es alejarte de ese bueno para nada/Smile/
mariela
Por fin Leonor dejo de ser la sumisa de Liam Smith y le canto las verdades ella quiere a su hijo viendo el ejemplo de manipulación de su padre.
Andris Elizabeth Leañez Lozada
ya Ale no tiene vuelta atrás desde q s vieron por primera vez el supo q era d el y ahora más q lo va a conocer en todo su esplendor graha y Ale son el uno para el otro
Adriana Romero
Realmente retadora hacia Graham y hacia ella misma, el conocimiento da poder y que mejor que experimentar con su esposa, cada prenda, implemento, las palabras para parar, es confianza en tu pareja, es respetar los límites, disfrutar de cada toque y sentir de otra manera, Graham la hará recorrer el camino de BDSM para sentirse seguro de que ella está a gusto 😉 y poder avanzar, para llevarla a ese lugar
mariela
Alejandra es atrevida, retadora y sobre todo enamorada de Graham para entrar a ese mundo oscuro del BDSM veremos hasta donde llegarán y se entenderán.
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