Si te dijera que los momentos son solos instantes de tiempos que se quedan grabados en tú memoria y solo eso ¿Me creerías?
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Capítulo: Mismo año escolar
Día 16 de Diciembre
Emuná 》” significa estar en calma a pesar de no tener aún todas las respuestas”.
Michael había contratado personal para preparar el yate para su cita con Rayla. Con todo listo, decidió llamarla para informarle que la estaría esperando en el estacionamiento de su residencia.
Ella no había exagerado al mencionar que su día había sido ajetreado. Aunque fue su idea que él la esperara en el estacionamiento, había estado esperando alrededor de una hora, y el reloj ya marcaba las seis de la tarde. Al parecer, su escapada hacia el océano se iba a retrasar más de lo previsto.
A las seis y media, finalmente llegó. Su rostro reflejaba cansancio, pero también una sensación de culpa. Era consciente de que él había estado esperándola durante mucho tiempo mientras ella hacía todo lo posible por salir de su jornada laboral.
—Mis disculpas por la tardanza, he hecho que esperes demasiado —se disculpó ella al salir de su auto.
—No te preocupes, era una posibilidad— respondió Michael, acomodándose las manos en los bolsillos de su pantalón.
—Necesito recoger algunas cosas en casa. Ven conmigo, así puedes refrescarte y tomar un vaso de agua— sugirió ella mientras se dirigían a su apartamento.
Esto tomó a Michael por sorpresa; aunque habían salido juntos en varias ocasiones, ella nunca antes lo había invitado a su hogar. Él siempre se quedaba esperando en el estacionamiento.
—Al menos la espera ha valido la pena— pensó mientras la seguía.
Michael se sintió cautivado desde el instante en que ella abrió la puerta. A pesar de ser hombre, no pudo evitar admirar el exquisito diseño interior de su apartamento. Su hogar emanaba armonía, limpieza y confort.
Los muebles blancos, los estantes de madera y la cocina bien equipada le hacían imaginarla cocinando para él mientras disfrutaban de la hermosa vista. El apartamento, diseñado en un concepto abierto, conectaba la cocina con el comedor y este a su vez con la sala, creando un flujo natural. Además, los amplios ventanales aportaban una sensación de libertad y luminosidad.
—Tienes un excelente gusto en el diseño de interiores — comentó él mientras recorría el espacio.
—Gracias— respondió ella, abriendo la nevera y llenando un vaso con agua.
—Prometo no tardar mucho, pero me gustaría cambiarme rápidamente y ponerme algo más cómodo— añadió, entregándole el vaso con agua.
—No te preocupes, tómate tu tiempo— dijo, sonriendo y creando un ambiente de confianza.
—Perfecto— respondió mientras se dirigía rápidamente a su habitación.
El apartamento, aunque no era grande, tenía un diseño que la hacía sentir a gusto. Desde su llegada, Michael había estado observando el lugar con atención. Notó que no había fotografías ni retratos de ella o de su hija en las paredes; aunque había algunas pinturas, ninguna representaba a su familia.
Sin embargo, había un estante en la pared repleto de libros, y Michael, impulsado por la curiosidad, se acercó a examinarlo. Encontró títulos sobre superación personal, psicología y economía, entre otros, pero uno en particular llamó su atención: no tenía nombre ni título, y no parecía un libro convencional.
La portada estaba cubierta por una lámina negra, lo que ocultaba su contenido. Intrigado, Michael decidió abrirlo y descubrió que se trataba de un álbum de fotos de estudiantes de último año. El álbum no tenía una foto en la portada ni el nombre del propietario. Michael lo tomó entre sus manos y comenzó a pasar las páginas, reconociendo a varios compañeros con los que había estudiado en el bachillerato.
—Esto es de mi mismo año escolar— murmuró mientras cambiaba de página y se encontraba con imágenes de él y de sus amigos fallecidos. Su expresión se tornó seria y reflexiva.
Continuó buscando, con la esperanza de encontrar a Rayla en alguna de las páginas, pero su nombre no aparecía. No recordaba haber cursado el último año de preparatoria con ella y no podía evocar su rostro. La situación le resultaba extraña y desconcertante.
—Colócalo donde lo encontraste— escuchó detrás de él. La voz lo sorprendió y lo hizo reaccionar de inmediato, ya que el tono de ella denotaba molestia.
—Disculpa, no quería incomodarte— respondió mientras se alejaba del estante.
—Te ves deslumbrante, como siempre— comentó mientras se dirigía hacia la salida.
Tenía muchas preguntas en mente, pero sabía que debía ser cauteloso. Era inteligente y comprendía que si la incomodaba en su propia casa, podría cancelar la cita, algo que definitivamente no deseaba que sucediera.
Michael quería aprovechar al máximo la velada en el yate con ella. Tendría tiempo suficiente más tarde para hacerle las preguntas que le inquietaban. Era posible que ella tuviera una hermana y que el álbum le perteneciera a ella. Dado que él no se tomó la molestia de preguntar si ella tenía más hermanos.
Esto parecía plausible, ya que no recordaba haber estudiado con ninguna chica llamada Rayla. Conocía a muchas personas en su preparatoria, ya que era una persona sociable y popular, especialmente en su último año.
Decidido a dejar de lado esas preguntas sin respuesta, optó por salir de la residencia y disfrutar del momento a su lado. Más tarde, cuando estuvieran en alta mar, tendría la oportunidad de cuestionarla sin posibilidad de retroceso.