¡ATENCIÓN NOVELA EN EMISIÓN!
Alana Rosental, una chica estrovertida, hija de Evans Rosental, considerado en su juventud uno de los mejores hechiceros del mundo, esta por casarse con su novio Joan Black, pero la repentina muerte de su padre cambiara el rumbo de su vida.
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Una invitación
Alana llegó al penthouse de Sebastián, se encontró solo con Anastasia, ella miraba el televisor, ella frunció el ceño al ver que ahora la imagen en redes sociales estaba en televisión nacional, soltó una maldición, miró llegar a Sebastián, tomo el florero que había en la mesa de centro y se lo lanzó con gran fuerza, él solo esquivo lo más rápido que sus reflejos le permitieron.
- ¿Qué carajos te pasa? - Preguntó molesto, Alana casi se le lanza encima a darle de golpes, pero Anastasia le detuvo.
- Te dije que eliminaras esa mierda de redes sociales, ahora ya está en televisión nacional- Señaló hacia la pantalla, Sebastián observó aquella noticia, frunció el ceño.
- ¿Cuándo me dijiste? Uy estás peor que un hombre mujeriego – Se burló sin dejar de mirar las noticias, hablaban de aquella chica y su vida social.
- ¡Te voy a matar! - Lanzó una bola de fuego contra él, pero no le hizo nada a Sebastián.
- ¡Bien ya basta! - Hablo de manera autoritaria Anastasia, Alana se calmó. - ¿Por qué no eliminaste lo que te pidió Alana? - Miró a Sebastián, mientras cruzaba los brazos.
- Por qué no me dijo nada, no soy un maldito adivino, estuve ocupado todo el día- Soltó molesto.
- Te mande un maldito mensaje- Dijo sacando su celular, ella se puso pálida al darse cuenta que por erro el mensaje para Sebastián lo envió a esa Bestia, tragó en seco, Sebastián se acercó a ella al ver lo pálida que estaba y al mirar como Anastasia se lamentaba.
- Mierda, te dejarán en silla de ruedas un par de semanas- Se burló al ver el teléfono.
- ¡Ay carajo! - Comenzó a hacer berrinche mientras saltaba en su lugar- Maldita sea, esa Bestia me va a matar…- Se dejó caer en el sofá mientras seguía pataleando.
- Deberías cancelarlo – Se sentó Anastasia a su lado, ella lo miró y asintió, era lo mejor, si ese hombre ya había visto el mensaje estaría furioso, lo mejor era no verlo, tocaron el timbre del penthouse, Sebastián frunció el ceño, nunca tenía visitas, se acercó a abrir y ahí estaban los hombres de Maximiliano Kingsley.
- ¿Qué quieren? – Pregunto de manera autoritaria.
- Venimos por la Señorita Rosental, tiene una cita con el Señor Kingsley- Dijo uno de esos hombres, Alana escuchó desde la sala y maldijo, miró a Anastasia y suspiró.
- Ella esta indispuesta el día de hoy- Respondió Sebastián, los hombres no se movieron de su lugar, ellos tenían sus órdenes claras y no se marcharían sin llevarse a esa chica. – Largo- Ordeno Sebastián, no le tenía miedo a Maximiliano Kingsley y tampoco dejaría que dañara a Alana.
Alana suspiró y se puso de pie, no quería meter en problemas a Sebastián, sabía que él la defendería sin importar de quien se tratará, además tenía un contrato con ese hombre y tal vez no estaba enojado, es más a lo mejor ni siquiera había leído aquel mensaje, miró a Anastasia quien la sostenía del brazo y le negaba que fuera con ese hombre.
- Tranquila, si me hace daño le quemo las bolas- Dijo fingiendo despreocupación.
- Alana…si estás en peligro no dudes en llamarnos- La soltó con resignación, conocía a su hermana, no era débil sabía defenderse y además tenía la ligera sospecha de que ese hombre no le haría nada de lo que Alana no quisiera.
Alana se acercó a la puerta y Sebastián suspiró, le dirigió la mirada, no estaba de acuerdo con que ella se fuera con esos hombres, pero sabía que podía defenderse y él estaría a un piso de ella para cualquier cosa.
- Nos vemos después- Se despidió de Sebastián y después salió custodiada por esos hombres.
Sebastián cerró la puerta y miró a Anastasia acercarse- ¿Estará bien? ¿verdad? – Lo miró con cierta preocupación.
- Si, aunque deberíamos comprarle una silla de ruedas por si las dudas- Dijo divertido, Anastasia le dio un golpe en el estómago, Sebastián se quejó levemente, agarro del brazo a esa chica y la atrajo a él, rodeando su pequeña cintura con sus fuertes brazos.
- Ni lo sueñes, aún estás castigado- Lo amenazó, pero sin apartarse de él, Sebastián sonrió y asintió ante esas palabras, Anastasia lo volvía loco desde que eran jóvenes y a pesar que no se habían visto en tantos años, la reacción al verla era la misma, la quería solo para él y no pensaba compartirla con nadie.
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Alana entró al penthouse de Maximiliano Kingsley, los hombres que la llevaron ahí solo la dejaron en la entrada y se marcharon, ella camino con preocupación por aquel lugar, pero no había nadie, estaba sola, suspiró, ¿Acaso no estaba? Su teléfono sonó, miro quien le llamaba era ese hombre, suspiró y contesto la llamada.
- Señorita Rosental, me surgió algo, llegaré en un par de horas- Dijo con su autoritaria voz.
- ¿Ah? ¿Por qué carajos manda a sus matones por mí, si no está en casa? - Preguntó molesta.
- Por qué, tenía el presentimiento que no asistiría a nuestra cita- Respondió, Alana maldijo por dentro- Como sea, póngase cómoda, la veré en un rato- Dijo y colgó la llamada sin dejar que Alana respondiera.
- ¡Ay! ¡Estúpida bestia mandona! - Grito mirando el teléfono – Algún día te quemare esas bolas y ese...animal del que tanto presumes ¡Hijo de perra! ¡Desgraciado! ¡Malnacido!- Soltó mientras caminaba de un lado a otro- Bestia estúpida y ridícula, ni creas que caeré en tu juego, te haré sufrir, llorar sangre bestia bastarda…- Susurro, miro a los lados y vio el bar se acercó rápidamente y saco una botella bebió directamente de ella.
- Muy bien, espero la perra de Dana se dé prisa y lo seduzca, así me lo quita de encima rápido- Camino hasta la sala y tomo asiento en el lujoso sofá, se quitó los tacones y subió sus pies sobre la mesa de centro. – Aunque será difícil encontrar a otro con ese tamaño…- Suspiró con pesadez- ¡Ni una mierda! ¡Si sigo con él, perderé la sensibilidad ahí abajo! ¡Jodida bestia! - Grito de nuevo y volvió a tomar de aquella botella, y mientras Maximiliano llegaba, Alana seguía insultándolo
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Maximiliano estaba en su oficina, observaba atento la pantalla de su laptop, mostraba la imagen de su penthouse y a aquella chica maldiciéndolo de todas las maneras posibles mientras bebía una de sus costosas botellas.
- ¿Con que quemarme las bolas? Y…- Miro hacia su parte baja y sonrió con malicia – Eres un caso, Alana Rosental- Dijo pasando sus dedos por su barbilla. – Difícilmente me aburriré de ti – Continuo sin perder detalle a lo que esa chica hacía, aunque no mucho, solo bebía aquella botella como si fuera solo agua, realmente tenía aguante para el alcohol, solo esperaba no encontrarla tomada cuándo llegará, porque esa noche la disfrutaría y castigaría por todas sus faltas hacia a él.
- Señor- Entró uno de sus hombres e hizo una reverencia- Ya está a nivel nacional su supuesta relación con la Señorita Rosental, se mantuvo el titulo tal y como estaba en la imagen que envió- Dijo el hombre, Maximiliano asintió, por supuesto que jamás dejaba que se hicieran públicos sus encuentros con mujeres, pero Alana, lo estaba retando en muchos sentidos y eso hacía que siguiera su estúpido juego de ver quien aguanta más, además él no quedo mal, si no ella, a nivel nacional era ella quien lo seducía. – También recibió una invitación a cenar de la viuda de Rosental, Maritza Carles – Dijo acercándose a él y entregándole una tablet, Maximiliano tomo aquella tablet y leyó la invitación, ¿Qué quería esa mujer con él? La conocía sabía que solo era la segunda esposa de Evans Rosental, pero jamás se le dio el apellido Rosental, pues la primera esposa era la única que tenía derecho a eso, aunque ya estuviera muerta, eran una de las reglas de ese mundo, al final de la invitación leyó el nombre de Dana Carles, recordó que Alana había mencionado ese nombre, entrecerró los ojos y sonrió.
- Acepta la invitación, pero será el sábado- Le entregó la tablet y el hombre se retiró, Maximiliano continúo observando su laptop, Alana ya iba por la segunda botella ya no lo estaba insultando, o tal vez no en voz alta, sabía que los fines de semana no la vería, pero al aceptar esa cena, probablemente la vería y quería ver su reacción al verlo ahí, cenando y conociendo a la tal Dana, recordaba que era la hijastra de Evans, pero no le tomó mucha importancia, Alana hablo sobre que esa mujer lo iba a seducir pero ¿Estaba a su altura? ¿Podría ser capaz de eso? ¿Sería mejor que Alana? Quería averiguarlo, se puso de pie y acomodo su saco, ya era hora de ir con esa chica y darle su castigo por sus insultos y disfrutarla, esa noche ella debía quedarse, pero el miércoles no quedaron en nada, asi que aprovecharía toda esa noche con ella y la disfrutaría también parte del miércoles y probablemente también la noche, por lo que lo tomaría a su favor y aprovecharía que ya esa mujer estaba entrando en ambiente con su tercera botella, sin que se diera cuenta se divertiría a lo grande, sin tener que contenerse, después de todo el cuerpo de ella se complementaba muy bien con el de él. Esa sería una noche muy divertida.